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‘El rostro de lo invisible’,  la conexión oculta con la vida desde la perspectiva del arte africano ‘El rostro de lo invisible’,  la conexión oculta con la vida desde la perspectiva del arte africano
En la muestra dialoga la imaginería simbólica medieval cristiana y la africana

‘El rostro de lo invisible’, la conexión oculta con la vida desde la perspectiva del arte africano

El artista y antropólogo Alfonso Revilla expone en el Museo de Arte Sacro de Teruel una muestra fotográfica
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Las máscaras africanas han cautivado desde siempre el sentido de la estética occidental, fascinado y hasta complacido por estar tan alejado del formalismo de la herencia clásica, por ese salvajismo primitivo que se le ha atribuido incorrectamente al creador. El rostro de lo invisible, el proyecto fotográfico del artista y antropólogo Alfonso Revilla Carrasco, propone otra lectura diferente de esta faceta del arte africano que pone de manifiesto sus evidentes paralelismos con el arte sagrado cristiano: las máscaras no son en modo alguno representaciones de alguna realidad, sino portales a mundos trascendentes, invisibles y diferentes al que tenemos delante de las narices. Expresiones de una espiritualidad religiosa que, a través de un elemento aparentemente figurativo como una máscara humana, adopta un lenguaje completamente abstracto y representativo.

El rostro de lo invisible es una exposición comisariada por Alfonso Revilla Carrasco que podrá verse en el Museo de Arte Sacro de Teruel (MAST) hasta final de mes, después de haber permanecido abierta durante todo abril. Está organizada por el MAST con al colaboración de la Diputación Provincial de Teruel, el Ayuntamiento de Teruel y Caja Rural. La muestra el catálogo a que ha dado resultado han sido financiados por el proyecto Metamorfosis de lo visible. Hierofanías de los espíritus negroafricanos a través del arte de la Fundación Universitaria Antonio Gargallo.

 

Una de las máscaras de la cultura Ejemgham, en Camerún


Las fotografías de Revilla documentan objetos rituales, pero además las sitúa en su contexto espiritual y artístico, las liga a las prácticas religiosas y sociales que desempeñan funciones precisas dentro de sus respectivas culturas, en nombre de entidades invisibles y espirituales. Y además se ponen en relación con obras de carácter similar en el ámbito cristiano, la imaginería medieval que hace referencia a conceptos muy similares, que de igual manera pertenecen a la frontera que separa lo real de lo espiritual, lo explícito de lo implícito.

La muestra fotográfica está dividida por su autor en cuatro secciones. El triunfo de lo invisible funciona como introducción general al planteamiento de la muestra. Se presentan esculturas rituales de diferentes culturas africanas -Dogón, Bamana, Lobi o Ashanti- para manifestar que lo esencial no es su forma visible -por más que resulte absolutamente fascinante- sino su función espiritual. Estas tallas no buscan realismo ni belleza académica. Suelen tener proporciones distorsionadas, detalles aparentemente desproporcionados o acabados rústicos. Esto no es fruto del azar ni de una supuesta falta de técnica, sino una elección simbólica. Exactamente lo mismo que ocurre con el arte cristiano arcaico a ojos de un espectador del siglo XX.

En la sección Cartografías de lo invisible: la fertilidad de antepasados y espíritus se examina el papel de las esculturas en los sistemas de creencias sobre la fertilidad, la vida y la muerte, entiendo por estas una reducción de fenómenos biológicos, sino una categoría espiritual que implica continuidad y trascendencia entre los vivos y los muertos. El catálogo explica que en muchas culturas africanas una persona estéril no puede existir en el más allá, ya que la fertilidad es el vínculo entre el individuo y su comunidad, incluyendo a los ancestros. Las tallas permiten que los muertos permanezcan presentes en la vida cotidiana, guiando y protegiendo a sus descendientes.

 

Escultura creada por los dogón, grupo étnico que habita en Mali


Máscaras el rostro visible de los espíritus invisibles hablan de las máscaras que ocupan el lugar central de la exposición. Son estructuras funcionales, estéticas y místicas que permiten a los espíritus manifestarse en el mundo de los vivos durante rituales, celebraciones o funerales. A diferencia de lo que suele pensarse en Occidente, una máscara africana no es simplemente una representación: es una manifestación temporal de una fuerza espiritual. Cuando se activa mediante danza, música y ritual, la máscara no representa al espíritu, sino que lo encarna. Se vuelve un agente activo del mundo invisible. La exposición muestra máscaras de diversas tipologías: frontales, de casco, cresta o faciales. Están elaboradas con madera, fibras, pigmentos, pelo humano o caolín. Muchas proceden de culturas como los Bamana (Mali), Ejamgham (Camerún), Makonde (Mozambique) o Fang (Guinea Ecuatorial).

La última sección, Lo oculto: la credibilidad de lo invisible, gira en torno a un concepto fundamental en el arte africano: lo oculto como fundamento de lo creíble. Mientras que en la cultura occidental la verdad se asocia a lo que se ve, en muchas tradiciones africanas la verdad reside prácticamente en lo contrario, en lo que no se ve pero se intuye. Por eso, las tallas se entienden como “credenciales de lo ausente”.

Este bloque se centra en cómo el arte africano construye un imaginario espiritual a partir de la penumbra, el silencio, la ambigüedad y la presencia velada. Se explica que muchos rituales se realizan con luz tenue o en oscuridad porque es en ese espacio liminal donde las reglas ordinarias se suspenden y emerge lo invisible.

En este punto la exposición El rostro de lo imposible entronca especialmente con el arte sacro cristiano del que está rodeado en el MAST: “El arte occidental en general, y el arte religioso cristiano en particular [...] se compone de esa doble naturaleza visible e invisible. Por ello, también debería depender de la capacidad de lo visible de manifestar lo invisible a partir de la experimentación individual”, explica Pedro Luis Hernando, director del MAST, en un texto que aporta al catálogo de la exposición. “De hecho, solemos aceptar que es el espectador quien interpreta la obra, quien visibiliza lo invisible”. La representación de lo que no puede ser representado, de lo oculto e invisible, es la finalidad de este arte. Y en la religión cristiana, de igual manera que en otras desarrolladas en Egipto, Mesopotamia o América, la imagen de Dios mismo está oculta mediante máscaras y otros elementos representativos porque al ser humano no se le permite mirarla directamente. El arte cristiano no revela la auténtica imagen de Dios, sino que representa simbólicamente su naturaleza.

Alfonso Revilla establece varios ejemplos que ilustran lo anterior en el libro-catálogo que acompaña a la exposición, y que se apoyan en diferentes obras de las que se exponen en la colección permanente del MAST, como la tabla de la Virgen con el Niño expuesta en la Sala de la Maternidad, procedente de la iglesia parroquial de San Agustín, o la imagen del Cristo en la Cruz del siglo XVII procedente de la iglesia de San Miguel de Teruel.

 

Alfonso Revilla Carrasco, con una de las piezas africanas que ha fotografiado

Regreso de Revilla a Teruel

Alfonso Revilla Carrasco, cuya tesis doctoral estuvo dedicada a la escultura africana, es un gran especialista en arte y cultura del continente negro que funde es su formación la antropología con la actividad artística. Entre lo estético y lo didáctico, está especialmente interesado en que el público occidental aprenda a mirar el arte africano con ojos diferentes, alejados del efectismo paternalista del colonizador. De ahí la importancia de su mirada fotográfica, de la cuidada iluminación de sus imágenes que ponen de manifiesto elementos que de habitual pasarían desapercibidos: incrustaciones, escarificaciones, marcas de uso, proporciones singulares alejadas del canon auténtico... una serie de aplicaciones técnicas que, como si de la pincelada propia de cada artista se tratara, tienen como objetivo resaltar el carácter ceremonia, trascendente y sagrado de las piezas, con “un significado profundo y con el poder de intensificar la vida y servir de puente con una realidad que está más allá de lo ordinario, en el mundo de los espíritus”, según el doctor en Historia del Arte David Almazán Tomás.

No es la primera vez que Alfonso Revilla Carrasco expone en Teruel. Durante la celebración de la sexta edición del ciclo On Art de Bellas Artes en febrero de 2016 trajo la exposición Una visión del arte africano, que iniciaba de algún modo esa reivindicación por mostrar el arte africano como algo completo y tremendamente rico pese a su alejamiento de la concepción artística occidental.

Ademas, en 2022, Revilla comisarió una excelente y provocativa exposición de escultura que también pudo verse en el MAST. Su título era Formas de Maternidad. Diálogos entre maternidades románicas y negroafricanas, y consistía en siete tallas africanas esculpidas durante el siglo XX sobre el tema de la maternidad. Las piezas convivían en perfecta armonía estética y conceptual con tallas medievales cristianas de la Virgen, poniendo de manifiesto que en ambos casos se huía del elemento realista para representar un concepto universal, el de la maternidad, que va mucho más allá de la representación de una madre y un hijo concretos.

 

Imagen de la inauguración de la exposición ‘El rostro de lo invisible’ en el MAST, a principios de abril
 

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