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Especialistas de la Fundación Dinópolis y del CSIC consiguen aflorar más de 400 restos fósiles en el yacimiento La Gloria 4 Especialistas de la Fundación Dinópolis y del CSIC consiguen aflorar más de 400 restos fósiles en el yacimiento La Gloria 4

Especialistas de la Fundación Dinópolis y del CSIC consiguen aflorar más de 400 restos fósiles en el yacimiento La Gloria 4

Los paleontólogos trabajan también en la recuperación de materiales ajenos al universo de los dinosaurios
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La paleontología turolense no solo vive de los dinosaurios aunque hoy día sea lo que más fama le ha dado. Invertebrados, y por supuesto los mamíferos, se suman a un rico patrimonio con numerosos yacimientos en los que es habitual encontrarse con faunas propias de la sabana africana. Una campaña de excavaciones a las puertas de Teruel capital finalizada esta semana ha puesto de manifiesto la riqueza de estos afloramientos al haber arrojado más de 400 fósiles en tan solo diez días, entre ellos de jirafa.

“Mira qué fémur de jirafa”, indica alguien. Cuando oyes esto al visitar el yacimiento de La Gloria 4 no puedes evitar mostrar sorpresa por lo que el subsuelo turolense puede albergar. Son las doce del mediodía del pasado miércoles. Los paleontólogos se afanan en consolidar y extraer el mayor número de huesos posible porque ese día termina la excavación. A pesar de ello, no paran de atender a los medios de comunicación, tanto a un equipo de televisión que les requiere de un poquito de “espectáculo” para hacer más atractiva la información, y al que responden con paciencia y generosidad, como a este periódico.

Lo primero que uno se encuentra al llegar a un yacimiento paleontológico es a gente tirada por los suelos, rebozada en polvo, y concentrada con los pinceles y punzones en retirar la tierra que cubre los fósiles, ajenos a lo demás como si el resto del mundo se hubiese parado. En este caso más que pararse ha retrocedido en el tiempo a hace unos 4 millones de años.

Equipos

El sol pega fuerte, aunque se puede resistir, a la vez que las rachas de viento incomodan. El equipo de científicos formado por paleontólogos de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis y del Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC excava en una cima desde la que se divisa Teruel capital al fondo. Se puede decir que la tienen a vista de pájaro.

Están a un tiro de piedra de la ciudad y allí ha aparecido un verdadero tesoro con numerosos fósiles. El acceso no es fácil porque el camino de tierra está muy deteriorado en su último tramo y si no se lleva el vehículo adecuado puedes dejarte en el trayecto el coche. Hasta aquí, la parte de aventura que hay que vivir a escasos minutos de la capital turolense, porque al llegar a La Gloria 4 sientes que estás al lado de casa. El equipo bromea al afirmar que trabajar allí es como estar en la gloria, y han dado fe de ello en sus cuentas de twitter al colgar fotos de los atardeceres de película que han contemplado.

La primera impresión que te llevas al visitar este afloramiento es que es más pequeño que en los que aparecen dinosaurios, aunque la superficie que han limpiado este año es grande. En un afloramiento del Mesozoico no tardas en ver alguno de los gigantescos huesos que excavan los científicos, pero aquí tienes que adaptar la vista y dejarte guiar por los expertos porque los fósiles son mucho más pequeños. Cuando lo haces te quedas boquiabierto al descubrir la ingente acumulación de huesos que están saliendo a la luz en este sitio.

La Gloria 4 es un yacimiento del Plioceno Inferior descubierto a finales de los años 70 del pasado siglo y excavado en la década de los 80 con buenos resultados a pesar de que la superficie en la que se “arañó” la tierra entonces en busca de fósiles fue escasa. El paleontólogo turolense Luis Alcalá, que ha trabajado en él, lo valoró como uno de los afloramientos más importantes de macromamíferos de la Fosa de Teruel.

En la década pasada, dentro ya de este siglo, volvió a excavarse en los años 2016 y 2017. En aquellas campañas se corroboró su riqueza y este año los científicos han regresado.

Entre el 20 y el 30 de septiembre han abierto una nueva superficie con la ayuda de una retroexcavadora y lo que han encontrado es espectacular por la gran acumulación de fósiles que han aflorado con restos de Hipparion (un caballo primitivo), bóvidos, jirafas, hienas y otros carnívoros a pesar de que estos últimos no son muy abundantes. Desde que se empezó a excavar en el siglo pasado, la fauna hallada en este afloramiento está representada por más de 40 especies, lo que pone de manifiesto su valor científico.

Proyecto conjunto

Se trata de un proyecto conjunto de la Fundación Dinópolis y el Museo Nacional de Ciencias Naturales, que vienen colaborando desde hace tiempo en la excavación de yacimientos de la Fosa de Teruel, que solo en la capital es tan importante que hay inventariados más de 60 afloramientos, muchos de ellos de micromamíferos. En La Gloria 4, en cambio,  aparecen macromamíferos y con una gran diversidad, algo que es poco frecuente encontrar en Europa en el Plioceno Inferior.

En total han participado en los trabajos de esta campaña una decena de paleontólogos, tanto de la Fundación Dinópolis como del Museo Nacional, así como voluntarios que ya lo habían hecho en anteriores ocasiones.

Junto al estudio de las faunas de este periodo, el sitio está arrojando también información importante sobre cómo se formó el yacimiento, lo que se conoce científicamente como tafonomía.

El paleontólogo de la Fundación Dinópolis, Eduardo Espílez, codirector de las excavaciones, explica que el objetivo es ampliar el yacimiento para ver su importancia ya que aparece mucho material. “Nos van a quedar unos cuantos años más de trabajo para poder acabar la cuadrícula que hemos proyectado”, comenta el científico mientras con paciencia arrebata a la tierra unos huesos de jirafa de un estrato formado por calizas que ha salido a la luz tras rebajar una ladera con la ayuda de la retroexcavadora.

No son dinosaurios, pero su interés no es menor si se tiene en cuenta la fauna que está apareciendo de cuando Teruel parecía una sabana africana, mucho antes de que irrumpiera la especie humana. Entonces en la cima de la cadena alimentaria estaban unos depredadores igual de fascinantes que los dinosaurios carnívoros, pero mamíferos como nosotros, los dientes de sable.

 

Fósiles de cuernos de gacela tal como han aparecido en el yacimiento


En el Turoliense de Teruel, un periodo geológico que es anterior al yacimiento de La Gloria 4 pero que contaba ya con faunas propias de África debido a que el Mediterráneo se secó y los animales pudieron pasar a Europa, se han hallado espectaculares dientes de sable como Paramachairodus y Amphimachairodus. Estos félidos de grandes dimensiones están representados en los murales en cerámica que se pueden ver en Concud realizados por los propios vecinos, así como en el Parque del Turoliense de El Pobo que impulsa la Comarca Comunidad de Teruel.

En La Gloria 4 los restos de carnívoros es escasa, pero los investigadores no descartan que puedan aparecer en algún momento dada la riqueza y diversidad de fósiles que están apareciendo.

Manuel Salesa, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales y codirector de la excavación de La Gloria 4, comenta que el Plioceno Inferior “es un momento interesante para la evolución de este grupo porque podríamos tener aquí los últimos Amphimachairodus”, además de Dinofelis, un dientes de sable con los caninos más cortos que ocupó el nicho que luego ocuparían los leones y leopardos.

Que pudieran encontrarse esos restos sería “superinteresante”, afirma Salesa, “porque tampoco hay muchos restos de ese animal”. En África sí que han aparecido muchos, pero en el continente europeo pocos, y hace 4 millones de años “sería un momento muy interesante para estudiar la evolución de ese género aquí en Europa”.

Ese es uno de los grandes atractivos del yacimiento La Gloria 4, que este tipo de afloramientos del Plioceno Inferior son escasos en Europa, a diferencia de lo que ocurre con el Turoliense en sitios como España y Grecia. Salesa asegura que aparte del interés que tiene este yacimiento por ser del Plioceno Inferior, lo es porque “aparecen numerosos elementos agrupados, de manera que te puedes encontrar restos de Hipparion (caballo primitivo), jirafas, bóvidos, algún carnívoro, todos mezclados en un metro cuadro”. Y aunque a veces los huesos están muy aplastados, en otras se encuentran en muy buen estado de conservación como ha sucedido con los fósiles de jirafa hallados este año.

En esta campaña con más de 400 fósiles extraídos, además de los huesos de jirafa se han encontrado dientes de Hipparion, un cráneo de un antílope de talla mediana y un maxilar de una hiena pequeña del género Plioviverrops.

 

Preparación de bloques de huesos en momias para transportarlos al laboratorio y allí separarlos

Entre el amasijo de huesos se adivina la presencia de otras especies porque se aprecian también cuernos de gacela y justo el último día de la excavación aparece un fragmento de mandíbula de un carnívoro pequeño que centra la atención del grupo e inyecta mucho ánimo a Salesa y a Gema Siliceo, también del Museo Nacional de Ciencias Naturales, ambos expertos en depredadores. Horas después Salesa confirmaría que el fósil no era de una especie nueva sino que pertenece a un Nyctereutes, un cánido pequeño de cuya presencia ya se tenía constancia en La Gloria.

La aparición del fósil es vivida con emoción por los científicos ante la posibilidad de cualquier hallazgo nuevo. “Lo interesante de excavar un yacimiento así es que tiene tantos restos que hay la esperanza de que te puedan salir elementos faunísticos raros”, comenta Salesa. En el laboratorio continuará la labor de búsqueda porque se han extraído varios bloques de fósiles acumulados y entre ellos podría aparecer la sorpresa, por lo que habrá que esperar a la preparación de los materiales.

Lo que tiene claro Salesa es que en ese ecosistema había superdepredadores al encontrarse restos de jirafa y de caballo que tuvieron que ser depredados por grandes carnívoros. Los huesos de carnívoro de mayor tamaño encontrados hasta ahora son de dos tipos de hiena y de un caracal, un felino medio, que según Salesa “son pequeños y no podrían nunca con un caballo y menos con una jirafa”.

Por eso no pierden la esperanza de que al final aparezcan otras faunas en el yacimiento. “Lo que esperamos es que salgan también los carnívoros que estarían depredando a los grandes ungulados”, comenta el científico del CSIC, quien ya piensa en el futuro estudio de los huesos una vez preparados en el laboratorio de la Fundación Dinópolis, así como en próximas campañas porque la intención es seguir excavando en  en La Gloria 4.

Además de la gran diversidad de fauna que aparece en este afloramiento y la posibilidad de conocer mejor los ecosistemas del Plioceno Inferior de hace 4 millones de años en Europa, este yacimiento turolense tiene otro atractivo, conocer cómo se formó el mismo.

Dolores Pesquero, paleontóloga del Museo Nacional de Ciencias Naturales y codirectora también de la excavación, centra su trabajo en los estudios tafonómicos, cuyos resultados  hasta el momento han tenido trascendencia internacional.

No es fácil seguir a Pesquero en su explicación, porque su trabajo no consiste solo en excavar el fósil y determinar a qué especie pertenece, sino inferir información de cómo era el ecosistema en el que vivió a partir del análisis de los huesos por microscopía electrónica.

A través de esta técnica se puede determinar cómo eran las bacterias o microorganismos que provocaron pequeñas galerías en el interior de los fósiles. Lo que se ha encontrado en este caso, así como pasa en los yacimientos de Concud, es que el apatito del hueso, los minerales que lo forman, se han transformado en calcita.

Alteración

Esta alteración indica que el hueso se ha fosilizado en unas condiciones especiales por el efecto de microorganismos típicos de ambientes acuáticos. Eso permite determinar que el ambiente en en el que se depositaron los cadáveres de esos animales era acuático terrestre, al haber penetrado también en el interior de los huesos microorganismos desde el exterior.

Y es que lo que hoy es un monte próximo a la ciudad, que es donde está el yacimiento, hace 4 millones de años era un sitio llano con bastante vegetación, sin ser un bosque cerrado, con charcas someras de agua como en la sabana arbolada africana, a la que acudían a beber los animales.

El trabajo casi detectivesco de los paleontólogos continuará ahora en el laboratorio, donde se prepararán los fósiles y pasarán a ser estudiados por los científicos. Pesquero comenta que se estudia la superficie para determinar si en los huesos hay marcas de haber sido depredados o carroñeados por otros animales, y si las fracturas que se observan se deben al pisoteo de otros o han sido provocadas por su transporte.

De la campaña de este año Pesquero destaca la gran variedad de fósiles excavados y los restos de jirafa encontrados, lo que va a permitir caracterizarla y avanzar en la reconstrucción paleoecológica del Teruel de hace cuatro millones de años. A la vista de estos hallazgos se puede decir que entonces nosotros también éramos África.

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