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Una Cartilla del IET relata cómo la ingeniería ha modificado la vida diaria de los turolenses
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La ingeniería ha estado detrás de los cambios en las formas de vida de la sociedad turolense, desde la traída de aguas hasta la propia capital o en diferentes pueblos, ya con proyectos diseñados en época de los romanos o la Edad Media, hasta el acceso de la electricidad o la evolución de las fábricas artesanales hasta las industrias más modernas. Todo ello se recoge en la Cartilla Turolense número 31 titulada Ingeniería en Teruel: momentos relevantes.
La publicación del Instituto de Estudios Turolenses (IET), presentada este martes, no sólo hace un repaso por los hitos importantes del pasado, sino que llega hasta el presente al dedicar uno de los apartados a la ingeniería actual y los estudios que forman desde Teruel a los profesionales del futuro. En este sentido, la directora del Instituto de Estudios Turolenses, Inmaculada Plaza, destacó que esta obra muestra “una visión del pasado, presente y futuro de la ingeniería en Teruel y cómo ha impactado en nuestra sociedad”, comentó.
La responsable del organismo que depende de la Diputación de Teruel comentó que esta Cartilla Turolense tiene su origen en un ciclo de conferencias que planteó la anterior dirección del IET y que “dado el éxito que tuvo” se planteó la realización de esta obra. “Lo que intentamos es poner en valor la importancia y el impacto que ha tenido la ingeniería en la provincia de Teruel a lo largo de distintos momentos en la historia”, aseguró.
La Cartilla Turolense número 31 se presentó este martes en el salón de actos del Museo provincial de Teruel y a la misma asistieron varios de los autores que han participado en su realización. En este ejemplar han participado los profesores y consejeros científicos del IET Javier Ibáñez y Mariano Ubé; los profesores José Carrasquer y Sergio Fernández; la doctora Beatriz Carrasquer y la catedrática y directora del IET Inmaculada Plaza quien, además, se ha encargado de coordinar el trabajo.
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A lo largo de casi 60 páginas, los seis docentes e investigadores exponen cómo la ingeniería ha impactado global y socialmente en Teruel. El contenido se estructura en cuatro partes atendiendo a otros tantos momentos relevantes que han marcado el desarrollo del territorio y la sociedad turolense. En el primer apartado, El Acueducto de los Arcos y sus precedentes turolenses, el historiador y arqueólogo Javier Ibáñez habla de varios elementos emblemáticos para el transporte de agua.
Aunque el punto de referencia son Los Arcos, el especialista ofrece una perspectiva más amplia “porque es imposible hablar de transporte de aguas en Teruel y no hablar del acueducto romano que es el principal de su tipología en la península”, refiriéndose al que enlaza Albarracín con Cella a través de Gea. “Es una obra de ingeniería tan magna y potente que ahora no somos capaces ya no de diseñarla, sino de sacar los escombros”, matizó.
Además, en ese capítulo también aborda otros monumentos como la acequia del Arco de Olba, el acueducto del Castellote, situado detrás del castillo; los que hay en Camarillas y La Puebla de Valverde del medievo o el renacentista que hay en Alcalá de la Selva.
En cuanto al de Los Arcos de Teruel, diseñado por Pierres Vedel en el siglo XVI, Javier Ibáñez expuso durante la presentación que además de la parte de sillería “muy valorada por los turolenses”, existen otros elementos que enlazan desde el monumento hasta la Peña del Macho y son de vital importancia porque “resumen todos los conocimientos técnicos de hidráulica del renacimiento”. Lamentó así mismo que sea una estructura “tan olvidada” y que, además, se está deteriorando, lo que pone en peligro “una parte de nuestra historia y un potencial recurso cultural”.
Reflexión
Con respecto a la pérdida del patrimonio vinculado a la ingeniería, Javier Ibáñez planteó que “la perspectiva que nos aporta la arqueología debería servir para reflexionar sobre la importancia de algunas obras”, entre las que citó la chimenea de la Central Térmica de Andorra, de 343 metros de altura, “y la grave responsabilidad que se adquiere cuando se decide su destrucción”.
Se trata, continuó de una “decisión irreversible que nos privará a nosotros y a nuestros descendientes tanto de un bien patrimonial como de un potencial recurso turístico cultural”. A su juicio esta “solución drástica de eliminar elementos que han sido importantes en el pasado reciente no es lo más adecuado. Nos comportamos como si fuéramos los dueños del pasado, el presente e incluso el futuro”, lamentó.
El segundo de los apartados de la Cartilla Turolense está dedicado a la electricidad en Teruel y en él José Carrasquer y Beatriz Carrasquer Álvarez explican que la primera bombilla que se encendió en la capital turolense fue, en 1890, la de una relojería que había en los bajos de la casa modernista de La Madrileña, en plena plaza del Torico. La electricidad llegó en ese momento a la ciudad de la mano del relojero Jaime Fernández, que era un gran aficionado a los inventos y apostó por la generación energética. También en el Matarraña contaron con electricidad desde muy pronto porque el río tiene un gran desnivel y propició tanto la creación de fábricas papeleras y molinos como la generación energética, según especificaron los autores de este apartado.
En la tercera parte, denominada El paso de la industria artesana a las fábricas en la provincia de Teruel, Sergio Fernández explica que antes de la aparición de las fábricas, a finales del siglo XVIII, la producción era casi artesanal, con pequeñas instalaciones industriales con máquinas manuales sin fuentes de energía.
También hubo producciones semiindustrializadas en el Maestrazgo, donde destacan los textiles confeccionados con lana de oveja en La Iglesuela del Cid o los sombreros de pelo de conejo, donde Tronchón se convirtió en una importante potencia con medio centenar de artesanos en algunos momentos de la historia. También La Cuba destacó en lo que se refiere a elementos agrícolas y ganaderos hechos con esparto.
La fábrica de papel continuo de Villarluengo, a mediados del siglo XVIII, fue la primera instalación fabril de la provincia. Equipada con una tecnología novedosa, los recursos naturales comenzaron a usarse igual que en la actualidad. La fábrica de papel se reconvirtió en fábrica textil, se amplió y aparecieron otras más pequeñas, como la de Montoro de Mezquita. El papel pasó a producirse alrededor de los ríos Matarraña y Ulldemó para beneficiarse de la calidad de sus aguas.
La llegada de la electricidad, a finales del siglo XIX, posibilitó la conversión de los molinos harineros en fábricas harineras, la creación de factorías madereras o la elaboración de productos populares, como el queso, el jamón o el embutido, de modo industrial. La entrada en la Comunidad Económica Europea, en 1986, provocó que aparecieran industrias manufactureras independientes de los recursos naturales.
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En el cuarto y último bloque de la cartilla, Hacia dónde avanza la ingeniería. Mirando a nuestros estudiantes, Mariano Ubé e Inmaculada Plaza hablan sobre la Escuela Universitaria Politécnica de Teruel (EUPT), desde su creación a los graduados que se imparten. Así mismo, muestran la relación de las empresas turolenses, zaragozanas y oscenses que han acogido alumnado para realizar sus prácticas profesionales y otras entidades con las que la EUPT ha firmado acuerdos de colaboración sobre programas de prácticas u ofertas de empleo.
La Cartilla Turolense que ahora sale a la luz tiene un gran interés a nivel científico e histórico y varios de los asistentes a las presentación destacaron que buena parte de los apartados de la misma merecen una cartilla única por la amplitud de la temática.
Por otro lado, José Carrasquer, incidió en la importancia que tiene dedicar alguna de estas obras a temas científicos y tecnológicos porque “la mayoría de las cartillas abordan aspectos humanísticos y es “una manera de divulgar aspectos que pueden animar a los jóvenes a cursas estudios vinculados a las ciencias”.
Desde 1986
La colección Cartillas Turolenses nació en el año 1986 y durante estos 39 años, se han publicado un total de 43 títulos, 31 ordinarios y 12 extraordinarios. Con esta iniciativa se pretendió complementar la línea de investigación científica que había seguido el Instituto de Estudios Turolenses La serie inició una labor formativa en la que diferentes expertos han ido abordando los temas clave de Teruel y su provincia con un vocabulario fácil y actual, sin olvidad el rigor y la profundidad, convirtiéndose en un material práctico y directo para conocer mejor nuestra tierra.
La gran cantidad de ilustraciones a color, así como los encartes con diapositivas, postales, planos o puntos de libros que incluye su diseño aumentan su atractivo.
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