Aunque suene a película moderna o a grupo de música milenial, nada más lejos. Ahora que todos, bien que mal, han disfrutado de algún día de vacaciones; han podido festejar (legal o ilegalmente) alguna festividad; pueden sentarse en las terrazas (un día habrá que hablar de esa puñetera manía de las terrazas) y ni la tormenta hace que te retires, deberíamos acordarnos de noviembre.
En mi caso, cuando alguien nombra ese mes, no puedo dejar de acordarme del Señor Yebra. Corría el año 2006 y con mi amigo JM llegamos a la feria del vino del Bierzo. Era agosto y todo estaba petao de turistas. Conseguimos, casi de milagro, una mesa para tomar algo en un bar del pueblo. Entre tanto, el Señor Yebra y dos amigos entraron al bar y pidieron unos vinos. Pasaba el tiempo y, con el jaleo de los agosteros, nadie les prestaba atención. Hasta que el Señor Yebra se cansó y, cagándose en los cielos, pronunció aquella frase para aplaudir: “Ya llegará noviembre, cabrón, y entonces tendrás que venir a buscarnos a casa porque todos estos no estarán”
Como todos los cuentistas que contamos historias, solemos cambiar la versión de un texto a otro, pero bien nos sirve para recordar que tuvimos, no hace mucho, un mes de noviembre, a x grados bajo cero, en los que no podíamos consumir más que en las terrazas. Entonces los irreductibles aguantaron carros y carretas, tomaron café y copa, cañas heladas, fumaron (aunque no me acuerdo si se podía) y mantuvieron el listón y la cuenta del bar de referencia.
Que lo mismo pasa con las fiestas, con las tradiciones y con el “nosalgoporquenosalenadie”. Que resulta que, en esta vida, nadie es imprescindible salvo el que lo es, o salvo los que hacen que todos lo seamos. Y ahí entran también estos pequeños héroes de noviembre que, con su copa y su cigarro en la mano, aguantaron a la intemperie para que el bar donde estás ahora todavía se mantenga abierto.
Así que, cuando lleguen con sus exigencias de mes de agosto, sus sandalias cutres, sus ganas de exhibición y su “quebienseestaenelpueblo”, recuerden que el resto del año son los de mantenimiento los que no solo disfrutan del bar, sino que lo mantienen listo y engrasado para que tú te puedas pavonear estos días de verano.
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