Lo que las radiografías y la química nos cuentan de la obra de Antonio Bisquert
Belén Díez ha coordinado una obra que revela nuevos datos sobre el artista afincado en TeruelIncluso dentro del arte más figurativo una pintura suele esconden gran cantidad de información más allá de lo representado sobre el lienzo. Pero no se trata de buscar significados esotéricos a lo que se ve, como en las novelas, sino justo lo contrario, de interpretar con sentido común lo que no se ve. Lo que no se ve si no es gracias a radiografías o estudios técnicos de luz y de reacciones químicas que aplican radiólogos, químicos, conservadores y restauradores, y que aportan un nuevo plano de información, desde la ciencia, que completa y enriquece la de los historiadores del arte.
El caso del pintor barroco Antonio Bisquert (1596-1646), nacido en Valencia y que desarrolló buena parte de su obra en Teruel, se analiza desde ese punto de vista en Más allá de la obra contemplada. Estudio técnico de la producción artística de Antonio Bisquert en Teruel. Es un libro coral coordinado por la restauradora y conservadora Belén Díez Atienza, en el que colaboran los profesores de la Universidad Politécnica de Valencia José Antonio Madrid, Dolores Julia Yusá y Juan Carlos Lozano, además de Pedro Luis Hernando, profesor en el campus de Teruel y director de su Museo de Arte Sacro.
Gracias al análisis científico aplicado desde la radiología y la química, Belén Díez ha logrado situar a Bisquert a la altura técnica y artística que merece, ya que así se deduce tras comprobar que muchas de sus obras se realizaron sobre buenos materiales sin reusar, lo que indica que contaba con encargos de forma habitual que no le obligaban a reciclar lienzos y repintar sobre ellos, y que no era usual que hiciera correcciones en sus pinturas, por citar solo dos ejemplos. Además el análisis que refleja el libro, que puede encontrarse en la página web del Instituto de Estudios Turolenses, está permitiendo atribuir a Antonio Bisquert algunas pinturas sobre las que existían muchas dudas, así como datar más correctamente otras que sí se le atribuían, pero de las que no se sabía el lugar cronológico que ocupan en su trayectoria artística.
Aunque Más allá de la obra contemplada es un estudio científico y artístico sobre Bisquert, no es un libro que solo vaya dirigido a un público muy específico. De hecho su objetivo es “ofrecer al público general un análisis que permite conocer mejor a Antonio Bisquert, un pintor de gran calidad, que desarrolló la mayor parte de su trabajo en Teruel y que no es lo suficientemente conocido”, según explica Díez. El libro es la traslación al público general de la Tesis Doctoral que realizó Belén Díez en 2016, y de la que fueron directores Madrid, Yusá y Hernando.
¿Qué nos cuenta una pintura?
Cuando se aborda una intervención de conservación o restauración de una pintura, es necesario someterla a una serie de diagnósticos radiológicos y químicos para conocer su estado real y la intervención más idónea que requiere. “Esos estudios técnicos proporcionan además gran cantidad de información que, en manos de los historiadores del arte, permiten conocer muchas cosas sobre la técnica pictórica del autor, sus circunstancias y su contexto, que en ocasiones permanecen ignoradas por la falta de otro tipo de documentos”.
El estudio radiológico al que se refiere este libro ha constado de 255 placas radiográficas realizadas sobre diez obras de Bisquert con un moderno equipo Tranxportix 50, equipado con un tubo de rayos X de 3 kW. Las piezas más grandes, como Santa Teresa Escritora, han requerido 40 placas unidas como si fueran un puzzle, mientras que con la pieza de remate del retablo de San Agustín han bastado cuatro. Dolores Julia Yusá se encargó, por su parte, de realizar el minucioso análisis químico de los pigmentos y las telas utilizadas por el artista.
La pericia de Bisquert
Una de las conclusiones que se han podido constatar a través del estudio de esas radiografías es la pericia de su pincelada. “Bisquert es un pintor directo, que es como actúa un pintor de calidad. Su pincelada no vacila, no se modifica a medida que realiza el cuadro”, explica Díez. “Esto puede ocurrir cuando se copia un modelo de referencia, pero también es lo habitual cuando un pintor tiene la suficiente calidad y destreza”. En este sentido la conservadora destaca el retablo de Las once mil vírgenes, que además pintó con solo 32 años.
El estudio también ha revelado algo característico y llamativo en la obra que se conserva de Bisquert, y que todavía no se atribuye a una causa concreta aunque se barajan varias hipótesis. El hecho es que muchos de sus cuadros sufrieron cambios y modificaciones posteriores a su creación, algunos incluso tras la muerte del propio Antonio Bisquert. “En Santa Teresa, por citar un ejemplo, el pintor distribuyó muchos elementos que después fueron tapados”, apunta Belén Díez. “Y la pintura San Juan Bautista tiene la parte inferior derecha oscura, pero las radiografías revelan que en origen había pintado un hombre de perfil”. “No estamos seguros de por qué desapareció del cuadro”. Una hipótesis es que el retrato desaparecido fuera de la persona que donó el dinero para pintar el cuadro que decoró la iglesia de San Miguel de Teruel, “y que pudo no haber pagado el dinero finalmente, por lo que Bisquert decidió hacerlo desaparecer del cuadro”.
Otra de las conclusiones a las que permite llegar el estudio radiológico es que en muy pocas ocasiones Bisquert reutilizó lienzos o materiales para hacer nuevos cuadros, una práctica relativamente habitual en el barroco, dado que los materiales no eran baratos. “Esto probablemente nos indica que buena parte de su obra respondía a que le hacían encargos, y que estaban bien pagados. Lo que también nos da pistas de que era un pintor reconocido”.
Además los estudios radiológicos analizados en los libros están permitiendo datar con mayor exactitud algunas de las piezas de Bisquert, “lo que nos está ayudando a recomponer su trayectoria artística a través de sus pinturas”, según Díez, “resituándolas en su primera o segunda producción”. E incluso se están dando pasos en la atribución de obras sobre las que existían muchas dudas que se empiezan a despejar, algunas de las cuales están conservadas fuera de Aragón.
“Al final toda esta investigación tiene como objetivo situar a Antonio Bisquert en el lugar que merece en la historia de la pintura”, asegura Belén Díez. “Juan Carlos Lozano lo coloca ya entre los pintores destacados del barroco aragonés, y vamos a seguir trabajando para que vaya siendo cada vez más conocido”.
Uno de los proyectos a futuro podría ser dedicar un espacio expositivo exclusivo para este autor dentro del Museo de Arte Sacro de Teruel, que dirige Pedro Luis Hernando y donde Belén Díez trabaja como conservadora y restauradora. “Ese sería algo así como el colofón a todo este trabajo, un espacio expositivo propio para Bisquert... espero que lo consigamos con el tiempo”.
Un pintor que tuvo que emigrar para reivindicarse
Antonio Bisquert (Valencia, 1596- Teruel, 1646) fue un pintor barroco nacido en Valencia, pero que desarrolló la mayor parte de su obra en Aragón, más concretamente en Teruel, donde se casó y vivió a partir de 1620. Según la conservadora Belén Díez, Bisquert está injustamente olvidado “tanto en el contexto de su época, el Barroco, como en el propio Teruel, pese a la gran cantidad de obras suyas que se conservan aquí”.
La razón que esgrime Díez es que coincidió en el tiempo y en el espacio con Juan de Juanes y el resto de grandes pintores barrocos de la Escuela Valenciana, viviendo a la sombra de su excepcional talento. “Quizá eso fue lo que le llevó a establecerse en Teruel. Bisquert necesitaba separarse de ellos para poder reivindicarse, pintar y crear”. “Lo cierto es que lo consiguió”, continúa Belén Díez, “porque ahora sabemos que fue objeto de muchísimos encargos artísticos, pero ahora lo que necesita Bisquert es un poco de tiempo y dedicación para estudiar su obra, y que nos demos cuenta que merece un espacio importante en la historia de la pintura en Teruel”.
Entre la obra de Bisquert que puede verse en Teruel destaca El buen pastor en El Salvador, San Joaquín o la Virgen Niña en San Pedro, San Pantaleón en Cella, o el retablo Santa Úrsula y las once mil vírgenes con Santa Rosa y Santa Teresa, (1628) primera obra que se le conoce -los ocho años anteriores a esa fecha son un completo misterio-, de la que realizó dos copias; una sobre tabla para la iglesia de Manzanera, que está desaparecida, y otra sobre lienzo para un retablo que presidía una capilla de la Catedral de Teruel. Para profundizar en la obra de Antonio Bisquert existen otras referencias bibliográficas, como El pintor Antonio Bisquert (1596-1646), editado en 1995 por el Instituto de Estudios Turolenses.