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Raquel Fuertes

Esta Nochebuena cenaremos pato y el día de Navidad comeremos paella. Quizás no sea lo más canónico, pero ya han llegado el momento y la situación para hacer aquello que nos haga sentir más cómodos dentro de la nostalgia.

Visto con perspectiva, mi madre (quizás debería decir “las madres”) tenía una forma única de sintetizar sentimientos y expresarlos es sentencias únicas: claras, concisas, definitorias, sin florituras. Así, recuerdo en estos días una frase suya que empezaba a sonar allá por la Purísima: “Si con el pensamiento pudiera amanecer y que fuera 7 de enero…”.

Y es que la Navidad tiene muchas caras. Desde la lotería del 22 (con la alegría de unos pocos y el “salud que no falte” del resto) hasta las montañas de regalos que pasarán antes al cajón del olvido que al rincón de los objetos para el recuerdo. Por supuesto, pasa también por los reencuentros, por los brindis con gente querida, por las reuniones que guardan fecha de un año para otro y que hacen posible volver a vernos con quienes queremos.

Pero también es el momento de las ausencias. De esas sillas vacías que se quedarán en la cocina porque ya no hace falta sacarlas, desparejadas, a la gran mesa de la celebración familiar que parece cada vez más pequeña. Habrá que esforzarse para que esas ausencias no pesen más que los presentes, sobre todo pensando en que siempre hay alguien que aún echa más de menos a los que ya no están. Y que, aunque la tristeza sobrevuele ese encuentro, aún nos quede la fuerza suficiente para compartir momentos con los que estamos, buscando la alegría que, sin duda, sigue en nosotros.

Las ausencias nos hacen sentir un poco más pobres, pero quizás deberíamos pensar más en lo afortunados que fuimos de poder compartir parte de nuestra vida con los que ya se fueron y abrir la mirada (¿por qué no hablar del corazón?) a los que irán sumándose a nuestras familias. ¿Llegó el momento de hablar del “es ley de vida”? Tal vez. Y de pensar que quizás la vida era esto, que hay tristes despedidas, pero que otros vienen para seguir ese discurrir de acontecimientos  y relatos en el que también nosotros llegaremos a ser ausencias. Feliz Navidad.

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