Paleontólogos de la Fundación Dinópolis estudiando sobre el terreno una huella de 'Deltapodus'
La Fundación Dinópolis ha hecho de Teruel un paraíso para seguir el rastro de los dinosaurios
La adecuación de varios yacimientos de huellas está ayudando a atraer el turismo hacia las zonas ruralesLa Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, que ha cumplido este año 25 años desde su creación, ha convertido a la provincia en un paraíso para seguir el rastro de los dinosaurios. Hace un cuarto de siglo los afloramientos de pisadas de estos gigantes del Mesozoico en tierras turolenses eran escasos, más allá de los conocidos en Galve, Castellote, Ariño, Ababuj y Miravete de la Sierra. A día de hoy en cambio, el equipo paleontológico de la Fundación ha documentado cientos de pisadas con nuevos descubrimientos y numerosos municipios turolenses se han sumado al tirón turístico que tiene este recurso, sobre todo El Castellar, convertido en un referente de cómo la paleontología puede favorecer el desarrollo territorial. A ello se ha sumado además la descripción, en ese mismo municipio, de dos nuevas icnoespecies nunca antes definidas en el registro mundial.
Si visitar Dinópolis es fascinante por la posibilidad de ver los gigantescos huesos originales y las recreaciones corpóreas de estos animales, pisar los mismos lugares en los que ellos lo hicieron y toparse con sus huellas fosilizadas no lo es menos.
Las icnitas, que son las marcas dejadas en la tierra por las pisadas de animales producidas en el pasado, es uno de los campos de investigación y difusión que más peso ha tenido dentro de la Fundación Dinópolis en sus veinticinco años de trayectoria, en buena medida debido al impulso dado a esta disciplina por el paleontólogo Alberto Cobos, hoy director gerente de la institución.
Al interés de Cobos se debió la publicación de dos nuevos icnogéneros descritos en la provincia, algo que es poco habitual en la paleontología de dinosaurios, así como en la reinterpretación errónea de las huellas que se estaba haciendo en varios afloramientos al confundir con pisadas de saurópodos las dejadas por las manos de otros dinosaurios cuadrúpedos.
Otra aportación destacada en este tiempo dentro de la Fundación Dinópolis con el conjunto de la paleontólogos de la misma ha sido convertir el municipio de El Castellar en un referente nacional e internacional de la interpretación del mundo de los dinosaurios, puesto que el término cuenta con afloramientos de distintos periodos geológicos y es rico tanto en yacimientos de fósiles de huesos como de icnitas.
Hoy, cualquiera que acuda a Teruel para visitar Dinópolis no puede perderse el hacer una excursión a esta localidad de la Sierra de Gúdar-Javalambre para disfrutar in situ de las maravillas de la paleontología de dinosaurios, puesto que cuenta con yacimientos de icnitas y de huesos acondicionados para su visita, así como de un recorrido urbano con réplicas que es un auténtico museo a cielo abierto, complementado por espacios para contemplar la naturaleza de la zona como la Alberca del Saurio.
Junto a la excavación y la investigación de los huesos de dinosaurio, la Fundación ha potenciado esos mismos ámbitos en lo que a los rastros dejados por estos animales en el pasado se refiere, diversificando la oferta turística a través de la iniciativa que han tomado los propios municipios como es el caso de El Castellar -Galve fue pionero en esta materia-, o a través de las comarcas como sucede con la Comunidad de Teruel a través de su proyecto Dinoexperience.
Impacto
El Museo Aragonés de Paleontología atesora una importante colección de icnitas y de contrahuellas, el relleno de la pisada, a la vez que desde la Fundación se ha impulsado la restauración y mantenimiento de los afloramientos y el diseño de rutas como es la Carretera de las Huellas de Dinosaurio. Tal es el impacto que han tenido las icnitas, que han acabado impresas en camisetas, como es el espectacular caso de Iberosauripus grandis, y hasta se han comercializado galletas con sus formas en una iniciativa que puso en marcha Horno Sanz. Hasta una tapa de hostelería ha llevado el nombre de una icnita en un concurso de tapas del jamón: Huellas de Deltapodus ibericus, que elaboró el establecimiento La Esquicia
En excavación, conservación y difusión, puesto que la Fundación realiza de forma constante jornadas y visitas para dar a conocer los afloramientos, esta institución científica ha demostrado un especial mimo por la protección de un patrimonio que se encuentra a la intemperie y por lo tanto en continuo riesgo de destrucción por las inclemencias meteorológicas.
Dentro de esa labor de divulgación, la Fundación está moviendo desde el verano del año pasado por todas las comarcas una exposición sobre los Bienes de Interés Cultural (BIC) paleontológicos de la provincia, ante la importancia de sensibilizar y concienciar a los turolenses de la relevancia de estos lugares y la necesidad y obligación entre todos de preservarlos. Son 17 los BIC de estas características que están declarados como tales en la provincia, y la mayoría de ellos son afloramientos de icnitas de dinosaurio: Ríos Bajos, Barranco Luca, El Cantalar, Las Cerradicas, Miravete 1 y 2, Ababuj, El Castellar, El Pozo, Camino El Berzal, Corrales del Pelejón, El Hoyo, Puente del río Escuriza y Abenfigo.
Hay muchos más, que se cuentan ya por decenas, algunos hallados muy recientemente, como es el afloramiento de icnitas terópodas (dejadas por carnívoros) de Mosqueruela, que dio a conocer la Fundación a finales del año pasado y actualmente se encuentra en proceso de divulgación entre los habitantes de la zona.
Huellas tridáctilas
Las huellas de este último yacimiento de Mosqueruela dado a conocer por la Fundación datan de hace unos 100 millones de años. Eso lo convierte en uno de los escasos afloramientos de esta edad pertenecientes al Cretácico Superior turolense. Los científicos han identificado en el lugar una decena de huellas tridáctilas que tienen unos 22 centímetros de longitud media, repartidas en dos rastros de pisadas distintas.
A diferencia de otros lugares que cuentan también con icnitas de dinosaurio, en la provincia de Teruel tienen rasgos distintivos que han permitido su descripción científica como nuevos icnogéneros (una forma de huella en concreto) que nunca antes habían sido descritos en el registro mundial.
El primer icnogénero turolense se definió en enero de 2011 y su publicación científica con el paso del tiempo ha sido un bombazo porque ha permitido definir huellas similares en otros afloramientos del mundo y que han permitido identificarlas con el nombre científico que les puso la Fundación Dinópolis. El paleontólogo Alberto Cobos lideró esta publicación, aparecida en la prestigiosa revista científica internacional Palaeo 3 (Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology), junto con otros paleontólogos de la Fundación: Rafael Royo-Torres, Luis Luque, Luis Alcalá y Luis Mampel.
El artículo, titulado Un paraíso de los estegosaurios ibéricos: la Formación Villar del Arzobispo de Teruel, abordaba el estudio conjunto de los fósiles directos (huesos) e indirectos (pisadas), y estableció el nuevo icnogénero Deltapodus ibericus (pie triangular de Iberia). En aquella ocasión Cobos ya avanzó que la aportación tanto de los fósiles de Dacentrurus, un dinosaurio estegosáurido, como de las huellas, iba a suponer una “inflexión” en el estudio de estos animales, lo que ha despertado desde entonces un gran interés científico y la visita de investigadores de todo el mundo al yacimiento El Castellar, en el municipio del mismo nombre, que es la localidad tipo que se utilizó para su descripción. La huella se puede vislumbrar a lo largo de un rastro de pisadas de 23 metros de longitud dejadas por un ejemplar de Dacentrurus. Por un lado está la marca dejada por la mano, de forma arriñonada, y por otro, muy pegada, la del pie, triangular y muy alargada, lo que ha permitido inferir cómo era la locomoción de estos animales.
En ese mismo afloramiento, declarado BIC y hoy día acondicionado y musealizado para su visita sin riesgo para la conservación de las icnitas, se describió años después otra huella espectacular, la de un dinosaurio gigante, un megaterópodo de 12 metros de longitud, uno de los grandes depredadores situados en la cima de la cadena alimentaria en tiempos del Gigante Europeo, que es como se conoce al saurópodo Turiasaurus riodevensis.
De nuevo Alberto Cobos lideró esta publicación, suscrita a su vez por los paleontólogos de la Fundación Francisco Gascó, Rafael Royo-Torres, Luis Alcalá y el norteamericano Martin Lockley. El hallazgo fue publicado en 2014 en la misma revista Palaeo 3 donde se describió Deltapodus ibericus.
Lagarto ibérico grande
En la publicación, titulada Megatheropods as apex predators in the typically Jurassic ecosystems of the Villar del Arzobispo Formation, se estudian también dientes de grandes dimensiones que pertenecieron a megadepredadores de hace 145 millones de años. Tanto los dientes como las huellas se han asociado con un dinosaurio carnívoro tipo Torvosaurus, y la nueva icnoespecie fue descrita con el nombre Iberosauripus grandis (el pie del lagarto ibérico grande).
El estudio se realizó a partir de un rastro que se encuentra en el yacimiento El Castellar donde hay ocho pisadas tridáctilas de este animal. Se tomaron para la publicación las tres que se encuentran en mejor estado, cuyo tamaño alcanza casi los 60 centímetros de largo.
A partir de los análisis realizados y de la distancia entre las pisadas de este dinosaurio carnívoro que era bípedo, se pudo inferir que en vida este gigante pudo tener una longitud de 12 metros de largo, mientras que la altura de la pata hasta la cadera sería de unos 2,71 metros.
Se trata de dos de los hallazgos más espectaculares que ha hecho la Fundación Dinópolis en lo que a huellas de dinosaurio se refiere por haberse descrito dos nuevos icnogéneros en el registro mundial, aunque actualmente está excavando y estudiando en profundidad otro yacimiento en El Castellar, llamado El Pozo, en el que los resultados de las investigaciones se espera que sean también espectaculares por la singularidad del afloramiento, donde se han identificado cientos de icnitas y no dejan de aparecer otras nuevas.
No menos espectaculares han sido otros descubrimientos de icnitas realizados por la Fundación Dinópolis durante sus veinticinco años de historia, como fue el caso en 2013 del hallazgo de un yacimiento inusual de huellas en una mina de arcillas en el término municipal de Oliete explotada por Samca.
Materiales blandos
El hallazgo se produjo en el marco de los trabajos de colaboración entre la institución científica y la empresa minera, y lo realmente excepcional es que al ser arcillas, las huellas estaban formadas por materiales blandos. Debido a su poca consistencia, puesto que los sedimentos se deterioran rápido al estar expuestos a la intemperie, la Fundación lo que hizo rápidamente fue documentarlos y preservar algunas huellas que pueden verse en el Museo de Dinópolis antes de que acabasen erosionadas.
De nuevo, Teruel dio la vuelta al mundo por sus pisadas de dinosaurio debido a la singularidad de este afloramiento de hace unos 111 millones de años, que presentaba rastros de icnitas tridáctilas pertenecientes a terópodos que habrían alcanzado hasta los 14 metros de longitud.
Divulgación
No todos los afloramientos de icnitas hallados por la Fundación Dinópolis en la provincia son visitables, ya que si no están debidamente acondicionados existe el riesgo de un mayor deterioro por la presencia antrópica. En cualquier caso, la institución paleontológica realiza continuas jornadas divulgativas en estos afloramientos para mostrar a la gente su valor, al igual que en las instalaciones de la Fundación para dar a conocer los depósitos de materiales con que cuenta, entre los que hay rellenos que han dejado la forma de los pies y manos de los dinosaurios e incluso impresa su piel con sus escamas. Con los niños también se desarrolla una intensa actividad en este campo para que sean los primeros en preservar el patrimonio.
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