Solicitan 12 años por un delito continuado de agresión sexual contra su hija menor
El progenitor está acusado de abusar de ella desde los 6 hasta los14 añosCuando la acusación particular presentó este martes en la Audiencia Provincial de Teruel sus conclusiones finales para solicitar 12 años de prisión para un hombre acusado de haber agredido sexualmente de forma continuada a su hija menor de edad, la abogada se refirió al infierno vivido por la víctima durante cerca de una década como un “auténtico calvario”. Sufrió las agresiones sexuales de su padre desde que tenía 5 o 6 años hasta cumplir los 14, y su relato mostró el suplicio que padecen estas menores hasta que son capaces de contárselo a alguien después de superar miedos, el temor a que no les crean, y los chantajes emocionales y el silencio impuesto por el agresor amparándose en su superioridad por tratarse del progenitor.
La Audiencia Provincial de Teruel vio este martes otro juicio por un presunto delito de agresión sexual a una menor de edad de nuevo en un ámbito familiar, como ya sucedió la semana pasada con otro caso en el que el agresor era el tío no carnal de la víctima.
En este otro procedimiento el acusado es el padre, a quien se le acusa de un presunto delito de agresión sexual continuado, para el que la abogada del Gobierno de Aragón, personado como acusación particular por haberse hecho cargo de la niña a través de lo servicios sociales cuando se denunciaron los hechos, pide una condena de 12 años de prisión.
El ministerio fiscal pidió para el acusado, A. R., de 60 años de edad, la misma pena privativa de libertad, y planteó como alternativa 7 años y 6 meses en función de cómo valore el tribunal los hechos de acuerdo con la jurisprudencia y los tipos delictivos en los que habría incurrido el padre. El abogado de la defensa solicitó la libre absolución por considerar que no había pruebas contra el acusado que conculcasen su presunción de inocencia, o en caso de que la Audiencia sí apreciase delito, que se le aplique la condena mínima de 2 años de prisión.
El relato de la menor se reprodujo mediante un vídeo grabado con anterioridad en el que la víctima estuvo asistida por una psicóloga sin que hubiera más personas en la sala. Es lo que se llama prueba preconstituida, y en la que las partes pueden preguntar a través de la mediadora, pero de forma que la menor no es consciente de su presencia.
En su relato mostró los sentimientos ambivalentes al sufrir la agresión sexual de un padre, así como el sentimiento cautivo de haber padecido ese calvario sin poder contarlo por miedo. Fue así hasta que estalló en sollozos en el patio del centro de enseñanza en el que estudiaba y un profesor le preguntó si estaba sufriendo abusos sexuales, a lo que respondió con una escueta afirmación sin dar más detalles.
El presunto delito fue denunciado por el profesor ante la Guardia Civil, tras seguir los protocolos que existen para tratar estos asuntos en los centros de enseñanza, y el padre fue detenido. Este martes, en la vista oral, el progenitor negó todo y dijo que jamás había tocado a su hija.
La contundencia de los informes de las psicólogas y trabajadoras sociales reveló todo lo contrario al afirmar en la prueba pericial que el relato de la menor era “congruente” y “muy probablemente creíble”. Las peritos recalcaron que la menor estaba muy afectada y que les habían preocupado especialmente los síntomas de gravedad que detectaron al mostrar la niña ideaciones de suicidio.
De acuerdo con el relato de la menor en la prueba preconstituida, las agresiones sexuales comenzaron cuando tenía 5 o 6 años, y se prolongaron hasta que lo contó tras cumplir los 14 años de edad en febrero de 2023 cuando vivían en un municipio de la Comarca del Jiloca.
Ansiedad
Las agresiones se prolongaron así desde 2013 hasta finales de 2022, que es la última vez que el padre la forzó. El progenitor hizo un viaje largo al extranjero y fue al regresar cuando se desencadenó todo con ataques de ansiedad y problemas psicológicos, según pudo verse en el juicio.
Los abusos sexuales consistieron entre otros en tocamientos en sus partes íntimas y besos en la boca y en el cuerpo después de que su padre la desnudara, bien en el salón de la casa familiar o en los dormitorios de él o de ella. También contó que su padre le pedía “hacerle cosas a él”. La menor dijo que no había sido consciente de que hubiese habido penetración y que lo que le hacía no le dolía físicamente.
Las agresiones comenzaron después de que su madre muriese por enfermedad. El padre se hizo cargo en solitario de la familia, con otros dos hijos varones y otra hija mayor pero que estaba estudiando ya fuera.
Al principio las agresiones sexuales fueron muy seguidas y eran más largas, entre una y dos veces a la semana, y conforme fue haciéndose mayor se fueron prolongando en el tiempo y duraban menos, como una vez al mes, a la par que la niña tomaba conciencia y no quería que la tocase su padre.
La menor tuvo que ser asistida psicológicamente con antelación a que se conociesen los abusos, y actualmente está en tratamiento psicológico y psiquiátrico. En la prueba preconstituida reconoció a preguntas de la psicóloga que cuando lo contó todo sintió “miedo”, porque su padre le había dicho que no dijera nada ya que era un juego entre ellos, y admitió que tras contarlo se sintió liberada.
Dijo que a raíz de lo sucedido no se siente a gusto al lado de hombres mayores y que su padre, al margen de los abusos, “siempre me ha tratado muy bien”. Manifestó que si no lo había contado antes fue porque sentía “vergüenza” además de culpable por lo que estaba pasando. “Pensaba que no me iban a creer”, apuntó.
Añadió que dos años antes de contarlo, cuando mostraba rechazo a las agresiones sexuales de su padre, este le decía: “no me quieres”. También contó que cuando su padre abusaba de ella notaba que había bebido.
Uno de los hermanos de la víctima no quiso declarar, mientras que la hija mayor sí lo hizo para proteger a su hermana, aseguró, aunque se mostró confundida por lo sucedido. Al igual que la víctima, está en tratamiento por estrés y ansiedad.
En sus conclusiones finales, el fiscal pidió también la libertad vigilada para el padre después de que salga de prisión si es condenado, además de privarle de la patria potestad, la prohibición de de trabajar con menores y de aproximarse e intentar comunicarse con su hija durante diez años. Las dos acusaciones solicitaron igualmente que indemnice a la menor con 8.000 euros, si bien el fiscal argumentó que “no hay dinero que pueda compensar haber sido agredida sexualmente por la persona que más quieres”.
Chantaje emocional para que la niña no contara lo que le estaba padeciendo
La menor víctima del delito sexual sufrió chantaje emocional por parte de su padre, según argumentó la acusación particular durante la presentación de las conclusiones, después de que así lo hubiese relatado la menor en su testimonio. De esa forma el progenitor evitó durante años que la niña contase lo que pasaba hasta que no pudo más.
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