El Instituto de Estudios Turolenses cumple 75 años de historia a pleno rendimiento
El nuevo equipo directivo da por terminada la celebración con un balance positivo del pasadoEl Instituto de Estudios Turolenses dio por terminadas las celebraciones por el 75 aniversario de la institución con una gala en al que se recordaron las más de siete décadas de trayectoria. A ÂÂÂÂlo largo de su historia ha tenido épocas más brillantes y otras menos, aunque ha logrado su objetivo fundacional de impulsar las investigaciones sobre todos los ámbitos posibles de la provincia y de darlos a conocer al público a través de su ingente labor editorial, que suma 1.140 libros.
El Diario Lucha, precedente del actual DIARIO DE TERUEL, recogió el 15 de diciembre de 1948, junto a una reseña sobre la primera guerra entre Israel y Palestina y otra sobre la guerra civil que precedió a la Revolución China, la creación del Instituto de Estudios Turolenses (IET), siendo Antonio Fuentes presidente de la DPT y el historiador y arqueólogo turolense Martín Almagro Basch su primer director, con el director del Archivo Provincial Jaime Caruana como vicedirector y Joaquín Tomás como secretario técnico.
Sus estatutos recogían que su fundación respondía a la necesidad de “fomentar, orientar y coordinar la labor investigadora y cultural de todas las ramas de la ciencia que se relacionen con la provincia de Teruel y sus intereses materiales y morales”.
No es gratuita la coletilla del final. Como sostiene en un artículo Jose Luis Castán, profesor de la UZ y miembro del equipo directivo del IET en varias épocas, “junto a otros centros de ámbito provincial el IET fue un claro exponente del interés del Gobierno y sus instituciones periféricas por la articulación de una ideología cultural con claros componentes nacionalistas, católicos y de justificación de la dictadura franquista”.
Recién derrotado el fascismo en Europa, el régimen de España, abocado al aislamiento, no estaba ni mucho menos consolidado en 1948, y era necesaria la creación de un entramado intelectual adicto al régimen que, junto a las nuevas leyes educativas y la depuración de maestros, consolidara un constructo cultural que legitimase el nuevo estado, y que acabó perpetuando muchos de sus iconos, algunos de los cuales perviven hoy en día.
No sorprende, por tanto, que Martín Almagro, además de catedrático en la Universidad de Barcelona y posteriormente de Madrid, además de director del Museo Arqueológico de Barcelona -dirigió las excavaciones de Ampuria-, fuera un destacado falangista, secretario nacional de la Delegación de Prensa y Propaganda de FET JONS desde mayo de 1937, o que el IET se instalara con gran boato en el nuevo Palacio de Archivos, Bibliotecas y Museos de Teruel, construida sobre las ruinas del Seminario en lo que hoy es la Biblioteca de Teruel, en la inauguración de este edificio en 1953, durante la vista de Franco a Teruel para supervisar los trabajos de Regiones Devastadas.
Y en agosto de 1949 se publicaba la revista Teruel, órgano oficial del IET y primera de sus iniciativas. Fue un número de 206 páginas ilustradas en el que publicaban autores como Dimas Fernández Galiano (sobre el botánico Bernardo Zapater), D. P. Font Quer (sobre el pino moro de Gúdar), Mariano Tomel (ferrocarriles turolenses), Francisco Galindo (Laboratorio Provincial de Fomento Pecuario de Teruel), Mariano Burriel (historia de la Diócesis de Teruel) o Jaime Caruana, cronista de Teruel, que publicó un reportaje titulado Las citas a Teruel antes de su Reconquista, en el decía demostrar “plenamente como Teruel existía antes de que Alfonso II de Aragón llevara hasta ella sus tropas victoriosas, y el posible emplazamiento de la antigua ciudad”. Entre otros artículos y articulistas, Alberto López Polo aportó documentos relacionados con la historia de la ciudad a ese número de Teruel, “de los cuales se deducen datos valiosísimos para esta Historia Turolense que aún está por escribir”, aseguraba el periodista en su reseña sobre la revista, en el Lucha del 27 de agosto de 1949.
El IET quedaría pronto adscrito al Patronato José María Quadrado, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), creado en 1939 por el turolense José Ibáñez Martín, a la sazón ministro de Educación Nacional.
Como explica Víctor Lacambra en su artículo La importancia sociológica del IET, el impulso a la investigación se fortaleció con la creación de la convocatoria anual de los certámenes científico literarios sobre temas previamente propuestos. El primero fue el Premio Bernardino Gómez Miedes de Alcañiz en 1949, y a este le siguieron los de Teruel, Albarracín, Comunidad de Albarracín, y ya en los años ochenta Mora, Montalbán, Cella, Calamocha, Alcorisa y Rubielos.
Según un informe redactado por Rosaura Alberto y Javier Sáenz, el IET se estructuró en sus primeros años por Secciones, desde las dos primeras, Letras y Ciencias, hasta alcanzar las nueve en 1955. También apunta que se incluyó una Sección Bajoaragonesa para cubrir la intensa historiografía local que se desarrollaba en ese comarca desde finales del XIX, “pero esta Sección apenas tuvo contenidos ni actividad”.
Estancamiento y resurgir
A finales de los años 60 el IET vive cierto estancamiento y da signos de agotamiento un modelo que necesitaba renovarse. Es cuando, con Purificación Atrián al frente de la secretaría en 1980, llega un auténtico renacimiento para el instituto que, según Víctor Lacambra, supone un antes y un después. Se estudió modificar los estatutos para agilizar el funcionamiento y aprovechar la presencia de jóvenes profesores universitarios que se habían establecido en Teruel al amparo del Colegio Universitario. En 1981 se intensificó la actividad editora, publicando nueve obras, entre ellas las actas del primer Simposio Internacional sobre Mudejarismo, que se había celebrado en 1975. En esos primeros años ochenta además los primeros centros de estudios locales comenzaban a realizar proyectos culturales y editoriales, como el Grupo de Estudios de Mas de las Matas o el Centro de Estudios Bajoaragoneses.
En 1981 Jaime Vicente Redón será el nuevo secretario del IET, con Martín Almagro todavía de director. Se creó el concurso de ayudas a la investigación para potenciar trabajos de Teruel, diferentes a los certámenes científicos en el sentido de que concedía ayudas a proyectos de investigación en curso, y no a estudios terminados.
Esto abrió el abanico de disciplinas sobre las que tenía cobertura el IET, y el proceso de modernización culminó en abril de 1985, cuando el Patronato del IET nombró director del IET a Gonzalo Borrás, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, tras el fallecimiento de Almagro. Durante los siguientes diez años el de Valdealgorfa, junto a Antonio Gargallo como vicedirector y Javier Sáenz como secretario, culminaron ese proceso de situar al IET como una institución moderna capaz no solo de impulsar la investigación a todos los niveles, sino también de divulgarla entre todos los públicos.
Durante los siguientes años se fue cumpliendo el objetivo de coordinar las iniciativas culturales surgidas en el territorio, y en 1989 se adscriben formalmente al IET el Seminario de Arqueología y Etnología Turolense, que había publicado el primer número de su revista Kalathos en 1981; el Centro de Estudios Bajoaragoneses, el Taller de Arqueología y Prehistoria de Alcañiz, el Grupo de Estudios Masinos y el Centro de Estudios del Jiloca, en Calamocha.
Además se crea el Instituto de Estudios Mudéjares y aparece en 1985 la nueva colección de Cartillas Turolenses, una de las más características del IET, que conseguirá reunir a los autores más destacados en numerosos campos del saber para realizar una pequeña enciclopedia pensada para todos los públicos. Los febriles años ochenta concluyen con la adscripción de la revista Turia, consolidando definitivamente una iniciativa que había surgido en 1983 y que, cuarenta años después, es una de las revistas literarias más prestigiosas de España y uno de los buques insignia del IET; y con el inicio de la Colección Luis Buñuel, en 1990, que rescatando guiones, textos inéditos y estudios sobre los aspectos menos conocidos del director contribuyó a que la popularidad del calandino fuera en aumento.
Los nuevos estatutos habían eliminado el carácter vitalicio del cargo de director estableciéndolo en un máximo de diez años, por lo que en 1996 asumió el cargo Francisco Burillo Mozota, profesor de Prehistoria de la Facultad de CC. SS. y HH. de la UZ en Teruel.
En 1999 se produjo el ansiado traslado a una sede propia, la actual de la calle Amantes de Teruel, y se diseñó un plan para integrar la difusión del territorio desde la óptica del turismo como una de sus líneas de trabajo. Se creó de ese modo la colección Conocer Teruel, a través de guías locales, comarcales y temáticas, en papel y formato CD-ROM, sobre numerosos aspectos y manifestaciones artísticas, festivas y naturales de la provincia.
En 1998 se unió la Asociación Cultural del Matarraña, elevándose a seis el número de centros locales adscritos -en la actualidad son 16-, y además se crea el Instituto de Estudios Humanísticos, colocando a Alcañiz como uno de los centros neurálgicos de los estudios científicos sobre el mundo clásico grecorromano y la cultura humanística en España.
Fin del patronato
En 2004 se produce otra profunda renovación del IET, en el contexto de la nueva ley 57/2003 de Modernización del Gobierno Local. El nuevo equipo, dirigido por Montserrat Martínez, profesora de Ciencias de la Antigüedad de la UZ, con el historiador José Manuel Latorre como vicedirector, redactó unos nuevos estatutos que fueron aprobados en marzo de 2007. El IET se convirtió entonces en un organismo autónomo de la DPT, con nuevos órganos de gobierno y se extingue el Patronato, siendo a partir de entonces el Consejo Rector su máximo organo representante. También se creó entonces el Comité Científico Interdisciplinar, un grupo de expertos que se encargará de cada ámbito de trabajo, y nació formalmente la Red de Centros de Estudios de la provincia, que regulará los criterios de colaboración entre el IET, los centros adscritos y el resto de instituciones.
Con el nuevo estatuto cesó el equipo directivo, pasando a conformarse el nuevo con Montserrat Martínez, que repitió como directora, Rafael Lorenzo Alquézar, profesor de Filosofía de la UZ, como vicedirector y Javier Sáenz como secretario.
En este periodo se crearon nuevas colecciones, como las Monografías Turolenses, que incluyen trabajos completos sobre la provincia, o Lo Trinquet, con la que el IET contribuye al estudio y fomento del catalán hablado en Aragón.
A finales de la primera década del nuevo siglo el IET emprendió la terea de adaptarse a los nuevos soportes digitales. La nueva página web, iniciada por el equipo dirigido por Gaudioso Sánchez y José Luis Castán, culminó con Luisa Esteban como subdirectora, creando una herramienta ágil y completa, que facilitaba el acceso del público al extenso catálogo de fondos y publicaciones del IET y los centros adscritos, además del valioso archivo fotográfico que se iría ampliando a lo largo de los años.
En 2018 las ayudas que se concedían desde el IET quedaron supeditadas a fiscalización por Intervención General de la DPT, La nueva ordenanza que las regulaba se aprobó en 2019 y, aunque se buscaron fórmulas alternativas, ya no se volverían a convocar.
En este periodo, en 2016 concretamente, el Centro de Estudios de Arte del Renacimiento se adscribió al IET, con sede en Alcañiz, y entre las publicaciones destacó Crónica visual de un siglo. Teruel 1875-1975, en opinión de Juan Félix, en un artículo que escribió con motivo del 75 aniversario, “una de las obras más interesantes publicadas en esta época; realizada en colaboración con el DIARIO DE TERUEL, y patrocinada por el Gobierno de Aragón”. Se trata de una serie de 30 fascículos coleccionables, realizados por 18 especialistas colaboradores, que se distribuyeron de forma gratuita entre los lectores del DIARIO DE TERUEL entre mayo y agosto de 2014, con unas tapas para su encuadernación posterior.
También se publicó Historia de la ciudad de Teruel, un proyecto largamente acariciado e impulsado por Montserrat Martínez y José Manuel Latorre, en el que también colaboraron diferentes autores; se retomaron las Cartillas Turolenses, que no publicaban nuevo material desde 2008, y apareció el primer número de la revista Turolenses.
Entre 2019 y 2023 el IET ha estado dirigido por Nacho Escuín, con Juan Villalba como vicedirector. Javier Sáenz se jubiló y su lugar lo han ocupado Víctor Lacambra y Ana Argudo de forma interina, hasta la designación de José Luis Larraz. Se produjo una enorme actividad editora, con obras sobre fotografía, literatura, poemarios editados en colaboración con Libros del Gato Negro, además de la organización de ciclo de poesía, de conferencias sobre pensamiento y filosofía, un ciclo de órgano a cargo de Carlos Paterson o los Encuentros de Editores Endei, entre otros.
Y recientemente fue anunciada la licenciada en Ciencias Físicas y catedrática en el área de Tecnología Electrónica Inmaculada Plaza como nueva directora del IET, que se apoyará en Santiago Martínez como vicedirector, y en un Consejo Científico que será anunciado en pocos días. Además de José Luis Larraz como secretario general, la actual plantilla del IET está formada por Valentín Sánchez Aula, María Teresa Fonte Escriche, Rosaura Albero Miguel, Raquel Vicente Redón, Eduardo Suárez San José, Raquel Álvarez López y Sara Castellote Escriche.
Una gran biblioteca y un enorme archivo fotográfico abierto al público
De entre los servicios que presta el IET uno de los más utilizados es su biblioteca, con más de 900 consultas y lectores en sala anuales y 220 obras prestadas. Sus fondos, que superan los 40.000 volúmenes, están constituidos por publicaciones periódicas obra de la mayoría del resto de estudios locales de España, con quienes mantiene intercambios.
Su archivo fotográfico cuenta con más de 30.000 fotografías y diapositivas, entre los que se encuentran archivos muy valiosos como el de Francisco López Segura, donada al IET en 1960, o el archivo Ángel Vicién, con 1.914 diapositivas, el archivo Bastardes de los años 30, el Agustí Centelles con imágenes de la toma de Teruel por los republicanos, además de 300 fotografías del archivo de la Biblioteca Nacional de Madrid sobre la llegada y establecimiento de las tropas franquistas, o el archivo Jaime Fernández Fuertes, donado por Purificación Atrián, con 1.106 negativos de Teruel y provincia realizados durante las dos primeras décadas del siglo XX.
El archivo se completa con 134 mapas y planos urbanos de diferentes localidades, un archivo histórico con 300.000 fotogramas, reunidos en 451 rollos de microfilms, con documentación relativa a Teruel desde los siglos XII.
También cuenta con la colección completa de DIARIO DE TERUEL en microfichas, si bien actualmente cualquiera puede consultar desde su casa, a través de internet, la hemeroteca completa de este periódico (www.diariodeteruel.es/hemeroteca).
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