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Cerca de cuarenta artistas de todo  el mundo reflexionan sobre el final de la vida en El Olivar de Estercuel Cerca de cuarenta artistas de todo  el mundo reflexionan sobre el final de la vida en El Olivar de Estercuel
Mateo Patón realizando su intervención para la exposición

Cerca de cuarenta artistas de todo el mundo reflexionan sobre el final de la vida en El Olivar de Estercuel

‘La muerte no existe’ es una ambiciosa exposición de arte contemporáneo que se inaugura esta tarde y permanecerá en el monasterio hasta septiembre
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Pocos meses después de El maravilloso vacío, la Fundación Térvalis vuelve a impulsar una ambiciosa exposición colectiva que da un salto reuniendo no solo a algunos de los artistas contemporáneos turolenses más destacados, sino también a creadores procedentes de lugares tan dispares como Madrid, Barcelona, Nueva York, México o Venezuela. De nuevo comisariada por Gene Martín, a quien se le une en este proyecto el artista valenciano Alejandro Mañas, el monasterio de Santa María del Olivar de Estercuel acogerá desde hoy y hasta el 24 de septiembre La muerte no existe. El espíritu ni nace ni muere. La inauguración oficial tendrá lugar en ese espacio a las 18.30 horas de esta tarde, en presencia de Gene Martín, Alejandro Mañas, Fernando Ruiz en nombre de la comunidad Mercedaria que acoge y coorganiza la muestra, Elena Utrilla, directora de proyectos de Fundación Térvalis y algunos de los autores participantes.
 

La muerte no existe está formada por una serie de obras de arte contemporáneo que van desde la pintura a la instalación, pasando por la escultura, la poesía o el videoarte, en el que treinta y siete artistas, catorce de ellos turolenses o vinculados de un modo u otro a la provincia, ofrecen sus particulares visiones de la muerte en diferentes ámbitos y perspectivas de esta. Huyendo en general del tenebrismo y de los clichés que existen sobre ella y que la han convertido en un tema tabú en numerosas culturas, y explorando otras concepciones y otro tipo de reflexiones.

Las piezas de Lucía Villarroya y Mariano Calvé (primer y segundo término), en el claustro de El Olivar de Estercuel

La muerte no existe no niega en realidad su existencia, algo que resultaría absurdo, pero reinventa la percepción y la conceptualización que desde el arte y desde la cultura occidental se ha venido haciendo. Lo explica bien Fernando Ruiz, prior del Monasterio del Olivar, en el catálogo de la exposición, cuando dice que nuestra perspectiva de la muerte pasa de ser “un elemento más en el paisaje, algo pequeño que pasa a veces” cuando somos niños, a “algo que les ocurre a quienes amamos” cuando somos adultos, un proceso a través del cual “sufren, pierden capacidades, menguan, pierden batallas y, un día, se van y ya no están”, para terminar revelando su tercer y definitivo estadio, el de “la muerte enfrente, mi fin personal que aparece ante mí y que habremos de vivir en primera persona cuando se termine el tiempo”.

En todas esas concepciones, ciertas todas ellas, la muerte es el final irreparable y está ligada a la pérdida. Alejandro Mañas ofrece en el catálogo de la exposición una pormenorizada reflexión de cómo el arte ha reflejado la muerte a lo largo de la historia. Pero más allá de ese reflejo, los artistas reunidos en La muerte no existe reivindican concepciones alternativas que no tratan de ser un mero ejercicio de buenismo o analgesia. Uno de los objetivos esenciales del arte es comprender la vida, y en esta muestra colectiva se afronta esa tarea trascendente a partir de intentar entender la muerte en tanto que forma parte de esta. Asumirla, en opinión de Gene Martín, como “un viaje que parte de la muerte física e individual hasta llegar a la resurrección en el amor universal”, una desconexión de nuestra mente funcional para “despertar y contemplar el mundo desde los ojos del corazón”.

Cinco ámbitos

Los artistas que participan en la exposición colectiva agrupan sus obras en cinco ámbitos conceptuales diferentes; La muerte del Individuo; En la muerte no hay soledad; Lo trascendido; Reflejos del espíritu; y Del principio al fin. La Muerte no existe. El espíritu ni nace ni muere podrá verse únicamente en Estercuel hasta el 24 de septiembre. Más allá de esa fecha no itinerará ni volverá a exponerse conjuntamente, por lo que la visita al monasterio es una oportunidad única para disfrutarla.

Entre los artistas que exponen en el Monasterio del Olivar de Estercuel, el turolense Diego Aznar expone su óleo Cama (2017), una vista cenital de gran formato en el que la cama aparece como un altar, donde se celebran los actos más sagrados del ser, como el nacimiento, la fecundación o la muerte, con las arrugas de las sábanas como testimonio de la presencia de sus habitantes.

Pieza en alabastro creada por el alcañizano José Ángel Abril

Por su parte Mateo Patón, artista y poeta riojano formado en Teruel, realiza una intervención gráfica sobre ventanales del claustro del monasterio, con poemas en los que, entre otras cosas, describe la muerte como “acercarse a la orilla y dejarse vencer por el miedo” o “mirar una estrella sabiendo que no hay distancia entre su muerte y su vida”.

El escultor alcañizano José Miguel Abril trabaja el alabastro y presenta dos piezas, Process I y Process IV, que hablan sobre el desamparo del ser humano ante “el abismo, la noche oscura o quizá el castigo, que es la muerte para la gran mayoría”.

La turolense Lucía Villarroya expone Emergencia a la luz, una instalación con esferas de forja, alambre y cerámica en el centro, con las que alude al conjunto de textos e imágenes del Libro de los Muertos de la cultura egipcia y al concepto del viaje que supone la muerte entre lo material y lo otro. Las esferas representan el cielo y el espíritu, encerradas en la decadente coraza de forja, degradable como lo es el cuerpo humano.

Mariano Calvé, el ceramista turolense, expone Senda infinita, una porcelana gres, con esmaltes, óxidos y telas creada recientemente en la que invita a recorrer con placer las sendas que, aún desconocidas, prometen belleza por el siempre hecho de serlo; y la pintora nacida en Bañón Quinita Fogué aporta el óleo Posos, sobre la transición de la Tierra al cielo, de lo material a lo trascendente y de lo trivial a lo universal.

La turolense Reyes Esteban expone Despertar del corazón, una urdimbre de hilo de cobre y pasta moldeada en la que se representa la concepción de vida y muerte de la cultura egipcia y que a través de Akhenaton derivó hacia una idea de Amor Universal que se retomó en el Cristianismo original.

El artista y uno de los comisarios de la muestra, Alejandro Mañas, de Castellón, presenta la serie fotográfica La historia I y el óleo sobre lienzo La noche trascendida, piezas con las que reflexiona sobre lo que de muerte posee la vida, escapándose más allá de ella misma.

Una de las piezas de Gene Martín, creadas con impresión en 3D

El otro comisario de la exposición, el turolense Gene Martín aporta dos piezas conceptuales; El espíritu ni nace ni muere, una instalación textual creada con técnicas de impresión digital en tres dimensiones con plástico biodegradable, y la instalación Transparent body, luminous world, en la que forma un cuerpo yacente con tarros reciclados de alimentación para bebés, acompañada por el poema ¿Qué es la muerte?

El fotógrafo turolense Leo Tena expone Luz, una pieza conceptual que habla sobre las diferentes perspectivas con las que puede abordarse la muerte en función de las creencias religiosas, sociales o personales, desde un rayo de luz blanca hasta la completa oscuridad, pasando por una enorme gama de grises.

Además Hugo Casanova reflexiona sobre la muerte como punto de partida y de llegada, que coloca a todo y a todos por igual, en Y la muerte no tendrá señorío, una instalación de piezas en alabastro, con acero cortén e iluminación led.

Mención aparte merece el colectivo madrileño Circulo de Agua, que presenta una serie de pinturas abstractas y obras gráficas firmadas por Ana Coque, Liana de Plasencia, Maite Rodríguez, Mercedes Cimas, Nuria Recansens, Carla de Vicente, Celia Guerrero y Leonor Berlanga

Además Luis Salvador, joven artista zamorano que resultó ganador del I Premio Spiritu convocado por Térvalis y el Museo de Arte Sacro de Teruel, donde todavía puede verse su pieza ganadora, Fragmentos, presenta en este caso Principio y Fin, en los que un lienzo aparece como mortaja de su propio bastidor, lienzo obtenido de un ajuar familiar, y que funciona como una metáfora del inicio, de la potencia del lienzo en blanco abierto a todo un mundo de posibilidades, y al final como envoltura de los restos inanimados que quedan en el suelo cuando el insuflo de la vida se evapora.

Vidriera de Carmen Solsona

La pintora Carolina Cañada, por su parte, expone Milagritos de la serie Exvoto, un conjunto de gouaches sobre madera que dan testimonio del amor universal que unen a la vida y a la muerte, que rompe con la estética que habitualmente se asocia al concepto del final de la vida y en el que el característico ojo que presentan las piezas, más que nunca, adquiere un carácter místico y religioso.

Otra artista turolense, Carmen Solsona, expone Colapso, una vidriera con la forma de la cruz cristiana en la que las formas habituales son sustituidas por corazones multicolores, que acompaña en el catálogo por el espléndido poema de Antonio Machado: “La muerte es algo que no debemos temer, porque mientras somos, la muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros no somos”.

Además de los artistas anteriormente mencionado, turolenses o vinculados a la provincia, exponen en la muestra Robyn Chadwick (Nueva York), Eulalia Valldosera (Barcelona), Ernesto Artillo (Málaga), Sandra Moneny (Zaragoza), Joana Cera (Barcelona), Alina Rotzinger (México), Mijael Ruggieri (Milán), Laura Rubio (México), Araceli García (Granada), Marianela Morales (Venezuela), Laura Kmtez (Miami), Marta Ortega (Barcelona) y Fernando Gaya (Barcelona).

La segunda gran exposición colectiva de Térvalis

La muerte no existe es la segunda gran exposición colectiva que organiza en el último año Fundación Térvalis con la dirección artística de Gene Martín. En este caso participan XX artistas: Leo Tena, Diego Aznar, Mariano Calvé, Ramón Boter, Quinita Fogué, Lucía Villarroya, Gene Martín, Hugo Casanova, Carmen Solsona, Carolina Cañada, José Miguel Abril, Mateo Patón, Reyes Esteban y Luis Salvador, turolenses o vinculados a Teruel, además de Ernesto Artillo, Joana Cera, Fernando Gaya, Alina Rotzinger, Marianela Morales, Alejandro Mañas, Araceli García, Círculo de Agua (Ana Coque, Liana de Plasencia, Maite Rodríguez, Mercedes Cimas, Nuria Recansens, Carla de Vicente, Celia Guerrero y Leonor Berlanga), Robyn Chadwick, Mijael Ruggieri, Carlos Pujol, Sandra Moneny, Marta Ortega, Eulalia Villadosera, Laura Kmetz y Laura Rubio.

Organiza Fundación Térvalis y el Monasterio de Ntra. Sra. del Olivar de Estercuel, con el patrocinio de la Comarca Andorra-Sierra de Arcos.

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