El arte africano conversa con el románico a propósito de la maternidad
El Museo de Arte Sacro inaugura una nueva exposición de tallas en maderaSiete tallas africanas sobre la maternidad de tamaño medio y otras más pequeñas, las denominadas propiciatorias, esculpidas en madera de diferentes lugares de África durante el siglo XX, forman parte de la exposición Formas de Maternidad. Diálogos entre maternidades románicas y negroafricanas, que podrá verse en la sala azul del Museo de Arte Sacro de Teruel hasta diciembre.
Las piezas pertenecen a dos colecciones, la de Alfonso Revilla y la de Juan José Martín Andreu, y mientras dure la exposición convivirán con tallas románicas de diferentes puntos de la provincia, que también recrean el concepto de la maternidad desde el punto de vista religioso.
Sorprenden tanto las similitudes como las diferencias que existen entre diferentes concepciones de la maternidad tan distantes en el espacio, entre el sur de Europa y el continente africano, y en el tiempo. Las primeras del XI al XIII mientras que las piezas africanas expuestas son del siglo XX. De hecho es muy raro el arte africano anterior al siglo XIX, porque está realizado en madera y las condiciones ambientales junto a la acción de los xilófagos hace que sean pocas las obras de arte que resistan el paso del tiempo.
Alfonso Revilla, profesor de la Universidad de Zaragoza y experto en arte africano, explica que las principales similitudes entre las tallas que representan la maternidad en África y la Virgen en Europa es que “todas ellas se separan del naturalismo. No representan fielmente a una madre con su hijo, no son retratos”. Esto se debe a su alto contenido conceptual de estas tallas. Pudiera parecer que los europeos del siglo XII no sabían representar fielmente la figura humana, al igual que los africanos actuales, y solo eran capaces de esculpir figuras desproporcionadas, hieráticas, con rostros impersonales o inexpresivos. Pero la realidad es que estas figuras se apartan conscientemente de una representación de la realidad “para que sea evidente que lo representan es un concepto abstracto, la maternidad en este caso, que va mucho más de una mujer en concreto con un hijo en concreto”.
Como diferencias, llama poderosamente la atención el diferente papel que ocupa la figura del niño dentro de cada representación. “En las representaciones africanas el niño es siempre un satélite de la figura principal, que es la mujer. Así, aparece sentado, en su espalda, en su cabeza e incluso en el suelo”, explica Revilla. Al contrario, la representación del Románico se centra fundamentalmente en el hijo de Dios, “una figura muy potente en la tradición judeocristiana”, siendo la mujer en muchos caso la representación de su trono. Es por eso que el niño aparece en la mayor parte de las ocasiones como figura central, sentado, y con un tamaño desproporcionado con respecto a su madre con el objeto de destacar.
En la exposición también hay dos figuras propiciatorias, que son una especie de muñecas de madera, que es un auténtico paralelo a las muñecas occidentales. “Estas figuras se regalan a las niñas para que la eduquen casi como si fueran un bebé, y al mismo tiempo” -en esto se separa de la concepción occidental- “sirven de amuleto para que los partos sean benignos y la descendencia crezca fuerte”.
Esto está justificado en una sociedad como la africana, donde “las labores agrícolas y ganaderas hacen que no tener descendencia sea un drama personal y también social, en un contexto en el que se hace necesaria una gran cantidad de mano de obra”, como sucedía en la España rural de hace menos de un siglo. Según Revilla, “los africanos son expertos en el arte sobre temas universales que nos incumben a todos. Pero ni sus obras tienen un tiempo ni sus creadores un nombre en los libros de Historia del Arte”.
No es la primera ni la segunda vez que Alfonso Revilla expone parte de su colección de arte africano en Teruel. Lo ha hecho en varias ocasiones en el contexto del Ciclo On ART de Bellas Artes, e incluso la exposición que se inauguró ayer pretende ser el primer paso de una muestra más ambiciosa, con más piezas, en diferentes ámbitos temáticos.
Reivindicación
En parte es una reivindicación que Revilla recalcó ayer: “Las tallas románicas tienen un tiempo, igual que el arte barroco, pero no lo tiene el arte africano. En los libros de historia este suele aparecer al principio, junto al arte primitivo, cuando en este caso, por ejemplo, estamos hablando de piezas del siglo XX. Creo que tenemos que reestructurar el discurso de la historia del arte desde otro punto de vista, más heterocrónico, no basado en nuestra línea de tiempo y en el que tengan cabida otros tipos de arte”.
Tampoco resulta demasiado correcto hablar de arte africano al igual que de arte europeo, en el sentido de que son un conjunto de artes de diferente procedencia e índoles. Pero en ambos “es posible hacer generalizaciones con aquellos rasgos que parecen compartir varias manifestaciones del arte africano. Al final no hay culturas estacas, todas son híbridas, comparten cosas y se influyen entre si”.
Junto con el experto en arte africano Alfonso Revilla estuvo Pedro Luis Hernando, director del Museo de Arte Sacro de Teruel, quien explicó que algunas de las vírgenes que se exponen estaban en depósito, “aunque quizá sea el momento de dejarlas definitivamente en la exposición permanente”.
También acudió a la inauguración Alfonso Blesa, de la Fundación Antonio Gargallo, que patrocina la muestra, y otro de los coleccionistas que han cedido las piezas, Juan Jose Martín Andreu, artista plástico, coleccionista y experto en arte africano.
Martín Andreu aseguró que el arte no es sino “lo que sucedió en cada momento, el periódico o el telediario de cada día en cada lugar”. Y en este sentido la representación de la maternidad, tan distinta y tan similar en África y en Europa, “no es sino la representación de un concepto que tiene que ver con que el pueblo tiene que proteger a los que vienen detrás”, y que como otras “potencian la idea de que nos necesitamos, de que el de arriba tiene que proteger al de abajo”.
En este sentido se refirió al Museo de Arte Sacro y a la Fundación Antonio Gargallo como “quienes reverdecen este patrimonio”, y por tanto son “otro patrimonio que debemos proteger”.
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