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Un altivo Rambo de Requena que calla y se niega a contestar incluso a su abogado Un altivo Rambo de Requena que calla y se niega a contestar incluso a su abogado
Llegada del Rambo de Requena a la Audiencia Provincial de Teruel

Un altivo Rambo de Requena que calla y se niega a contestar incluso a su abogado

Los guardias civiles a los que disparó en Muniesa relatan que les encañonó por sorpresa "con la escopeta preparada" para matarlos
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Pedro Lozano Giménez, más conocido por el apodo del Rambo de Requena, guardó este martes un silencio altivo, no exento de exhibicionismo, durante el primer día del juicio que se celebra contra él en la Audiencia Provincial de Teruel. Se acogió a su derecho a no declarar y no quiso contestar ni siquiera a las preguntas de su abogado. Los dos guardias civiles a los que disparó en Muniesa, a uno de los cuales hirió de gravedad, relataron cómo el delincuente les encañonó por sorpresa “con la escopeta municionada y preparada para matarnos”, y de qué forma abrió fuego a quemarropa contra ellos para darse a la fuga.

A la espera de los informes de los miembros del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil, que están citados para este miércoles, por lo que se pudo escuchar el martes en el juicio todo apunta a que Lozano solo empleó los dos cartuchos que disparó en Muniesa. En la sesión del martes pareció quedar claro que no se le encontró más munición, y que no abrió fuego contra los agentes que le detuvieron en Andorra ni contra el helicóptero que le seguía desde el aire, a pesar de encañonar a unos y otros con la escopeta de cañones recortados que portaba. Cuando fue abatido, soltó el arma y la Guardia Civil se la arrebató, los dos cartuchos que llevaba puestos estaban detonados.

Lo que quedó patente también en la primera sesión del juicio es que actuó con una gran frialdad por la forma como los agentes a los que disparó en Muniesa relataron lo ocurrido. Explicaron que salió del coche de forma sorpresiva con la escopeta montada apuntando a la cabeza de uno de ellos y abrió fuego contra él a escasos metros. Al otro agente, tras repeler el ataque con su arma reglamentaria y encasquillársele la pistola después del primer disparo, le encañonó también a la cabeza y detonó la escopeta sin dudarlo a dos metros y medio o tres. El guardia civil salvó la vida porque se cubrió con el brazo, aunque sufrió graves lesiones y ha requerido hasta seis intervenciones quirúrgicas.

Dos delitos de homicidio

El juicio contra Lozano, acusado por el ministerio público de dos delitos de homicidio en grado de tentativa, que la acusación particular eleva a tentativa de asesinato, además de otros delitos, comenzó este martes en la Audiencia Provincial de Teruel con las declaraciones de los testigos. El acusado se negó a hablar, como ya había hecho en anteriores ocasiones y que es un derecho que tiene, aunque a la vista del escrito de la defensa reconoce que incurrió al menos en un delito de lesiones graves, por lo que acepta una pena de 2 años de prisión y se conforma con las indemnizaciones que piden la Fiscalía y la AUGC.

Nada que ver esa pena con los 11 años por cada uno de los dos delitos de homicidio en grado de tentativa de los que le acusa la Fiscalía, uno por cada uno de los agentes a los que disparó, petición que en el caso de la acusación particular en representación de los guardias civiles se eleva a a 40 años, veinte por cada uno.
 

El acusado sentado este martes en el banquillo, cuyo juicio pudo seguir la prensa por la sala virtual del TSJA. EFE / Antonio García


A eso se suman otros delitos, hasta siete tipos penales más, que elevan la petición total de cárcel a 29 años por parte del ministerio público y la Asociación Unificada de Guardias Civiles, personada como acción popular, y a 61 años por parte de la acusación particular, que lleva el abogado Jorge Piedrafita.

Los hechos juzgados ocurrieron el 8 de junio de 2020 cuando Lozano emprendió una alocada huida desde la localidad turolense de El Castellar, donde se escondía de la búsqueda que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado llevaban meses haciendo por delitos cometidos en la Comunidad Valenciana, y que culminó en Andorra tras ser detenido con un gran despliegue policial después de que en Muniesa hubiese herido de gravedad a un guardia civil y disparado contra otro cuando intentaban identificarle.

Autoría

Desde entonces ha permanecido en prisión provisional en la  cárcel de Zuera y aunque el acusado no abrió el martes la boca, a la vista del escrito de su defensa se desprende que asume la autoría de los hechos pero no quiso matar. Al guardar silencio no mostró arrepentimiento ni explicó por qué optó por abrir fuego contra los agentes.

El acusado huía de la Comunidad Valenciana, donde contaba con un largo historial delictivo y la Guardia Civil llevaba tres meses buscándole de manera infructuosa. La búsqueda del llamado Rambo de Requena, por su habilidad a la hora de eludir los cercos policiales y que tuvo mucha proyección mediática, había trascendido del territorio valenciano y se sospechaba que hubiese podido pasar a la provincia de Teruel, según reconoció un agente que declaró como testigo.

Este guardia civil, encargado de instruir un atestado por los hechos cometidos en la Comunidad Valenciana, explicó que la mayoría tuvieron lugar en el partido judicial de Requena y otros en el de Lliria. Los delitos por los que se le buscaba allí eran contra el patrimonio, el primero por el robo en Requena de un vehículo con violencia e intimidación, cuya víctima aseguró que escuchó dos disparos cuando huía, además de otros robos de vehículos y entranda a casas. En Siete Aguas también intimidó al propietario de un vehículo con la escopeta recortada. No obstante, los hechos por los que le está juzgando la Audiencia Provincial son por los ocurridos en la provincia de Teruel en junio de 2020.

Testificación

El acusado era este martes el primero que tenía que testificar en el juicio, pero no abrió la boca, ni siquiera para contestar a la magistrada que presidía la vista cuando le preguntó si quería responder. Guardó silencio con una actitud altiva y ni movió la cabeza en respuesta a si quería hacerlo. No declarar es un derecho que tienen los acusados, pese a lo cual las partes formularon sus preguntas para que quedase constancia de las mismas.

La reconstrucción de lo ocurrido aquel día la ofrecieron los distintos testigos que declararon, desde los dos agentes a los que disparó, a otras personas que se cruzaron en su camino y los guardias civiles que acabaron deteniéndole en Andorra.

Lozano fue sorprendido en El Castellar la mañana del 8 de junio de 2020, donde se estaba escondiendo en una vivienda que llevaba meses sin ser ocupada por su propietario, que la tenía de segunda residencia. Además de robar distintas pertenencias sustrajo un vehículo Suzuki y se dio a la fuga.
 

El Rambo de Requena sale del vehículo policial para entrar en la Audiencia Provincial de Teruel y someterse al juicio. FJM.


En Muniesa se cruzó con una patrulla de la Guardia Civil, puesto que el instituto armado había dado ya el aviso del robo. Los agentes reconocieron que habían sido alertados de que podía tratarse del Rambo de Requena por el modus operandi que empleaba. El acusado hizo un movimiento brusco al ver el coche patrulla y giró para entrar en un callejón que no tenía salida.

Alerta

Los guardias entraron con su coche detrás y desde el interior le preguntaron si le pasaba algo. Los agentes relataron que vieron cómo el acusado movía y cogía algo del asiento de al lado. Se pusieron alerta y el primero en empezar a salir del coche patrulla fue el agente que iba de copiloto, para hacerlo después el que conducía, que sacó medio cuerpo. El callejón era estrecho y no se podían abrir por completo las puertas.

Le pidieron que se identificase y empezó a salir de espaldas, para girarse de forma sorpresiva en cuestión de segundos, según la explicación de los agentes, y encañonar al que conducía con la escopeta de cañones recortados que portaba. “Me apuntaba a mí directamente a la cabeza”, dijo el agente, quien indicó que la actitud del acusado era de estar “tranquilo, con mucha seguridad y con mucha intención”.

El guardia civil contó que salió entonces del vehículo y el acusado disparó contra él, por lo que corrió a parapetarse en la esquina de entrada al callejón buscando refugio. El agente que iba en el asiento del copiloto, que había sacado ya el cuerpo del vehículo, añadió que el Rambo de Requena salió del coche que había robado y se giró “con la escopeta preparada, municionada, preparada para matarnos”. Falló el tiro y entonces el guardia que iba de copiloto desenfundó su arma reglamentaria para repeler el ataque dándole el alto.

Arma encasquillada

Tras el primer disparo, que no dio en el delincuente, el arma se le encasquilló y Lozano lo que hizo fue moverse por detrás del coche patrulla para ir en busca del guardia que iba de copiloto, que intentaba desencasquillar su pistola. El guardia contó que fue cuestión de unos segundos y que se acercó hasta él “sabiendo muy bien lo que quería hacer”. Le encañonó con la escopeta a la cabeza y le disparó. Al ver la intención se cubrió con el brazo y es lo que le salvó la vida.

El delincuente salió corriendo del callejón y el otro agente, parapetado en la esquina, le disparó una primera vez y después en otras dos ocasiones, en total tres balas que no le dieron. Este agente comentó que si se hubiera quedado junto al vehículo “cinco segundos más paralizado, me hubiera alcanzado” con el primer disparo, y que si su compañero tampoco le frena repeliendo el ataque, “creo que me hubiera abatido por la espalda”.

El Rambo de Requena empleó cartuchos manipulados con postas, por lo que el agente herido recibió varios impactos con un solo disparo: ocho en el antebrazo con el que se cubrió la cabeza, de ellos cinco a la altura del codo y tres en la muñeca, además de otros en el pecho y el abdomen que no llegaron a penetrar.

Auxilio

El otro agente acudió a auxiliar a su compañero y el delincuente huyó. Una vecina contó que se lo cruzó y vio cómo robaba la furgoneta de otro vecino que solía dejar las llaves puestas. Con ese coche el Rambo de Requena huyó hasta Andorra, donde llegó hacia las cuatro de la tarde conduciendo a alta velocidad por las calles hasta colisionar contra una pared.

Un albañil lo vio y después se topó con un vecino que iba en coche y se coló en el vehículo por la puerta trasera, obligándole en tono amenazante a sacarlo de la localidad y diciéndole que no quería hacerle daño. Llevaba consigo la escopeta y el testigo explicó que vio a una persona que estaba “desesperada”, y que lo que hizo fue engañarle para llevarlo a un sitio donde pudiera acorralarlo la Guardia Civil, a la que avisó una vez que el delincuente se bajó del vehículo.

Así fue como el Rambo de Requena pudo ser interceptado poco antes de las seis de la tarde en una zona agreste próxima a la localidad de Andorra, donde un helicóptero de la Guardia Civil lo localizó desde el aire y le dio el alto, a la vez que informaba a los agentes que se movían en tierra y que avanzaban hacia él.

Persecución en helicóptero

Los pilotos del helicóptero declararon que el fugitivo les encañonó en varias ocasiones con la escopeta pero no abrió fuego, y que incluso en una ocasión les lanzó una piedra. Al final fue a parar a un barranco por el que estaban subiendo los guardias civiles y se topó con ellos de frente.
 

Otro instante del momento de la llegada del Rambo de Requena a la Audiencia Provincial de Teruel. FJM


Un agente declaró que el delincuente apareció entre unos matorrales y le encañonó a él estando a descubierto, aunque no abrió fuego. El guardia civil le apuntó con su arma y le disparó a una zona no vital, tras lo cual el acusado se ocultó en la vegetación y al no deponer su actitud el agente volvió a dispararle.

Ese segundo disparo impactó en la pierna del Rambo de Requena y desde el helicóptero avisaron que había soltado el arma, por lo que lo abordaron para detenerlo. Le hicieron los primeros auxilios con un torniquete en la pierna y fue evacuado a un hospital.

A preguntas de la Fiscalía, el agente que abatió al acusado declaró que llegó a temer por su vida, y al insistirle el abogado de la acusación particular precisó que recordaba haber visto “los agujeros de los cañones con nitidez”, aunque no sabría decir si le apuntaba al pecho o a la cabeza, “pero a mí, sí”.

Otro agente que aseguró la escopeta de cañones recortados, que estaba a medio metro de los pies del fugitivo, abrió el arma para inspeccionarlas y vio que estaba con los dos cartuchos ya gastados.

Emboscada

La clave del juicio contra el Rambo de Requena, a la espera de que hoy se practiquen las pruebas periciales y quede visto para sentencia una vez que las partes presenten sus conclusiones definitivas, es determinar si lo que se produjo fue una tentativa de homicidio o de asesinato, si bien la defensa considera que los hechos son constitutivos de un delito de lesiones graves.

La diferencia, aparte de que la pena de prisión es casi el doble, está en esclarecer si el acusado actuó desde una superioridad tal por la forma como obró, que buscaba garantizar el resultado de la muerte de los agentes en caso de haberse producido. Por eso el tipo penal es de tentativa, si bien la acusación particular aprecia que el acusado emboscó de tal manera a los guardias civiles que buscaba garantizar de esta manera la muerte de los mismos, y hacia esas conclusiones enfocó ayer su interrogatorio el abogado de los dos agentes, Jorge Piedrafita. Pide por cada uno de estos delitos 20 años.

Conclusiones

La Fiscalía, así como la AUGC, consideran en sus conclusiones provisionales que no se dio ese factor, por lo que se estaría ante un caso de tentativa de homicidio, es decir, hubo intencionalidad de matar pero sin darse la circunstancia de alevosía. En este caso la pena solicitada, por cada uno de los dos delitos, es de 11 años.

Lo que intentará demostrar la defensa, a la vista de cómo orientó el martes su interrogatorio durante la prueba testifical, es que no hubo intencionalidad de matar, algo que deberá argumentar hoy, miércoles, en su informe final una vez se terminen de practicar las periciales.

De momento la defensa considera los hechos constitutivos de un delito de lesiones graves, por lo que pide 2 años de prisión para su representado. Además, reconoce los siguientes delitos: tenencia ilícita de armas (6 meses de prisión), allanamiento de morada (1 año); delito de hurto de vehículos (multa de 2.160 euros); y se conforma con las indemnizaciones que piden la Fiscalía y la AUGC.

 

 

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