Puesta de largo del Pan de Teruel, este viernes en la calle peatonal de Andorra
Los andorranos conocen el Pan de Teruel hecho con trigo Florencia Aurora y Marius
Cerealistas, panaderos artesanos y el CITA ponen al servicio del consumidor un nuevo producto identitario
Los vecinos de Andorra disfrutaron este viernes con el Pan de Teruel, un nuevo producto agroalimentario que nace de la colaboración del sector cerealista y de los panaderos artesanos de la provincia, que han contado con los recursos del Centro de Investigación y Tecnología Alimentaria (CITA) para recuperar y desarrollar variedades de trigo tradicionales como Florencia Aurora y Marius.
En la avenida de San Jorge, frente a la Pastelería Moncayo, los andorranos pudieron catar en la mañana del viernes un nuevo alimento identitario que surge de un proyecto financiado
por el Fondo de Inversiones de Teruel (Fite) para crear una economía circular en torno al pan, completando así el ciclo de la cadena cerealista de la provincia.
El proyecto integra y compromete a todos los agentes involucrados en la elaboración del pan. Desde el origen, en el campo, con agricultores implicados en la siembra de variedades de trigo blando tradicionales y de gran arraigo, pasando por la elaboración de la harina en el único molino panificable situado en Cantavieja, hasta la panificación y la oferta al consumidor.
Pero este esfuerzo no tendría provecho si el consumidor no aceptara el producto, por lo que la degustación y reparto de pan en varios formatos en Andorra formaba parte de una campaña de presentación de un nuevo aliciente que los panaderos creen que ha venido para quedarse.
Barras de pan, hogazas y cañadas fueron elaboradas por hornos y panaderías de Sarrión, Cretas, Andorra o Teruel, con harina procedente de trigos ecológicos cultivados por agricultores de la Cooperativa Cereales Teruel en Bañón (Florencia Aurora), y Torralba de los Sisones (Marius).
La calidad nutricional y tecnológica de estos trigos ha sido estudiada y contrastada en el Área de Laboratorios de Análisis y Asistencia Tecnológica del CITA, que ha determinado que el trigo Florencia Aurora es de óptima calidad nutricional y reológica, con gran potencial en panificación, mientras que el Marius aporta una gran extensibilidad en las masas que lo hace ideal para repostería. “Con Florencia Aurora hemos hecho panes de alta hidratación, masa madre natural con reposos muy largos para conseguir un alveolado, una miga húmeda y una corteza muy crujiente y agradable de masticar”, resumió Pepe Ginés, propietario de la Pastelería Moncayo. El panadero subrayó que “es una masa muy amorosa” porque “es muy agradable” de trabajar.
“Esta campaña es pan para hoy futuro para Teruel. Me parece una idea maravillosa como panadero profesional, como turolense y como romántico el cerrar el ciclo en la provincia. Creamos primero en nosotros mismos y, a partir de ahí, empecemos a levantarnos y a caminar hacia adelante”, concluyó el profesional, que deseó que el consumidor final crea como ellos en el producto y lo consolide en el mercado.
Por su parte, el presidente de la Asociación Provincial de Panaderos, Jorge Sanz, destacó que el proyecto lleva en marcha desde 2018 con el fin de “revalorizar los trigos de la provincia a través del pan que elaboramos los panaderos artesanos”, de tal forma que el mercado gane un “Pan de Teruel que ponemos en valor”.
El proyecto es “un ejemplo claro de lo que sabemos hacer en la provincia, que es potenciar la economía circular”. Las harinas de Harinera María Manuela las reciben los panaderos “con un gran cariño” porque “es un placer trabajarlas; va a ser el inicio de una historia bonita: poner el trigo en manos de los turolenses para disfrutar de un pan saludable y natural que, cuando lo comes, estás tomando la tierra”, manifestó Sanz. El panadero destacó que el proyecto está desarrollado al 70% y que el 30% restante es la labor comercial y de difusión entre los consumidores.
Por su parte, el presidente de Cereales Teruel, Joaquín Aguilar, se mostró satisfecho con el trabajo que el CITA ha hecho en los campos y en los laboratorios para dar con los trigos de las “mejores características”. Destacó que Florencia Aurora estaba “muy en declive” y se ha revitalizado con esta iniciativa, mientras que Marius “lleva 40 años entre nosotros” y goza de mejor situación.
Valorizar estos trigos blandos permitirá “una diversificación más de nuestros cultivos y enfocarlos a una trazabilidad concreta, a un mercado de proximidad que puede generar alternativas y valor añadido a los productores, a los panaderos y a toda la cadena de valor”, concluyó.
Por último, la directora del proyecto e investigadora del CITA, Gloria Estopañán, instó a agricultores y panaderos a “tirar del carro para poner los productos en la calle” tras más de tres años de investigación.
“Hay tendencias de consumo de pan que valoran el origen, que sea cercano, natural y saludable; no hemos descubierto la pólvora pero sí sabemos que estos panes y productos de repostería aportan trazabilidad al origen y ofrecen un canal más corto de comercialización”, algo que a juicio de la investigadora del CITA debe predominar en las sociedades rurales.
En la avenida de San Jorge, frente a la Pastelería Moncayo, los andorranos pudieron catar en la mañana del viernes un nuevo alimento identitario que surge de un proyecto financiado
por el Fondo de Inversiones de Teruel (Fite) para crear una economía circular en torno al pan, completando así el ciclo de la cadena cerealista de la provincia.
El proyecto integra y compromete a todos los agentes involucrados en la elaboración del pan. Desde el origen, en el campo, con agricultores implicados en la siembra de variedades de trigo blando tradicionales y de gran arraigo, pasando por la elaboración de la harina en el único molino panificable situado en Cantavieja, hasta la panificación y la oferta al consumidor.
Divulgación en la calle
Pero este esfuerzo no tendría provecho si el consumidor no aceptara el producto, por lo que la degustación y reparto de pan en varios formatos en Andorra formaba parte de una campaña de presentación de un nuevo aliciente que los panaderos creen que ha venido para quedarse.
Barras de pan, hogazas y cañadas fueron elaboradas por hornos y panaderías de Sarrión, Cretas, Andorra o Teruel, con harina procedente de trigos ecológicos cultivados por agricultores de la Cooperativa Cereales Teruel en Bañón (Florencia Aurora), y Torralba de los Sisones (Marius).
La calidad nutricional y tecnológica de estos trigos ha sido estudiada y contrastada en el Área de Laboratorios de Análisis y Asistencia Tecnológica del CITA, que ha determinado que el trigo Florencia Aurora es de óptima calidad nutricional y reológica, con gran potencial en panificación, mientras que el Marius aporta una gran extensibilidad en las masas que lo hace ideal para repostería. “Con Florencia Aurora hemos hecho panes de alta hidratación, masa madre natural con reposos muy largos para conseguir un alveolado, una miga húmeda y una corteza muy crujiente y agradable de masticar”, resumió Pepe Ginés, propietario de la Pastelería Moncayo. El panadero subrayó que “es una masa muy amorosa” porque “es muy agradable” de trabajar.
“Esta campaña es pan para hoy futuro para Teruel. Me parece una idea maravillosa como panadero profesional, como turolense y como romántico el cerrar el ciclo en la provincia. Creamos primero en nosotros mismos y, a partir de ahí, empecemos a levantarnos y a caminar hacia adelante”, concluyó el profesional, que deseó que el consumidor final crea como ellos en el producto y lo consolide en el mercado.
Por su parte, el presidente de la Asociación Provincial de Panaderos, Jorge Sanz, destacó que el proyecto lleva en marcha desde 2018 con el fin de “revalorizar los trigos de la provincia a través del pan que elaboramos los panaderos artesanos”, de tal forma que el mercado gane un “Pan de Teruel que ponemos en valor”.
El proyecto es “un ejemplo claro de lo que sabemos hacer en la provincia, que es potenciar la economía circular”. Las harinas de Harinera María Manuela las reciben los panaderos “con un gran cariño” porque “es un placer trabajarlas; va a ser el inicio de una historia bonita: poner el trigo en manos de los turolenses para disfrutar de un pan saludable y natural que, cuando lo comes, estás tomando la tierra”, manifestó Sanz. El panadero destacó que el proyecto está desarrollado al 70% y que el 30% restante es la labor comercial y de difusión entre los consumidores.
Por su parte, el presidente de Cereales Teruel, Joaquín Aguilar, se mostró satisfecho con el trabajo que el CITA ha hecho en los campos y en los laboratorios para dar con los trigos de las “mejores características”. Destacó que Florencia Aurora estaba “muy en declive” y se ha revitalizado con esta iniciativa, mientras que Marius “lleva 40 años entre nosotros” y goza de mejor situación.
Valorizar estos trigos blandos permitirá “una diversificación más de nuestros cultivos y enfocarlos a una trazabilidad concreta, a un mercado de proximidad que puede generar alternativas y valor añadido a los productores, a los panaderos y a toda la cadena de valor”, concluyó.
Por último, la directora del proyecto e investigadora del CITA, Gloria Estopañán, instó a agricultores y panaderos a “tirar del carro para poner los productos en la calle” tras más de tres años de investigación.
“Hay tendencias de consumo de pan que valoran el origen, que sea cercano, natural y saludable; no hemos descubierto la pólvora pero sí sabemos que estos panes y productos de repostería aportan trazabilidad al origen y ofrecen un canal más corto de comercialización”, algo que a juicio de la investigadora del CITA debe predominar en las sociedades rurales.
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