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Regalar objetos personales o el cierre de redes sociales puede indicar una conducta suicida Regalar objetos personales o el cierre de redes sociales puede indicar una conducta suicida
Hablar de suicidio puede resultar un desahogo para la persona que tiene pensamientos de este tipo

Regalar objetos personales o el cierre de redes sociales puede indicar una conducta suicida

Hay determinadas señales que podrían ayudar a identificar a personas con pensamientos autolíticos
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Cruz Aguilar

El suicidio es un tema complejo y multicausal, pero su prevención comienza con la capacidad de identificar señales de alerta y saber cómo actuar. Hay determinados comportamientos, como regalar objetos personales muy queridos o cerrar las cuentas en redes sociales, que pueden poner en alerta sobre una posible conducta suicida.

La adolescencia, como etapa de cambio y construcción de identidad, puede llevar a situaciones de gran sufrimiento emocional que, en ocasiones, derivan en pensamientos suicidas. La clave, según los especialistas, es aprender a conectar con los jóvenes, validar sus emociones y buscar ayuda profesional cuando sea necesario. Con ese objetivo, la Diputación de Teruel y Psicara, entidad especializada en psicología, han puesto en marcha un total de 45 talleres que buscan ayudar a las familias a reconectar con sus hijos y también a detectar las señales que pueden indicar una posible conducta suicida por parte de jóvenes y adultos.

Hay una serie de indicios que pueden ayudar a los familiares a intuir que existe una conducta suicida. Estas señales de advertencia pueden dividirse en psicológicas, conductuales y físicas. Es fundamental prestar atención a los cambios en el comportamiento de una persona, especialmente si interfieren en su vida y persisten en el tiempo.

Entre las señales psicológicas que se pueden captar, según explica el psicólogo Javier Ibáñez, que forma parte de Psicara, está un dolor emocional constante. La persona está triste, desanimada o incapaz de disfrutar de actividades que antes le resultaban gratificantes. También le invade la desesperanza, “piensa que sus problemas no tienen solución y que su sufrimiento será eterno”, dice. Otra constante es que se suelen ver como una carga y llegan a plantearse que los demás estarían mejor sin su presencia y que su ida carece de propósito. Su autoimagen es negativa, con pensamientos como que no sirven para nada.

Frases alarmantes

Las señales conductuales que emiten pueden ser comentarios verbales alarmantes, frases como “mi vida no tiene sentido”, “sería mejor no estar aquí” o mensajes de despedida. También hay cambios repentinos de comportamiento, que se traducen en abandono de actividades importantes, descenso en el rendimiento académico o desinterés generalizado. Algunas personas muestran conductas autodestructivas, con acciones que ponen en riesgo su integridad física, como conducir de forma temeraria, relata Javier Ibáñez.

Hay además hechos puntuales que pueden ayudar a ver que una persona tiene pensamientos de suicidio puesto que suelen tener conductas que apuntan hacia una despedida. En el caso de los adultos suele ser saldar asuntos de importancia, mientras que los jóvenes en ocasiones regalan objetos que son muy valiosos para ellos a otros seres queridos, a modo de recuerdo, y a veces cierran sus redes sociales.

Otro punto que debe poner en alerta a los familiares de personas que atraviesan un momento difícil es una mejoría repentina. “Cuando una persona que ha estado mal durante mucho tiempo, de repente, parece estar tranquila o feliz. Esto puede ser una señal de que ha tomado una decisión sobre su vida”, argumenta el psicólogo.

Por último, hay señales físicas, como problemas persistentes para dormir o una apariencia descuidada y cambios significativos en las rutinas de autocuidado.

¿Y ahora, qué hago?

En el caso de detectarse alguna de estas señales, es importante seguir tres pasos, concreta Ibáñez, que son preguntar, convencer y buscar ayuda. Existe el mito de que preguntar sobre el suicidio puede incitar a la persona a cometerlo, pero esto es falso. Preguntar demuestra preocupación y puede ser un gran alivio para quien lo está pasando mal. Eso sí, hay que elegir un momento adecuado para hablar, en un ambiente tranquilo y con tiempo suficiente.

Además, la conversación se debe iniciar con empatía, una forma sería plantear “Últimamente te he notado diferente, ¿te sientes bien?”. Si observa señales claras, formule la pregunta directamente: “Por lo que me cuentas, ¿has pensado en el suicidio?”.

El experto indica que nunca hay que minimizar el problema o convencer al familiar o amigo de que la vida es maravillosa, pero sí insistir en la importancia de pedir ayuda profesional. Si nos cuentan sus problemas hay que mostrarse agradecido por la sinceridad porque es una charla que para estas personas es muy difícil. También es posible que sea el primer interlocutor con el que se abre, de ahí que sea vital darle apoyo y acompañamiento en la búsqueda de asesoramiento profesional.

Si es un adolescente es importante comunicarlo a los padres o tutores y, en el caso de los adultos, hay que sugerirles acudir a un psicólogo, psiquiatra o al médico de cabecera. Los expertos proponen que se acompañe a la persona a sus primeras citas si lo necesita y se le ayude a buscar recursos profesionales.

Comentarios a evitar

Javier Ibáñez destaca que hay que evitar invalidar sus emociones, evitando frases como “no es para tanto” o “esto se te pasará”. La gravedad de un problema depende de quien lo está viviendo.

Tampoco se debe minimizar la situación ni subestimar el sufrimiento o juzgar los sentimientos porque “la persona no elige sentirse así”. En absoluto ayuda ofrecer soluciones simplistas como que piensen en lo que tienen, porque nos pueden alejar de ese amigo o familiar.

El suicidio es la principal causa de muerte no natural en España, con el doble o el triple de víctimas que los accidentes de tráfico, pero ha permanecido silenciado por el estigma y el miedo a hablar del tema. Abordarlo de manera adecuada, sin morbo ni sensacionalismo, y centrándonos en los recursos de ayuda, puede salvar vidas. Validar las emociones de quienes nos rodean, ofrecer nuestro apoyo y facilitar el acceso a profesionales son acciones fundamentales para prevenir conductas suicidas.

Suicidio y medios

Los expertos plantean la conveniencia de hablar en los medios de comunicación de la conducta suicida, con un efecto protector, de ayuda. Sin embargo, no aconsejan reflejar noticias de suicidios en los que se ofrezcan datos referentes a la persona o el lugar. Por otra parte, recalcan que no hay una causa, puesto que se trata de un fenómeno multicausal.

Si alguien está pasando por un mal momento, tiene pensamientos suicidas o hay alguien cerca de él en esa situación, es importante que busque ayuda. Puede acudir a un familiar, un amigo, un profesional de la salud o a recursos específicos como el teléfono 024, que es una línea gratuita de atención a la conducta suicida, disponible 24 horas. También es posible conectar con el Teléfono de la Esperanza 717 003 717, que ofrece apoyo para personas en crisis.

Para más información: www.psicara.com/reconecta
 

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