Empiezo estas líneas con una mezcla de ansiedad, nervios y emoción, pero sobre todo con mucha ilusión. DIARIO DE TERUEL, ese que ha narrado tantas y tantas noches, victorias, derrotas, gestas, títulos… ha decidido abrirme esta ventana de comunicación con ustedes, lectores, a través de la cual comparta mis pensamientos. Y no puedo estar más feliz. Así que, si todo va bien, y ustedes quieren, nos encontramos en esta página todos los miércoles.
“Quince años tiene mi amor” cantaba el Dúo Dinámico hace unos cuantos años. Y esta semana se han cumplido exactamente quince años del mayor éxito de la historia del voleibol español. Aquella Selección, dirigida de modo magistral por el italiano Andrea Anastasi, se coronaba Campeona de Europa en Moscú, venciendo a la anfitriona y súper favorita Rusia por 3-2 en la final disputada el 16 de septiembre de un parece que lejano 2007.
Doce mil rusos abarrotaban aquel pabellón moscovita que los españoles tuvieron a bien silenciar con un soberbio partido y una victoria antológica.
En aquel septiembre de 2007, yo contaba 23 primaveras, había terminado tres meses antes mi Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, y con mi Maestría en voleibol recién conseguida, estaba empezando a dar mis primeros pasos como entrenador, de la mano de mi profesor de la facultad, Diego Callejón, y del entrenador que me metió el gusanillo en el cuerpo, mi buen amigo César Hernández. Podría decirse que vi aquella final con la ilusión de quien se enamora por primera vez, de la mano de los inolvidables hermanos Falasca, Moltó, García-Torres, De la Fuente, Israel, Lobato, Ibán Pérez, Sevillano, Hernán y Subiela, todos ellos liderados por el histórico capitán, Rafa Pascual, quien además tuvo que entrar en la final por la lesión de Kike de la Fuente al final del cuarto set, tras haber tenido un rol completamente secundario durante todo el torneo, pero sabiendo liderar desde la sombra a un grupo llamado a hacer historia.
Sirvan estas líneas para agradecerles públicamente que me ayudasen a cautivarme definitivamente por este deporte, por una Selección que, además de ganar, jugaba magníficamente bien, y enganchaba. Era un equipo con alma, con carisma, con entrega… Les invito a que busquen el vídeo del partido en YouTube: yo ya he perdido la cuenta de las veces que lo he vuelto a ver.
Aquella Selección culminó una trayectoria inmaculada, un gran ascenso hasta los cielos, que empezó con la clasificación olímpica para Sidney, múltiples participaciones en la Liga Mundial, incluyendo una histórica Fase Final en Madrid (2003), y un 4º puesto en el Campeonato de Europa, conseguido en la edición inmediatamente anterior, la de 2005.
Además, la victoria en la apenas recién creada Liga Europea en Portimao (Portugal), y también ante el anfitrión, podía hacernos pensar que estábamos ante una gran oportunidad para la Selección Nacional.
Gracias a aquella Selección por llenarme de ilusión, por enseñarme que no hay nada imposible, y, sobre todo, por acercarme definitivamente a este deporte tan maravilloso. Seguramente, yo no sería hoy lo que soy, sin aquellos referentes, sin aquel equipo. Como dice la canción del Dúo Dinámico… voleibol, “quiero repetirte que no hay nadie como tú".
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