Las bibliotecas turolenses, tanto municipales como escolares e incluso algunas privadas, sufrieron una considerable purga de ejemplares por parte de las autoridades franquistas a través de la promulgación de diferentes decretos al poco tiempo de iniciarse la sublevación militar del 18 de julio de 1936.
Se quiso acabar con todos aquellos elementos culturales que había defendido y difundido el régimen republicano y uno de ellos eran los libros ya que muchos de ellos eran calificados como “enemigos” y “perniciosos por ser contrarios a la ideología del GMN” por lo que debían desaparecer de los anaqueles de las librerías, bibliotecas... empezando esta labor destructiva muy pronto en la zona ocupada por los militares sublevados.
En el caso de la biblioteca municipal de Calamocha, la purga de sus fondos se llevó a cabo en dos ocasiones separadas cronológicamente por unos meses. La primera correspondió al 11 de septiembre de 1936, una semana más tarde de haberse publicado la orden nº 195 del Gobierno de Burgos en el Boletín Oficial de la provincia de Teruel, esto es, se tomaba esa decisión por los militares sublevados cuando habían pasado menos de dos meses del golpe de Estado militar.
La segunda tuvo lugar ya bien entrada la Guerra Civil. En este caso el documento de retirada de libros lleva fecha de 13 de junio de 1938, exactamente seis años después del decreto promulgado por el Gobierno republicano para la creación de bibliotecas. En este caso la decisión venía tomada por el jefe de la sección de Archivos y Bibliotecas del ministerio de Educación Nacional y se justificaba tal decisión muy simple: “Los libros detallados eran perniciosos y contrarios a la ideología del GMN”.
No sabemos si hubo alguna otra depuración oficial de libros más tarde, pero es posible que sí, no obstante la cantidad total de ejemplares que perdió la biblioteca de Calamocha por orden de las autoridades franquistas pudo estar en torno a los treinta ejemplares, aproximadamente un 10% del catálogo y aún se perderían más como veremos más adelante.
Ahora bien, qué libros y qué autores fueron los seleccionados para hacerlos desaparecer de la biblioteca municipal… A continuación, hemos seleccionado los más conocidos:
·Se expurgaron todos los libros que tenían algún tipo de vinculación con la Unión Soviética y con su régimen político comunista (los soviets, bolchevismo…), pero también las novelas de aquellos grandes escritores rusos como Tolstoi o Dostoievski considerados como clásicos universales, posiblemente por ser sus autores de origen ruso, sin ningún razonamiento ideológico. En este sentido, cualquier publicación que “oliera”, aunque fuera muy poco, a socialismo o comunismo era eliminada.
·Fueron eliminadas todas las obras de grandes escritores consagrados y muy populares en las décadas del primer tercio del siglo XX como el caso de Vicente Blasco Ibáñez, Valle Inclán o del francés Emile Zola por tratarse de autores considerados como “malditos” o vinculados al republicanismo.
·Todos los libros de autores que habían tenido alguna vinculación política con el régimen republicano anterior como Jiménez de Asúa u Ortega y Gasset, así como cultural como el caso de Federico García Lorca.
·Aquellos libros cuya temática era de índole sexual o erótica fueron eliminados pese a que su contenido era muy sencillo, didáctico y asequible para leer.
En algunos casos da la sensación de que los libros eran retirados sin criterio alguno, de forma arbitraria, teniendo en cuenta solamente que se habían publicado en los años treinta, es decir en el periodo histórico de la II República.
Acabada la guerra, a mediados de octubre de 1943, el alcalde del momento, en contestación a la petición de la Dirección General de Estadística, afirmaba que “la biblioteca municipal estaba totalmente desorganizada” y se volvía a echar la culpa a los soldados “puesto que con ocasión de la guerra se hicieron entrega de infinidad de volúmenes a la Oficialidad y clases de fuerzas que acamparon en esta este sector y pese a hacérseles entrega de recibos, no devolvieron los tomos solicitados.”
En cuanto al nº de libros existentes en la Biblioteca en esos momentos, de los 300 ejemplares que constituyeron la dotación inicial de la biblioteca municipal de Calamocha en 1932, solamente quedaban 160, esto es, el fondo bibliográfico casi se había reducido a la mitad. Pero no solo eso, la biblioteca, en palabras del alcalde, “como consecuencia de ello, el Ayuntamiento tomó el acuerdo de dejar sin efecto el funcionamiento de la misma, y que continua en la actualidad”, es decir, se había cerrado la biblioteca por decisión municipal y aún tardaría unos cuantos años en abrirse de nuevo. Al parecer, no era necesario ni prioritario disponer de una biblioteca pública y municipal.
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