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El primer asalto del 'play-off' de ascenso deja al CD Teruel con todo abierto para la vuelta en Palma (1-1) El primer asalto del 'play-off' de ascenso deja al CD Teruel con todo abierto para la vuelta en Palma (1-1)
Imagen del partido disputado este mediodía en Pinilla entre el Teruel y el Atlético Baleares

El primer asalto del 'play-off' de ascenso deja al CD Teruel con todo abierto para la vuelta en Palma (1-1)

Los de Unai Mendia se encontraron con un Atlético Baleares ordenado y con oficio, que aguantó el empate

¿Es fuera de juego el gol del Atlético Baleares, el primero que entra en Pinilla, en el partido de ida de las semifinales del play-off de ascenso a Primera Federación? La retransmisión digital de Aragón TV apuesta por que no. Hay algún plano que parece darle la razón. Algunos veteranos rojillos, con más kilómetros sobre el césped del campo del Ensanche, trazan líneas y dicen que bueno, que habría que tirar de VAR. No importa demasiado. En esa misma acción, hacia la portería contraria, en el estadio mallorquín, el juez de línea levanta el banderín como un resorte. Este domingo lo dejó abajo, validó la acción, el gol, la mínima ventaja balear para la vuelta. Dos minutos antes se quedó sin castigo un penalti criminal que sacó a Caro del campo.

Sobre esos detalles, que tienen que ver con el peso federativo de los clubes y con cómo se gobierna en líneas generales el fútbol español, se suelen escribir las historias que tienen que ver con finales como la que disputó el CD Teruel en el mediodía de un domingo agradable y primaveral que trajo, por lo pronto, la mejor entrada del curso. Jugaban el quinto del grupo 2 de Segunda RFEF, el Teruel, con el segundo del grupo 3, el llamado catalán, un Atlético Baleares cosido con mimbres de fútbol profesional y que saltó a Pinilla anclado sobre el césped, como un futbolín hecho con muñecos de cien kilos de cemento. Empujó, además, en los primeros instantes, fuerte en los duelos. A veces duro.

A los lomos de Obeng

Pero ya sabía el once de Mendia que el duelo sería de picar piedra. Empezó a tallar por raso y desde las bandas, Obeng como amenaza constante, Moha como primer estilete. De un tiro suyo en el minuto seis, tras la primera jugada colectiva local surgió el primer saque de esquina; no menos de una decena lanzaron los rojillos. Se pegó raso, Marí ensayó a puerta desde la frontal, López casi cazó el rechazo. Theo y Caro armaron después dos desde fuera del área para demostrar antes del cuarto de hora que el Teruel salió igual de vivo y despierto que en estos últimos cuatro meses. A los dos medios referidos les acompañó Marí en la zona ancha.

Con los dos extremos mencionados, Peru en la punta de ataque, y la habitual configuración zaguera, sin experimentos, sin concesiones. Muy buen partido, además, en líneas generales de la línea de cuatro, Val, López, Cabetas, Serrano, con Taliby en portería. Se las tuvieron tiesas con Andone y Tovar, y salieron casi siempre victoriosos, lo que significó que el Teruel vivió casi todo el partido más cerca del área de Zárraga que de la propia. Y eso fue descontando ocasiones, de manera puntual; en el minuto 20 Peru la tuvo de cabeza tras servicio de falta de Le Normand.

Y cuando el Atlético Baleares quería zafarse de la presión mudéjar, con Andone volcando a banda para buscar territorio más amigo, el envite se traducía en ese idioma que sabe hablar Obeng, pegado a la cal, regate, velocidad, y centros con aroma a gol. Pasada la media hora puso uno cantado, un envase con lacito que se paseó de lado a lado por área chica sin encontrar el último pie. En solitario, o con Serrano como colaborador, el guineano asomaba peligro en cada una de sus intervenciones. Tanto es así, que el Baleares quiso compensar a base de balón a la espalda para vivir sin tanto sufrimiento antes del descanso. Y no lo consiguió, un último centro de Serrano tras la habitual salida aseada de bola de pies de Marí acabó con un cabezazo de Peru que lamió el palo.

Los mejores minutos, gol rival

Aun así al descanso cero a cero, y la sensación de que el partido se masticaría lento, como pesadas son las digestiones de estas eliminatorias a doble partido sin margen de error. Pinilla se preparó para sufrir a la reanudación. Y lo que se encontró fue el último racimo de fuegos artificiales de su equipo. Diez minutos primorosos al inicio de la segunda mitad hicieron al Teruel merecedor real de un mejor resultado en este primer duelo del play-off. Lo tuvo. Se lo regaló Caro a Le Normand en el minuto dos de la segunda.

Aquí, un aparte. Óscar Caro jugaba el año pasado en el Épila, un equipo de mitad de tabla superior en la Tercera aragonesa. Fuera de cualquier foco, de cualquier atención mediática. Sin vídeos. Esto es, para saber qué futbolista es Caro hay que ir a verlo jugar in situ, trabajarlo, recabar informes. Ficharlo y tener un plan para que rinda. Es un box to box. Nada más salir del descanso le birló un balón a Bover casi en la corona del área. Un central rival le rebanó el tobillo en una falta criminal, muy probablemente penalti y roja, que el árbitro no quiso ver excusado en que el zaragozano le puso el balón, un caramelo, a Le Normand para establecer el uno a cero. Salió el portero rival como un resorte, y le negó el tanto al francés. Ni gol, ni penalti, ni tarjeta. Ni Caro. “Tiene el pie como una columna, no puede ni pisar”, señaló Unai Mendia en sala de prensa.

Enervado en su mala fortuna y su enorme fútbol, el Teruel incidió en esa fase de partido. López volvió a rozar el gol a la salida de un córner. El siguiente, en corto, dejó a Obeng listo para el disparo desde la frontal, que obligó al arquero rival a volver a intervenir de manera agónica. Otra vez López tuvo a mano empujar el primer gol, se le quedó el balón dormido en el pecho. Y en la siguiente, con todo el once de Mendia volcado en busca de la ventaja, una salida rápida del Atlético Baleares dejó a Tovar con dos segundos suficientes para colocar a Andone camino del arco de Taliby, mano a mano. Definió con astucia, raso, bajo las piernas del hispano-guineano, el que sería el primero del partido.

Reacción casi imediata

En la reacción del equipo turolense en los siguientes minutos puede estar muy buena parte de lo que ocurra en el partido de vuelta, y de la suerte de la propia eliminatoria. Un equipo quebradizo o volátil maldice su mala suerte, brama contra el arbitraje, se pierde y se deja ir. Tras el gol rival, el CD Teruel de Mendia volvió a resetear, reinició sistemas y volvió a poner el foco sobre el único carril en el que conoce la conducción. “Es exactamente el tipo de equipo que me esperaba”, confesó el entrenador rival al término del encuentro. Lo padeció, sobre todo en otro cuarto de hora de altos vuelos del equipo rojillo, que avisó de nuevo en las botas de Obeng y la cabeza de Ruiz.

Y que se terminó de abrazar consigo mismo, con el fútbol, con su afición y con su destino poco antes del minuto 70, desperezado de los intentos del Baleares por frenar, interrumpir y dormir el ritmo de partido. Veterano y solvente, el once mallorquín, objetivamente, tiene armas y fútbol de sobra para someter a cualquier rival. Habrá fases en el encuentro de vuelta, en Palma, en las que al Teruel le tocará sufrir el empuje de los baleares. Pero probablemente encontrará también resquicios como el que halló para anotar el empate, a poco más de veinte minutos para el final.

Es, en líneas generales, otro primoroso ataque empezado desde atrás, con Cabetas, especialmente atinado superando líneas de presión. A Le Normand se le conoce ya de sobra, en cuanto baja la bola al suelo sólo es cuestión de tiempo. Val andaba ya entonces de pivote, Moha de lateral con Caro, lesionado, ya en el banquillo. “Y me gusta incorporarme al ataque, pisar área”, dice el oscense. Desde luego, lo hizo con finura recogiendo el pase del mediapunta galo para colocarlo, con zurda, pierna menos buena, a palo contrario lejos del alcance del portero balear.

Toma y daca al final

Bramó Pinilla, porque realmente quedaba tiempo más que de sobra para voltear la eliminatoria y poner el primer pie en camino hacia la final por el ascenso. Pero también se ató los machos el conjunto mallorquín, que hizo valer sin guardar nada el potencial de todo su banquillo. Sustituciones y físico, duelos ganados en la medular, fueron volcando el partido hacia el área de Taliby, con un chut de Bover y un cabezazo de Forniés como amenazas visitantes casi en el minuto 80.

Pero el último toque de corneta, el último arreón, le correspondió al Teruel, en este caso envalentonado desde las conducciones de Febas, ya en ese momento principal guía del ataque mudéjar con Peru en el banco y Moha de lateral. Primero forzó una falta que Theo le puso a Cabetas, casi engancha el capi. Luego arrancó desde su banda para mandar un servicio duro que negó el portero antes del remate de Aimar Peña. Y la última, la mejor, ya seis sobre el añadido, fue un extraordinario control tras pase largo que le enfiló derecho a la meta rival. La puso dura, rasa, en busca del pie definitivo. Fue un defensa el que triunfó, para amarrar un empate que deja todo por decidir en las islas, para el próximo domingo. Ganar allí será luchar por subir.
 

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