Slap! Festival cambia el camping municipal de Zaragoza por La Estanca de Alcañiz
La cita de música afroamericana estuvo a punto de desaparecer tras 14 años por falta de apoyoSlap! Festival anuncia su regreso con una edición entre Zaragoza y Alcañiz
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Es posible que la España vaciada necesite de la cultura tanto como la cultura necesita de la España vaciada. Con un panorama de festivales cada vez más saturado, más clónico y lleno de peces grandes que se comen a los chicos, las grandes urbes comienzan a echar el cierre a las citas que por salirse del circuito mainstream no garantizan una rentabilidad fácil y rápida.
Tras 14 años de andadura el Slap! Festival de Zaragoza anunció este verano su definitiva cancelación por falta de apoyos. Se trata de una cita con un público fiel y familiar pero no masivo, especializado en música negra y en ritmos de raíz, y que tenía la particularidad de celebrarse en el camping municipal de Zaragoza. Sin embargo el camping La Estanca de Alcañiz ha dado un paso adelante y acogerá el festival para evitar su muerte por inanición. Tendrá lugar del 18 al 20 de octubre y será una versión algo más humilde, con 10.000 euros de presupuesto, pero con el mismo espíritu festivo y diferente. Los abonos para todo el fin de semana tienen un precio de 15 euros y pueden adquirirse en www.slapfestival.com.
Detrás de Slap! Festival está Ocre, plataforma creada en 2020 para dinamizar la cultura en los espacios rurales aragoneses, adaptando la oferta a los espacios, infraestructuras, alojamientos y posibilidades de cada sitio, y que apuesta -con numerosos ejemplos de éxito- por llevar la cultura de vanguardia al mundo rural. Ocre organiza festivales como Bosque Sonoro -que ha llevado hasta Mozota a Los Planetas, Natalia Lacunza, o Kiko Veneno-, el Brizna de Ayerbe, el Doña en La Almunia, y además montó El festival de música clásica más pequeño del mundo en Villanueva del Jiloca o, esta pasada primavera, puso el primer Festival Al Arba de Biel y las Cinco Villas.
Antes de todos ellos fundó el Slap! Festival, que en poco más de una década se ganó una reputación de festival gourmet, con una oferta musical compuesta por bandas negras, procedentes del continente americano en la mayor parte de las ocasiones, para un público muy variado que huye de las aglomeraciones. “Estaba muy arraigado porque hacíamos una producción muy grande para un estilo de música precioso, pero nada mainstream, y que ofrecía algo diferente a los típicos festivales indie que se repiten, todos casi iguales, por toda España”, explica Víctor Domínguez.
Aunque la cancelación del Slap! -cuya financiación pública procedía mayoritariamente del Ayuntamiento de Zaragoza, si bien también cuenta con otras instituciones y empresas particulares- se ha debido sobre todo a motivos económicos, Domínguez apunta sin querer entrar en detalles que “también las ha habido políticas”.
Este año Zaragoza les ofreció celebrar una versión reducida del festival el día 10 de octubre, dentro de las fiestas del Pilar, y actuaron Cosmic Wacho, Kumbia Boruka y la actuación de DJ Finado. “Sin embargo un año en blanco para un festival es prácticamente la muerte”, asegura Domínguez. “Casi lo supuso la pandemia, y no queríamos que nos volviera a ocurrir. Así que pedimos una subvención al Gobierno de Aragón y haremos una edición muy humilde y en otoño, pero con la misma esencia del Slap!”.
Slap! Festival ha tirado durante años de un público muy fiel que compraba las entradas antes incluso de conocer la programación, porque buscaba el ambiente divertido y sin agobios que se formaba en el camping de Zaragoza. “Esta primera edición en La Estanca de Alcañiz irá un poco de decirle a la gente: ¡venid a conocer nuestra nueva casa!”, explica Domínguez, que asegura que concibe un Slap! que se mude definitivamente a la capital del Bajo Aragón, o que incluso cuente con varias sedes. Sea como fuera, a partir del próximo año la cita regresaría a fechas veraniegas, porque el uso de la piscina es parte indispensable del mismo. “Además en octubre coincidimos con el Festival de la Despoblación de Allepuz, que es algo que no nos gusta nada porque no queremos hacernos daño entre nosotros. Pero esta fecha no la elegimos nosotros, sino que era la única fecha que tenía libre el camping de la Estanca”.
La oferta del Slap! pasa por la música de raíz negra, que tiene que ver con la historia afroamericana, el jazz de los años 20, también la música electrónica, soul, funky, rhythm and blues.
Y el público objetivo tiene gustos musicales diversos y va de los 20 a los 50 años. Es muy amplio “porque muchos eran jóvenes hace 14 años, cuando empezamos, pero ya no lo son tanto”. El cualquier caso es público que valora la diversión, la música en directo, las propuestas atractivas y que suele huir de tumultos humanos. Víctor Domingo lo resume de la siguiente forma: “nuestro público es gente a la que le gusta descubrir buenas bandas, no que vaya a tararear las canciones de siempre”.
Domínguez asegura que los grandes macrofestivales y la necesidad de rentabilizarlos al máximo se ha cargado el espíritu primigenio. “A mi me encanta ir a un festival y descubrir un género o una banda que te flipa, y que te pegas luego tres años siguiéndoles. O escuchar grupos extranjeros que no hay manera de ver en directo en España, porque no pertenecen al circuito masivo de la música”.
De hecho muchas de las bandas que actúan en Slap y festivales similares tienen que armar giras por Europa a través de agencias para poder reducir los costes del caché y que los programadores puedan contratarlos. “Slap! no podría contratar una banda americana y traerla aquí para actuar, a propósito. Pero es que ningún festival que esté interesado en este tipo de música, que se sale de lo de siempre, puede hacerlo por sí solo”.
Sobre lo que ocurrirá a partir del año que viene, puede depender en buena medida del éxito de convocatoria que tenga el primer Slap! en Alcañiz, aunque Domínguez ya adelanta que “el objetivo es que se quede en La Estanca”, si bien eso pasa porque la gestión corriente del camping pueda simultanearse con la celebración del festival en verano. “Lo cierto es que nos encanta el sitio y el empuje que tienen los gestores del camping La Estanca. Nos gustaría que Alcañiz fuera la sede oficial del festival, y en cuanto a su regreso algún día al camping de Zaragoza... pues no lo sé, la situación es la que es”.
Propuesta original
Esta primera edición del Slap! Festival en el camping de La Estanca de Alcañiz tendrá lugar desde el viernes 18 de octubre al domingo 20. Arrancará de 0 a 100 con uno de los DJ fijos de la cita, DJ Pendejo, con una velada que comenzará a las 20 horas del viernes.
El sábado pasarán por el escenario de Slap! Naked Family (20 h.), Anís Guateque (22 h.) y R de Rumba (23 h.), nombre de guerra del DJ zaragozano Rubén Cuevas García, miembro de Violadores del Verso, considerado uno de los grandes DJ de nuestro país y otro de los imprescindibles del festival en todas las ediciones anteriores.
Naked Family son Pablo Vinuesa (sitar), David del Cerro (bajo), Manuel León (guitarra y voz), Antonio García (voz), Samuel Terroso (batería), Javier Oleaga (guitarra), y Óscar Trujillo (violonchelo y piano), una particularísima formación que combina su instrumentación fuera de lo común con un repertorio influenciado por todo tipo de artistas, desde Radio Head hasta clásicos del jazz, soul o rock progresivo.
Por su parte Anís Guateque es un grupo madrileño que combina la cumbia con sonidos cubanos, la psicodelia y mucho, mucho sentido del humor.
Además, esta edición del festival de música negra en Alcañiz supondrá el regreso de Slap! Kids con programación familiar para los más pequeños, Luna Roja DJ y DJ Pendejo para cerrar la cita.
El debate entre la gratuidad o no de los festivales
¿La música y la cultura debe regirse por la sacrosanta Ley de la oferta y la demanda, o es legítimo que se pague con los impuestos de todos? ¿Hay que buscar la rentabilidad económica de la cultura? Y en ese caso... ¿qué ocurre con los lugares con poca población, donde la venta de entradas jamás podrá pagar un caché normalito, a no ser que los artistas tengan que tirar los precios?
Son interrogantes que no tienen una respuesta correcta. Víctor Domínguez y la plataforma Ocre llevan años operando en el mundo rural, y han tenido tiempo de buscar la suya propia, y que tiene que ver con cierta innovación y valentía para ser capaz de ofrecer algo diferencia:â“Yo creo que este tipo de festivales pueden incluso llegar a ser rentables, aunque seguramente habría que cambiar un poco las costumbres en cuanto a lo que hacemos en el ámbito de la cultura de los pueblos”. Según Domínguez, los festivales no deberían reproducir lo que ocurre durante las fiestas de los pueblos, porque eso ya ocurre en las fiestas de los pueblos. “Quizá habría que apostar por cosas más diferenciadas, innovadoras, artistas de otros lugares y costumbre diferentes... y aunque el trabajo voluntario en la organización está muy bien, a lo mejor tampoco estaría mal que eso se fuera profesionalizando poco a poco. Aquí la gente del sector tiene mucho que decir. Son cambios que tienen que ir produciéndose, en mi opinión, aunque sea de forma natural y muy lentamente”.
Otro melón es el de la gratuidad. “Si una cosa pasa en el pueblo, hay muchos vecinos que se ofenden de que tengan que pagar. Pero si es gratis muchas veces no va nadie”, asegura Domínguez.
El promotor es de la opinión de que la cultura “debe pagarse”, porque cualquier otra cosa supone rebajar su valor y pensar que cualquiera puede hacer teatro, cantar o montar un equipo de sonido. “Creo que el todo gratis hace que no entendamos lo que cuesta que cuatro personas se hayan formado y ensayen habitualmente para que nosotros podamos ver un espectáculo de circo, o que doce personas se hayan pegado una paliza montando un escenario con luces y sonido para que lo pasemos bien”.
La plataforma Ocre ha ensayado la combinación de ambos formatos: en el festival Brizna de Ayerbe (Huesca) se instala una zona gratuita, exterior, y unos escenarios de pago y a cubierto donde actúan los artistas principales del festival. “La gente va a la zona gratuita y si quiere se queda allí, pero normalmente ocurre que si está a gusto decide pagar para ver el resto de espectáculos. Nosotros pensamos que esta puede ser una buena fórmula”.
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