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La Fundación  Paleontológica ha devuelto a la vida a los dinosaurios a través del estudio de sus huesos La Fundación  Paleontológica ha devuelto a la vida a los dinosaurios a través del estudio de sus huesos
Esculpido en corcho blanco de Iguanodon galvensis en los laboratorios de la Fundación Dinópolis

La Fundación Paleontológica ha devuelto a la vida a los dinosaurios a través del estudio de sus huesos

Tierra Magna y otros espacios de Territorio Dinópolis muestran el trabajo de reconstrucción de los gigantes que poblaron la provincia
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Ver a la gente recorrer Tierra Magna con las recreaciones que alberga de los dinosaurios que vivieron en la provincia de Teruel hace más de 66 millones de años es como cruzar una puerta y viajar en el tiempo, porque el realismo de las reconstrucciones es tal que parece que estén mirando al público, y el dinamismo con que están representados hace pensar que en cualquier momento se vayan a abalanzar sobre la gente. Es uno de los espacios más increíbles que tiene la sede de Dinópolis en Teruel capital después del Museo Paleontológico. En total se exhiben 24 dinosaurios a tamaño natural y con un grado de realismo increíble. Los han reconstruido los propios paleontólogos y conservadores de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel, que cumple veinticinco años haciendo de la divulgación una seña de identidad, aparte de la investigación y de la protección del patrimonio que realiza.

El hueso gigante de un dinosaurio, la reconstrucción o el montaje de su esqueleto original son muy bonitos, pero no hay nada como verlo tal como sería en vida. Eso es posible hacerlo en Dinópolis con los dinosaurios cuyos huesos fosilizados han aparecido en la provincia, ya sean nuevas especies u otras comunes a otros lugares. Y además, con un grado de realismo que parece que se vayan a mover y regresar a la vida.

Reconstrucciones

No se trata de reconstrucciones que se hayan adquirido, sino de corpóreos que se han hecho en la propia Fundación Dinópolis a partir de las investigaciones que han realizado los paleontólogos a partir del registro fósil, y que después los conservadores y paleoartistas se han encargado de dar cuerpo.

El restaurador de Dinópolis que dirige la parte artística de estos trabajos es Daniel Ayala, un profesional que con el paso del tiempo se ha convertido en una referencia nacional en esta labor. Aparte están los paleontólogos que conocen los fósiles como los responsables científicos de dirigir el trabajo de los artistas para que todo tenga rigor científico.

Los parques paleontológicos lo que hacen es encargar a empresas especializadas la construcción de corpóreos de tamaño natural para exhibirlos. En Teruel es la propia Fundación Paleontológica la encargada de hacerlo como parte de ese proyecto de ocio y ciencia que es, lo que le confiere un sello de calidad y rigor que no poseen otros.

En Dinópolis nada se deja a la imaginación, ya sea el último recorrido temático que se ha abierto, Mar Jurásico, donde todas las especies que se muestran están reconstruidas bajo la dirección de la Fundación Paleontológica, o los corpóreos de Tierra Magna.
 

Traslado de uno de los dinosaurios para su instalación


En el Museo Paleontológico los esqueletos que se exhiben están acompañados de unos paneles con dibujos que muestran la reconstrucción de cada dinosaurio en la misma posición, pero nada como salir al exterior y ver al aire libre el aspecto real que tenían en vida.

La Fundación, a través de Daniel Ayala, ha desarrollado su propia técnica para hacer estas reconstrucciones, que es artesanal. El resultado, por ese motivo, son esculturas que no existen en ningún otro sitio y que tienen un grado de detalle increíble. Por ejemplo, todos los ojos que se utilizan son de cristal, lo que confiere a estos animales un realismo que parece que estén mirando al público.

Nada se deja al azar, ni mucho menos a la imaginación ni tampoco a la libertad creativa, por más que en el acabo final esté la mano de un artista como es el caso de Daniel Ayala y del equipo de personas que le apoyan en esta fase de dar forma al cuerpo de estos gigantes.

Veinticinco años

A lo largo de sus veinticinco años de historia, que se cumplen este año, la Fundación Dinópolis se ha especializado en diferentes ámbitos dentro de la paleontología, aplicando metodologías propias a partir de su experiencia, no solo en el ámbito científico sino también en el expositivo.

Es por ese motivo que lleva más de una década realizando reconstrucciones de cómo eran los dinosaurios, a tamaño real o a escala. En el satélite de Dinópolis en Riodeva, Titania, ya lo hizo con la reconstrucción de su fauna jurásica en maquetas pequeñas, al igual que en Valcaria en Ariño. Además, en la primera de estas subsedes reconstruyó la cabeza de Turiasaurus; en cambio la reconstrucción de la parte delantera del esqueleto la encargó a una empresa, pero siempre marcando las directrices científicas desde la propia Fundación y bajo su supervisión.

Cuando se abrió Tierra Magna en 2015, los dos primeros dinosaurios se encargaron a un profesional que había trabajado con la Fundación desde sus inicios a finales del siglo pasado, antes de que existiese el parque de Dinópolis, al que dio forma y vida la institución científica. Adolfo Cuétara fue el encargado de hacer el gigantesco corpóreo de Turiasaurus riodevensis. Se hizo in situ, en el mismo lugar que acabaría ocupando la reconstrucción, para lo cual se instaló una carpa durante el tiempo que tardó en hacerse. Cuétara fue también el encargado de hacer el terópodo allosáurido que le acompañó durante el primer año.
 

Daniel Ayala dando el toque final a la reconstrucción del Aragosaurus


Para el año siguiente, la Fundación puso a todo gas su fábrica de dinosaurios con la contratación de personal de apoyo a Daniel Ayala y, de golpe, Tierra Magna se pobló con nueve dinosaurios más. La misma técnica empleada en esa ocasión para construirlos es la que se ha seguido utilizando desde entonces. Ayala trabaja el diseño con los paleontólogos, que son los que establecen las dimensiones de cada elemento de los cuerpos a partir de lo que indica el estudio científico de sus huesos fosilizados. Se fabrica un esqueleto de hierro y sobre él, con corcho blanco, se va esculpiendo el cuerpo del animal, al que se le dan diferentes texturas con resinas y el pintado final para conferirle realismo. No son figuras estáticas como en otros sitios, sino dinámicas, con diferentes dinosaurios interactuando entre sí.

De esa forma, en 2016 se instalaron dos Dacentrurus (dinosaurios con placas) de 8,5 metros de longitud cada uno y 3 metros de alto; un Europelta carbonensis de 4 metros de largo y 1,3 de alto, que es el dinosaurio acorazado descubierto en Ariño; y un Iguanodon galvensis de 8 metros de longitud y 2,6 metros de alto, cuyos fósiles se excavaron en Galve, con cinco crías de un metro de longitud.

De los más grandes

Un año después, uno de los dinosaurios carnívoros más grandes que ha existido en la provincia pasó a ocupar un lugar destacado en Tierra Magna al tratarse de un corpóreo de 12 metros de longitud en una posición de ataque. Se trató de la reconstrucción de Torvosaurus, del que no se han encontrado huesos pero sí sus dientes de unos 10 centímetros en Formiche Alto, Galve y Riodeva, así como sus huellas en El Castellar.

También en 2017 se incorporó a este peculiar zoológico mesozoico una reconstrucción corpórea de Aragosaurus ischiaticus, el primer dinosaurio definido en España en 1987 y que en la década pasada la Fundación Dinópolis completó su estudio.

La familia siguió creciendo en 2018, cuando se sumaron a esta zona de Dinópolis un corpóreo de Tastavinsaurus sanzi, originario de Peñarroya de Tastavins, y otro carnívoro, Baryonyx, del que también se han hallado fósiles en la provincia. El año pasado se sumó un Galveosaurus y a principios de la actual temporada dos pequeños dinosaurios raptores. Es así como la Fundación pone cuerpo y aspecto a los huesos que excava.

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