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De las musas al teatro De las musas al teatro

De las musas al teatro

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Juanjo Francisco

A l final la fumata blanca anunció lo que hacía meses que se comentaba en los corrillos de la política doméstica: Teruel Existe ha  dado el paso y presentará candidaturas a las próximas elecciones municipales y autonómicas. Los portavoces del otrora conocido como movimiento ciudadano explicaron que la decisión recogía una demanda mayoritaria del “cuerpo social y de muchos turolenses”. Esto, y el hecho de que gran parte de las competencias administrativas de lo público ya están transferidas a las autonomías, ha empujado a los líderes de la coordinadora, agrupación de electores o como quieran llamarles ahora, a dar ese paso.

En este punto de la historia hay que recordar los más de veinte años transcurridos desde aquellas primeras manifestaciones callejeras, multitudinarias, la presencia de un presidente Aznar en la capital de la provincia que todavía se estará preguntando qué paso aquel día en el que lo que prometía ser un apacible paseo ciudadano acabó como el rosario de la aurora. Menudo rictus lució entonces, con lo suyo que era. Había demasiada hartazón social por el ninguneo secular a esta tierra y Teruel Existe lo aglutinó.

A aquellas pancartas de entonces y a todas las que llegaron después, también las enarboladas en aquella lluviosa mañana madrileña del 31M, se adhirieron manos y corazones de miles de personas, turolenses y no. Se ha instaurado en la agenda política nacional el asunto de la España vacía y de la España vaciada, ojo con los matices, que también importan en estos momentos, y todo ha sido fruto de una mística grandiosa que con el poso de muchos años llevó a Teruel Existe al Congreso y al Senado. Instalado allí, sus próceres veteranos y alguno de nuevo cuño que ha aprovechado el viento a favor, han palpado el sentir del “cuerpo social” y han decidido pasar de las musas al teatro: engrosarán las filas de los partidos políticos con apuesta firme. Teruel Existe fue de todos y por eso fue un volcán, un huracán, cuyos futuros estruendos estarán, me temo, sometidos desde ya al vaivén de las partes. El tiempo dirá.

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