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El ‘cementerio’ de los dinosaurios que afloró hace 15 años en Ariño ha completado la historia del Cretácico El ‘cementerio’ de los dinosaurios que afloró hace 15 años en Ariño ha completado la historia del Cretácico
Paleontólogos de la Fundación Dinópolis trabajando en una de las concentraciones de AR1, el principal nivel del afloramiento. FCPTD

El ‘cementerio’ de los dinosaurios que afloró hace 15 años en Ariño ha completado la historia del Cretácico

El yacimiento de la Mina Santa María cumple tres lustros en los que este afloramiento se ha convertido en único a nivel mundial por sus características
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Cuando en mayo del año 2010 los paleontólogos de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis Eduardo Espílez y Luis Mampel entraron en la Mina Santa María de Ariño, propiedad de Samca y dedicada a la extracción de lignitos, se encontraron con un lugar nada común para el desarrollo de trabajos paleontológicos, puesto que tenían que desarrollar su labor en medio de una explotación a cielo abierto en activo. Lo que vieron fueron sucesivas concentraciones de fósiles en la última capa de carbón, hasta la que llegaban las máquinas para la explotación del mineral, algo que acabó abriéndoles una ventana a un periodo geológico poco conocido, el Albiense, entre hace 113 y 100 millones de años.

Tres lustros después este lugar se ha convertido en uno de los yacimientos de este periodo más espectaculares del mundo puesto que es único en Europa por su extensión y la riqueza de los fósiles que se encuentran. Lejos de haberse acabado los trabajos en todo este tiempo, los paleontólogos siguen excavando a pesar de que ha decrecido la actividad de Samca en la mina, y continúan apareciendo nuevos restos como el primer día. Es inabarcable y lo que allí aparece está cambiando la historia de los dinosaurios que vivieron en el Cretácico Interior al arrojar luz sobre un periodo que prácticamente era desconocido en Europa.

Ahora una exposición itinerante realizada por la propia Fundación Dinópolis, responsable de los trabajos de excavación e investigación, acerca a los turolenses a uno de los enclaves paleontológicos más importantes del planeta, en el que el trabajo de los paleontólogos ha permitido recuperar los fósiles tras el paso de la maquinaria pesada de la mina a cielo abierto y abrir así esa ventana al pasado para conocer mejor la historia de la evolución de la vida.

La exposición, titulada Dinosaurios del carbón y compuesta por trece paneles informativos con fotografías y reconstrucciones de los animales que allí se han encontrado, además de plantas, ha iniciado su itinerario en Ariño y continuará por otros puntos de la geografía turolense como ha ocurrido con otra muestra de éxito organizada por la Fundación sobre los yacimientos declarados BIC en las comarcas turolenses.

El director gerente de la Fundación Dinópolis, Alberto Cobos, asegura que “dar a conocer las investigaciones científicas y el patrimonio paleontológico de Teruel, como es el caso de este yacimiento excepcional de la Mina Santa María, es uno de nuestros fines”.

El científico añade que la finalidad es hacer esa divulgación “tanto en el entorno del que proceden los fósiles, como en este caso de Ariño, como en otros lugares más distantes, para dar a conocer la ciencia que se hace desde la Fundación, por y para Aragón y Teruel”.

Hay un mito popular en África que habla del cementerio de los elefantes, un lugar mitológico que nadie ha encontrado y en el que según cuenta la leyenda acudirían estos animales moribundos al final de sus vidas para morir. El valor del marfil hizo que en el siglo XIX numerosas expediciones buscaran el lugar, sin encontrarlo, porque en caso de existir habría sido como una mina de oro.

Salvando las distancias, la Mina Santa María de Ariño viene a ser como el cementerio de los elefantes, por la riqueza de los fósiles, por su gran cantidad y porque hubo muchos dinosaurios que acabaron encontrando allí su muerte. Los estudios tafonómicos y de otro tipo deberán determinar qué ocurrió, aunque todo apunta a que pudieran haber quedado atrapados en lo que era una zona pantanosa.

El paleontólogo Luis Mampel comenta que es posible hacerse una idea de cómo era ese paleoambiente a partir de los estudios que han realizado. Hace 110 millones de años aquello era un “ambiente subtropical con unas temperaturas superiores a la media actual, con relativa abundancia de agua pantanosa cerca, no muy lejana del precursor del Mar de Tetis”.

Eduardo Espílez (i) y Luis Mampel (d) en los inicios de la excavación. FCPTD

Lo que allí está apareciendo es ingente por su variedad. La acumulación de materia orgánica muestra restos de paleoincendios con una gran presencia de flora, una fauna típica de estos ambientes y gran abundancia de cocodrilos y de tortugas, “y dinosaurios de hasta 8 metros de largo merodeando por ahí”. Por qué no aparecen otros animales más grandes como los saurópodos podría deberse a que tal vez “no se atreverían a acercarse por allí por las condiciones pantanosas del ambiente al no ser las más idóneas para moverse”.

En la Mina Santa María de Ariño se han descrito animales de los que no se tenía conocimiento hasta ahora en el registro fósil mundial, como es el caso de los nuevos dinosaurios Europelta carbonensis y Proa valdearinnoensis, el primero un nodosáurido acorazado, al que la exposición se refiere como los “tanques del Mesozoico”, y el segundo un ornitópodo de récord, porque es el más moderno de los identificados en España y completa además el registro fósil de iguanodontios basales de Europa.

Eduardo Espílez pone el foco de atención no solo en estos grandes vertebrados sino en depredadores como los cocodrilos Anteophthalmosuchus escuchae, de 3 metros de largo, y Hulkepholis plotos, de 2 metros, que hacían de esa zona pantanosa un lugar peligroso. A ellos se suman una gran variedad de plantas que están permitiendo reconstruir la flora del sitio, “pero es que estamos encontrando desde animales que tenemos que estudiar con microscopio, con lupas binoculares muy potentes, hasta inclusiones dentro del ámbar”. Y junto a ellos invertebrados, gasterópodos y bivalvos. Mampel asegura que estos últimos son muy interesantes “porque su estado de conservación es excepcional”.

Se han documentado más de 11.000 registros de fósiles, si bien aclaran que los materiales son más porque muchos son concentraciones. En total han visto más de 60 hectáreas de terreno porque el yacimiento se dispone de forma consecutiva sobre una misma capa, aunque hay otras dos ligeramente más modernas en las que también han excavado, en una de las cuales encontraron icnitas.

Espílez comenta que el lugar no deja de sorprender porque el trabajo que han realizado ha sido “titánico” y el volumen de materiales por preparar y estudiar es descomunal, por lo que será un legado que servirá a otros investigadores en el futuro para que puedan seguir haciendo investigación con todo lo aparecido.

Este científico pone la atención no solo en los fósiles de vertebrados de gran tamaño, o en los carnívoros como los cocodrilos, sino también en algo tan diminuto como las bacterias. Las han encontrado en los coprolitos, los excrementos fosilizados, y que son también muy ricos en restos de polen que ayudan a reconstruir la flora del sitio.

Carrera de fondo

“Esto es una carrera de fondo”, precisa el paleontólogo, porque hay mucho material que procesar y al haberlo recuperado con rapidez porque la mina es algo vivo que avanza y al igual que aparecen nuevos afloramientos desaparecen al quedar ocultos, nuevas generaciones de científicos tendrán la oportunidad de seguir estudiando lo encontrado.

“El día que nos jubilemos aún habrá aquí gente que estará trabajando en lo que hemos excavado, y no solo con los fósiles sino con todos los datos que hemos recabado”, indica. Esto convierte la Mina Santa María en un proyecto legado que seguirá dando muchas alegrías con el tiempo. De hecho, el científico comenta sobre los últimos materiales que rescataron hace quince días, “que van a dar bastante información, pero es que el trabajo de campo sigue adelante”.

Luis Mampel añade que es tal la cantidad y variedad de fósiles extraídos que se pueden empezar a hacer nuevos estudios para poder determinar incluso las diferencias de sexo entre las especies al haberse encontrado distintos ejemplares de la misma especie. “Esto va a dar para hacer diferentes estudios durante muchísimo tiempo”, precisa.

Hoy ambos pintan canas, como se aprecia al comparar con las fotografías de los inicios, aunque afirman que tienen la sensación de que fue ayer. Mampel recuerda que en 2010 cuando el personal de la mina les llevó al nivel en el que no han dejado de excavar, “pudimos certificar que estábamos ante un sitio importante”. Desde el primer momento se les abrieron los ojos al ver restos de dinosaurio, pero también de osteodermos de cocodrilo y placas de tortugas.

La excavación en plena explotación minera entraña numerosas dificultades. FCPTD

“Los ojos iban locos de un lado para otro, y además teníamos ante nosotros algunas concentraciones con bastantes huesos aflorando en la superficie”, relata el científico.

Espílez es de la misma opinión. Afirma que nada más llegar al sitio “vimos que era algo que se salía de lo normal, y soy consciente de que no me cruzaré con otro igual, y ojalá me equivoque”.

Ambos reconocen que trabajar en un sitio así, pese a la dureza que entraña por su dificultad, es un privilegio por su singularidad y riqueza. Espílez lo compara con “tener un hijo que, a base de esforzarnos y de trabajo nos ha dado mucho”.

Ha sido su particular cementerio de los elefantes, que en Teruel se materializó en realidad y que ha dado a la provincia y a los turolenses una de las ventanas al pasado más espectaculares que podía abrirse en el tiempo.

Una variedad de registros que abarca desde lo macro a lo microscópico

La Mina Santa María de Ariño es un yacimiento paleontológico excepcional por la variedad de registros fósiles que aparecen, que van desde los huesos de grandes vertebrados como los dinosaurios, hasta organismos microscópicos como bacterias que han sido halladas en los coprolitos, los excrementos de los animales.

Lo que más proyección ha tenido han sido los dinosaurios con las dos nuevas especies descritas, así como los cocodrilos. Las tortugas también están dando alegrías, como Aragochersis lignitesta, un nuevo género. Aparecen completas al excavarlas.

El ámbar ha sido otro hallazgo revelador, ya que hasta comienzos de la actual década, afloramientos de esta resina fosilizada y de dinosaurios a la vez solo se había dado en tres yacimientos del mundo en Estados Unidos, Canadá y Francia, a los que se sumó Ariño. Han aparecido hasta restos de plumas de dinosaurio en el ámbar.

Los invertebrados y los microfósiles como los ostrácodos y las algas carófitas también han arrojado hallazgos espectaculares con la descripción de nuevos géneros, a los que se suman las plantas.

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