Vayan por delante mis felicitaciones para todos ustedes, amigos lectores, ante las fechas navideñas a las que nos acercamos.
Hoy vengo a hablarles de un libro y no, no es mío, como pretendía don Francisco Umbral en aquel mítico programa de televisión con Mercedes Milá. Sin embargo, debo reconocer que es un libro que no he leído y, quizá, ahí radique la parte curiosa de esta columna que hoy leen ustedes. Creo firmemente que cualquier profesional debe ser inquieto y tener ambición por aprender, crecer y mejorar. Así, desde que tuve claro que quería ser entrenador profesional, me ha generado una curiosidad y atracción extremas el conocer a grandes técnicos, tanto del mío como de otros deportes, y tratar de descifrar qué lleva a unos y otros al éxito. He leído libros acerca de o escritos por grandes gurús de los banquillos: NBA, fútbol, voleibol… También he visto, gracias a la facilidad que tenemos hoy en día, charlas o documentales sobre entrenadores o equipos que han tenido éxito por diversos motivos. En el mejor de los casos, he podido compartir un tiempo con alguno de ellos. Estas experiencias siempre me generan la misma sensación de querer aprender más y de querer acercarme, aunque solo sea virtualmente, a conocer la realidad de estos grandes entrenadores. Cuanto más sé, más quiero aprender.
A este respecto, hay un caso que me tiene fascinado en los últimos años: Carlo Ancelotti, entrenador del Real Madrid. El técnico italiano es el más exitoso en la historia de la Champions League, la competición más importante a nivel de clubes en el mundo, y que comanda a los blancos en su segunda etapa en el banquillo del Bernabéu. Les decía que me genera especial atracción por un motivo: su forma de dirigir, resumida a la perfección en el título del libro que ha escrito y al cual hacía alusión al inicio: “Liderazgo tranquilo”. Hay muchos tipos de entrenadores o estilos diferentes a la hora de dirigir: los hay más metódicos, los hay muy exigentes, los hay más calmados, los hay que se fían más de su olfato o instinto y los hay que son una mezcla de varias de estas u otras cualidades.
En mi experiencia, he visto llegar al éxito por los más diversos caminos, por lo que no creo que haya una única receta para alcanzar la excelencia. Sin embargo, considero que el estilo de liderazgo ejercido por Carlo Ancelotti es realmente magnífico y paradigmático. No se le conoce un mal gesto y en general toda su plantilla está a muerte con él, incluso aquellos jugadores que menos juegan, con lo difícil que es eso, se lo aseguro. Suele pasar, y más en clubes de la más alta exigencia, que cada traspiés es una ensalada de críticas, muchas veces desmesuradas, infundadas o inmerecidas, contra el entrenador.
Esto se suele acentuar cuando el perfil del entrenador es más pausado o tranquilo. “Es demasiado buena persona” o “es solamente un buen gestor de vestuario”, son las dos críticas más habituales para Carletto después de cada traspiés de los blancos. Supongo que, quienes así argumentan, no entienden que ambas cualidades son determinantes para ser un buen entrenador. Decía un muy buen entrenador, amigo mío, que es imposible ser buen profesional sin ser buena persona.
Les garantizo que en estas Navidades haré por leer el libro, aprender de él lo máximo posible y tratar de parecerme en algo a este gran referente (y adivino que gran persona).
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