La contribución de las inmigrantes es clave para que los mayores puedan envejecer en sus pueblos
Una tesis investiga la realidad invisible de las trabajadoras domésticas en el medio rural de TeruelUn total de 120 inmigrantes se han insertado desde el año 2021 en Teruel
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Las mujeres inmigrantes se han convertido en imprescindibles para que muchos mayores puedan envejecer en sus pueblos, ya que la mayoría de las empleadas domésticas que trabajan en las zonas despobladas de Teruel son extranjeras. La dureza de esos trabajos, tanto física como psicológica, han convertido esas labores en un nicho de empleo no siempre reconocido, en ocasiones mal pagado y por lo general invisible de cara a la sociedad. La falta de estudios académicos dificulta poder conocer mejor ese fenómeno, entre otras cuestiones por lo complicado que es acceder a estas personas. Una tesis doctoral se adentra ahora en esa realidad y ha tomado a la provincia de Teruel como referente de la investigación para convertirla en uno de sus campos de estudio junto a la provincia italiana de Potenza, de características parecidas.
Detrás de esta investigación, todavía no terminada, está Héctor Goldar Perrote, doctorando de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU por sus siglas en inglés), la más importante del país nórdico en número de estudiantes. Su tesis se titula Las vidas personales y profesionales de las trabajadoras domésticas crecidas en el extranjero en la Italia y la España rural.
Goldar la inició en 2022 y el año pasado publicó un primer artículo científico en la revista internacional Migration and Development, titulado The journey to Teruel: Immigrant women’s pathways to the domestic sector in rural Spain (El camino a Teruel: las trayectorias de mujeres inmigrantes hacia el sector doméstico en la España rural), que firma junto a Marianne Garvik y Marko Valenta.
En este trabajo profundiza en la comprensión de las motivaciones y trayectorias de las mujeres extranjeras que buscan empleo en el sector de cuidados a personas mayores en las zonas rurales, para lo cual toma como referencia varios casos de trabajadoras con las que Goldar se entrevistó en distintos pueblos de Teruel durante la primera fase de campo de su investigación.
“El empleo en este sector es, en muchas ocasiones, explotador, pero también puede ofrecer una oportunidad para que las personas migrantes se trasladen al Norte Global”, afirma en el artículo científico, a la vez que se refiere a estos movimientos de población como una “migración precaria” y también de “mejora”, puesto que la motivación principal por la que salieron de sus países de origen fueron “las limitadas perspectivas económicas” que tenían en ellos.
El estudio explora también las restricciones de movilidad internacional que tuvieron estas personas, así como sus aspiraciones para mejorar sus condiciones de vida, y los desafíos a los que tuvieron que enfrentarse como recién llegadas y lo que las llevó a establecerse en el medio rural para conseguir un empleo.
Frente al discurso xenófobo que promueven algunos colectivos al asociar la delincuencia con la inmigración en las zonas rurales, esta investigación ofrece una visión diametralmente opuesta, puesto que su autor afirma que las trabajadoras inmigrantes se han convertido en fundamentales para cubrir una demanda laboral como es el servicio doméstico en los territorios despoblados. El sector de cuidados es clave para que las personas mayores puedan envejecer en estas zonas.
Goldar aclara que no es un experto en esta materia, sino un doctorando que está aprendiendo sobre una cuestión de la que no existe literatura científica, que es lo que le motivó a abordar este ámbito de estudio.
No hay estadísticas, entre otras cosas porque hay empleadas domésticas que trabajan en la economía sumergida. En el estudio cita un trabajo anterior de Gorfinkiel y Martínez-Buján, en el que se apunta que en 2017 los inmigrantes constituían la fuerza laboral principal en este sector al representar un 63% de las trabajadoras. Se refiere a las empleadas domésticas en general, tanto en el ámbito urbano como en el rural.
En los pueblos pequeños todo apunta a que es muy superior por el aislamiento de los territorios, lo que convierte estos empleos en propicios para ser ocupados por extranjeras, puesto que solo personas en situación de precariedad como ellas estarían dispuestas a aceptar esas condiciones.
En su investigación, Goldar apunta que a pesar de que el sector de cuidados en el hogar en las zonas rurales de Teruel es problemático para un inmigrante por las largas horas de trabajo y las expectativas poco realistas a las que se enfrenta, ofrece oportunidades de ocupación con independencia de la edad de la cuidadora.
Argumenta el autor que si bien las inmigrantes de mayor edad se enfrentan por lo general a la “discriminación” para conseguir trabajos de baja cualificación debido a sus años, “las mujeres mayores son generalmente vistas como candidatas más atractivas por las familias que buscan contratar a una cuidadora”.
El autor de la investigación se entrevistó con mujeres inmigrantes que viven en pueblos de Teruel, así como con otros actores del entorno para comprender su situación. La investigación concluye que las entrevistadas le manifestaron que, a corto o medio plazo, un empleo así podía ayudarles a conseguir varios objetivos financieros claros, como pagar deudas o financiar alguna vivienda en sus países de origen, además de “servir como un camino hacia la residencia legal para las personas indocumentadas”.
Desafíos
No obstante, estos empleos también les trajeron nuevos desafíos, “como lidiar con condiciones laborales a menudo inadecuadas y adaptarse a las vicisitudes de la vida en la España rural”.
Cita casos concretos con nombres figurados para preservar su identidad. En uno de ellos, la inmigrante le contó que al principio no tenía papeles y que trabajó para una señora mayor “casi tres años”, tiempo durante el cual “apenas tenía días libres”. Explicó también que “no tenía vacaciones” y que la hija de la anciana a la que cuidaba le dijo que “no tenía ningún derecho”.
Otra de las entrevistadas le explicó que había tenido que “lidiar con todo aquí; con el frío, con lo frías que son las personas, con las malas condiciones laborales, con la situación de mi mamá, con todo”. Aunque las situaciones mejoran al conseguir la residencia, Goldar asegura que las mujeres dijeron “sentirse exhaustas” por sus trabajos como cuidadoras internas, a la vez que expresaban su “decepción” por el sector.
En las conclusiones manifiesta que a menudo estos empleos en el medio rural son “explotadores y precarios”, pero que son utilizados por las inmigrantes para buscar nuevas oportunidades de vida en el Norte Global. Constata igualmente que en el sur de Europa “las prácticas de contratación de inmigrantes indocumentados son prevalentes”. Señala que ingresan en el país como turistas, se quedan más tiempo y después buscan la regularización. Argumenta en las conclusiones del artículo científico que “el sector de cuidados a domicilio en el campo puede ofrecer oportunidades laborales para la población inmigrante, servir como un punto de entrada inicial al mercado laboral español y facilitar el proceso de regularización para los trabajadores inmigrantes indocumentados”. La búsqueda de empleo, por esa precariedad, se hace mediante el boca a boca.
El investigador reconoce que los resultados de la investigación de campo realizada en la provincia de Teruel durante cuatro meses en 2023 “no son completamente generalizables” por la singularidad de la provincia, que define por sí misma como un “país bastante diverso”, pero opina que contribuyen a una mayor comprensión de una realidad que es “invisible”. A ello se suman los estudios que ha desarrollado en el sur de Italia, país donde se encuentra ahora el investigador, con el que este periódico ha hablado por teléfono.
Goldar, que como doctorando desarrolla su actividad en el Departamento de Trabajo Social de la NTNU en Noruega, defiende el papel que estas trabajadoras hacen y su importancia a la vez que reivindica su visibilización, para lo cual es necesario profundizar en este tipo de estudios académicos.
Reivindicar su visibilización
“El trabajo de estas personas es muy importante en las zonas rurales de provincias como Teruel y no está reconocido ni recompensado adecuadamente”, comenta, si bien admite lo complicado que es poder atender a las personas mayores si no hay recursos económicos. Reconoce por ello la labor que desarrollan las comarcas, pero considera que los recursos son limitados, y abre una reflexión sobre qué va a pasar en España con el cuidado y la atención a las personas mayores. “Es una reflexión que nos atañe a todos pensar”, afirma, ante la evolución de la realidad demográfica del país en los próximos años y las “incertidumbres” que se ciernen.
Asegura que no tiene la receta sobre cómo abordar la problemática que entraña la evolución demográfica del país e inevitablemente surge la comparación con Noruega, donde hay más recursos y políticas sociales para atender a los ancianos, “con muchos años de experiencia detrás y mucho dinero que lo apoya”.
“España se está beneficiando mucho de esta inmigración”, afirma el investigador, por lo que se muestra muy crítico con quienes lanzan discursos xenófobos alejados de la realidad. “Este discurso xenófobo para mí es completamente inaceptable y uno lo ve en la realidad de la vida de estas personas”, argumenta, puesto que asegura que “en una provincia como Teruel las personas que realizan los trabajos más duros, en construcción, agricultura, o en los mataderos, la mayoría son inmigrantes”.
Y dentro de ese colectivo incluye a las trabajadores del sector doméstico. “Las trabajadoras internas que cuidan ancianos en los pueblos hacen una labor muy dura, porque están prácticamente 24 horas los siete días de la semana trabajando en la casa”, afirma, a lo que se une que muchas de estas mujeres “vivan en ciertas circunstancias de soledad y de exclusión social”.
Periplo vital
Conversar al teléfono con Héctor Goldar tras haber leído su artículo sobre las trabajadoras del sector doméstico en las zonas rurales turolenses tiene cierto magnetismo por la capacidad de atraer la atención que tiene este investigador. Natural de Palencia, cuenta que eligió Teruel para desarrollar el trabajo de campo porque las estadísticas de Eurostat tienen la provincia clasificada como zona geográfica predominante rural, pero también porque sentía curiosidad debido al fenómeno de Teruel Existe.
Hacerlo no ha decepcionado sus expectativas, asegura que está maravillado con Teruel y que se ha recorrido en coche la provincia de punta a punta para desarrollar el trabajo de campo, con base primero en la capital y después en el Matarraña.
Teruel se suma así al largo periplo vital que lleva recorrido ya este joven investigador, que antes de iniciar su tesis había viajado por numerosos países, buena parte de ellos de Latinoamérica, lo que le ha permitido conocer y comprender a los inmigrantes. Se formó en la Universidad de Valladolid, hizo el Máster en Canadá, y tras una beca de la CE, inició su doctorado en Noruega.
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