Un traje a medida para un dinosaurio acorazado sin parangón en el mundo que emocionará a los visitantes de Dinópolis
Los montajes de 'Europelta' y 'Galveosaurus' muestran la excelencia profesional del personal de la Fundación Conjunto Paleontológico de TeruelPocos lugares como Dinópolis muestran los avances científicos que realizan los investigadores con tanta excelencia como lo hace en este caso el personal de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel. Paleontólogos y otros profesionales de la misma han hecho de esa excelencia su mayor virtud, que han vuelto a poner de manifiesto estos días con las últimas novedades incorporadas al parque paleontológico, el montaje de un esqueleto original de dinosaurio casi completo, y la recreación de otro como si estuviera vivo. En ambos casos han logrado lo que es vital para encandilar a los visitantes, emocionar con lo que se muestra a sus ojos.
Eduardo Espílez, Luis Mampel y Daniel Ayala (en ese orden de izquierda a derecha según la fotografía que acompaña a este reportaje) posan con orgullo ante el esqueleto de Europelta carbonensis en el Museo Paleontológico de Dinópolis.
Tienen motivo para hacerlo después de haber hecho un “traje a la medida” a un dinosaurio que es único en el mundo, que ellos mismos encontraron en la Mina Santa María de Ariño y describieron científicamente al ser la primera vez que se encontraba un fósil así en el registro mundial.
Aquello fue la parte científica después de años de excavación, puesto que los trabajos en la Mina Santa María se iniciaron en el año 2010 y la descripción científica de este animal tuvo lugar en el año 2013. Nadie imaginaba entonces que fuesen a aparecer numerosos fósiles de esta nueva especie en ese yacimiento, pertenecientes a distintos ejemplares.
Descripción de la especie
La descripción de la especie se hizo con dos ejemplares, que fueron los primeros que aparecieron y el material era más que suficiente para poder hacerlo. Se trata de un dinosaurio “chaparro”, afirma con cariño hacia Europelta Luis Mampel, puesto que pide unos 5 metros de largo y aproximadamente un metro y medio de alto. Era un animal acorazado, comedor de plantas y cubierto por osteodermos como los de los cocodrilos, para defenderse de los depredadores.
Espílez y Mampel recuerdan que cuando empezaron a aparecer sus fósiles en la mina de carbón a cielo abierto de Ariño tuvieron una “prioridad impulsiva” de saber qué era aquello. “No sabíamos a lo que nos enfrentábamos porque eso no se parecía a nada de lo que habíamos visto hasta la fecha”, comenta Mampel.
La mina Santa María, de cuyo yacimiento paleontológico son codirectores, ha dado muchas alegrías a la Fundación Dinópolis, además de una cantidad ingente de fósiles para los que queda todavía mucho trabajo por delante de investigación. La superficie sobre la que han intervenido es de unas 60 hectáreas, parte de la cual se encuentra ya sepultada de nuevo por las labores de restauración de la explotación minera a cielo abierto.
Mina activa
Al ser una mina activa, cada vez que han acudido a excavar tenían ante sí una ventana abierta de unas 15 héctareas, que conforme avanzaba la explotación del carbón se iba cerrando por un lado y abriendo por el otro. Esa característica les obligó a marcar prioridades a la hora de planificar las excavaciones, y en estos más de diez años de trabajo han hecho acopio de más de 11.000 registros.
Aclaran que cada uno de esos registros puede estar formado por un solo fósil o por varios ya que cada paquete extraído puede contener varios fósiles. Eso arroja una media anual de 1.000 registros en las 163 concentraciones que han excavado durante todo este tiempo. La cifra es espectacular y muestra la magnitud e importancia mundial de este afloramiento.
El lugar ha arrojado géneros y especies únicos, nunca antes encontrados en el registro mundial, entre ellos dos dinosaurios que se describieron por primera vez en este sitio. El esqueleto fosilizado de uno de ellos, Proa valdearinnoensis, ya fue objeto de un montaje hace unos años, algo que nunca se había hecho en España porque lo que se montan son réplicas y reconstrucciones, pero no los huesos fosilizados originales, algo que tampoco es frecuente hacer en los museos paleontológicos del resto del mundo. Lo habitual es exhibir algunos huesos y acompañarlos de imágenes o reconstrucciones de cómo eran en vida, pero lo que ha hecho la Fundación Dinópolis ha sido coger esos huesos y montarlos articulados tal como estaban en el cuerpo del animal.
Proa fue la primera experiencia, pero ahora se han superado con Europelta carbonensis, mucho más complejo por la coraza que tenía el animal. Detrás hay muchas horas de trabajo y de investigación y el resultado que el público ha podido ver desde este pasado fin de semana en Dinópolis es increíble.
Montaje del esqueleto
El montaje del esqueleto original de Europelta se ha hecho con un total de 283 fósiles, no todos los que tiene puesto que se ha primado la claridad para que el público pueda apreciarlo y comprender lo que está viendo. Se han empleado seis ejemplares, aunque se tomó como base uno que representa el 70% del esqueleto montado.
Una vez excavados los huesos se requirió su preparación (limpieza) en el laboratorio y después su montaje como si fuera un puzle, para lo que ha sido clave el artista de la Fundación, Daniel Ayala, a cuya capacidad artística se suma su paciencia para afrontar retos que parecen imposibles y que a cualquiera le acobardarían.
Para montar el esqueleto se estudió previamente la posición de cada fósil y Ayala fue haciendo para cada uno de ellos un soporte de hierro adaptado específicamente a su medida. Después se fue montando el esqueleto sobre una estructura metálica hecha conforme avanzaba el proceso, una para lo que son los huesos específicamente y otra para la coraza, colocada a modo de paraguas.
Ese escudo dérmico del animal está montado solo con los osteodermos, y se ha prescindido de los osículos, que van entre ellos para cerrar la coraza y proteger por completo el cuerpo del dinosaurio.
Si se hubiesen montado también, habrían tapado el esqueleto, porque la coraza les cubría por completo como si fuesen armadillos.
Fosilización
Además, Ayala apunta que los huesos por sus condiciones de fosilización suelen aparecer deformados, por lo que en el montaje hay que colocarlos de manera que el resultado final no parezca una aberración. A ello se suma la dificultad que entraña dejar la estructura metálica que soporta los fósiles lo más oculta posible.
Espílez asegura que el conjunto es un trabajo “titánico”, imposible de medir en horas, y Mampel aclara que al ser fósiles únicos en el mundo son muchos los especialistas que acuden a verlos, por lo que debe resultar fácil poder extraerlos y volver a colocarlos en la estructura metálica para que los paleontólogos puedan estudiarlos.
Al montaje del esqueleto original se ha sumado este año la incorporación de otro nuevo corpóreo en la zona de Tierra Magna, un dinosaurio del género Galveosaurus hallado en Galve. La novedad es que está herido y ha caído al suelo, lo que permite ver más de cerca ciertas partes de su anatomía.
Lo ha esculpido Daniel Ayala, que con esta nueva obra se ratifica como un referente en la reconstrucción corpórea de estos gigantes. Muchos visitantes pudieron comprobar este fin de semana que tumbado en el suelo parece dirigir la mirada a quien lo contempla. Con ambas novedades la Fundación Dinópolis ha devuelto otra vez la vida a estos animales extintos hace millones de años.
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