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‘Oblitosaurus bunnueli’,  un dinosaurio de muy buen ver  cuyo hiperrealismo impresiona ‘Oblitosaurus bunnueli’,  un dinosaurio de muy buen ver  cuyo hiperrealismo impresiona
Daniel Ayala con la reconstrucción de ‘Oblitosaurus bunnueli’ en Tierra Magna dentro de Dinópolis

‘Oblitosaurus bunnueli’, un dinosaurio de muy buen ver cuyo hiperrealismo impresiona

Daniel Ayala aplica la I+D+i en la Fundación Dinópolis para la reconstrucción en vida de los grandes reptiles del Mesozoico que poblaron la provincia
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Dinópolis cuenta desde esta temporada con un nuevo atractivo en la zona de Tierra Magna, el espacio del parque paleontológico por el que el visitante puede pasear entre los dinosaurios que poblaron la provincia de Teruel durante el Mesozoico. El nuevo residente es Oblitosaurus bunnueli, un ornitópodo esbelto de seis metros de largo cuyo nombre rinde homenaje al cineasta calandino Luis Buñuel. Su posición transmite movimiento y su mirada cautiva por la cercanía de la cabeza a la valla que delimita el lugar donde se expone. Los visitantes se acercan para observar sus detalles hiperrealistas y los niños se lo quedan mirando fijamente y hasta se preguntan si no estará vivo y permanece congelado en el tiempo. Detrás de su construcción está la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, una institución que está abriendo camino en la recreación en vida de cómo eran estos animales extintos.

Devolver a la vida a los grandes reptiles que poblaron el planeta es una fantasía que persigue a la humanidad desde hace dos siglos, cuando se describieron los primeros dinosaurios en Inglaterra y a partir de sus fósiles se empezó a reconstruirlos en vida, primero en dibujos y luego en esculturas. La representación ha evolucionado muchísimo desde aquellos corpóreos que se exhibieron en el primer parque de dinosaurios que se construyó a mediados del siglo XIX en el Crystal Palace de Londres y que todavía puede visitarse.

La reconstrucción de los dinosaurios ha dado un salto cualitativo en todo este tiempo fruto de la colaboración entre los científicos y los artistas que dan forma a esas recreaciones. Es la fase final de todo un proceso científico, como explicó el director gerente de la Fundación Dinópolis, Alberto Cobos, cuando se presentó la nueva incorporación de Tierra Magna. La excavación paleontológica permite recuperar los fósiles de estos animales, que se preparan en el laboratorio para su investigación y publicación. El último paso es interpretar, a partir de esos huesos fosilizados, cómo sería el animal en vida.

En ciencia no hay lugar para la imaginación y todo debe responder a lo que aportan los datos obtenidos en el laboratorio. A partir de un esqueleto es posible saber cómo era en vida ese animal recubriendo los huesos con su musculatura, algo que se puede hacer aplicando la anatomía comparada.
 

Ayala trabajando en detalle la cabeza del dinosaurio. FCPTD


La piel es posible también inferir cómo era porque la de los dinosaurios está presente en el registro paleontológico. En Teruel hay ejemplos de referencia mundial como las icnitas 4D del yacimiento de Río Alcalá en la localidad del mismo nombre. Allí, los dinosaurios al pisar los sedimentos blandos dejaron impresas sus huellas. Al penetrar varios centímetros sus pies y manos, se formaron unos huecos que actuaron como moldes al llenarse después con otros rellenos. Esos rellenos son los que ahora afloran en los yacimientos y muestran impresa cómo era la piel de estos animales.

El color es más difícil de discernir porque ahí sí que no hay restos que apunten a cómo era, pero los científicos recurren también para ello a la comparación con las especies actuales. Sergio Sánchez Fenollosa, paleontólogo de la Fundación Dinópolis y primer autor de la publicación científica que describió Oblitosaurus, explica que la aspiración máxima de un investigador es que su trabajo no solo se quede en la exposición de los fósiles en una vitrina, sino en mostrar al público cómo era ese animal en vida.

Parque paleontológico

Es lo que la Fundación lleva diez años haciendo en Tierra Magna, donde año tras año se han ido sumando nuevos dinosaurios a ese parque paleontológico que evoca al primero que se inauguró en Londres hace dos siglos.

El paleontólogo reconoce que es un proceso complicado porque se trata de plasmar toda la parte de investigación científica en la reconstrucción. Se parte no solo de lo que dicen los fósiles sino de otras fuentes de información, “como por ejemplo los animales que están estrechamente emparentados, o el registro que se conserva de las huellas”. Una tarea compleja, pero que Sánchez Fenollosa sostiene que es posible “porque tenemos la suerte de tener un equipo multidisciplinar que trabaja codo a codo, y eso facilita mucho todo”, para que después el restaurador de la Fundación, Daniel Ayala, le pueda dar forma.

Ayala es el escultor que ha estado detrás de prácticamente todos los dinosaurios reconstruidos en Tierra Magna. Algunos se han hecho en equipo, algo que añade un extra de complejidad a la hora de unificar el trabajo, aunque los últimos los ha abordado él en solitario, como es el caso de Oblitosaurus. Desde que en 2014 comenzase a resucitar a los dinosaurios turolenses, el primero de los cuales fue Europelta carbonensis, aunque antes ya hizo la cabeza de Turiasaurus, ha habido una constante evolución, que continúa hoy día hacia nuevas formas para reconstruir a los lagartos terribles.

Laboratorio de pruebas

Ayala protagonizó uno de los capítulos más atractivos del número especial de Muy Interesante dedicado a los dinosaurios aparecido en septiembre pasado, en el que se mostraron además las primeras imágenes de la reconstrucción de Oblitosaurus antes de su colocación en Tierra Magna.

En ese artículo, Ayala afirmaba que el trabajo de reconstruir dinosaurios constituye un permanente laboratorio de pruebas. Es fruto de un proceso constante de “ensayo y error”, puesto que no hay manuales de referencia para saber cómo se hace la reconstrucción de un dinosaurio, tanto de las técnicas como de los materiales empleados.

En eso, este departamento de la Fundación Dinópolis se ha erigido en pionero y aplica constantemente la I+D+i (Investigación, desarrollo e innovación) en su labor. La evolución es visible al recorrer los distintos dinosaurios que integran Tierra Magna, a los que irán sumándose más gracias al amplio registro de estos animales con que cuenta la provincia.

El reto para un escultor es traducir la información científica que recibe de los paleontólogos a la reconstrucción en vida de estos animales, pero no queda ahí, explica Ayala, ya que tampoco hay manuales sobre los materiales que utilizar para unas esculturas que se exhiben al aire libre y que están sometidas a las inclemencias meteorológicas.

El escultor indica que en el caso del trabajo de la Fundación “ha habido una evolución a partir de la autoinvestigación que hemos hecho con diferentes materiales”. Aclara que los materiales que emplean están destinados a otros usos y la investigación sobre los mismos no se aplica a la escultura, sino en la construcción y la ingeniería básicamente.

“Nosotros hemos tenido que adaptarnos a esos materiales teniendo en cuenta que teníamos que reconstruir dinosaurios de grandes dimensiones”, comenta. Desde que iniciaron este trabajo han ido evolucionando las técnicas de construcción.

Esqueleto metálico

Todos los corpóreos de Tierra Magna tienen un esqueleto metálico sobre el que se aplica poliestireno expandido, también conocido como corcho blanco, que es sobre el que se esculpe la figura. Las técnicas han ido cambiando. Primero se esculpían las partes del animal y se insertaban ya modeladas en el esqueleto, para cubrir después toda la figura con una membrana continua.

El trabajo en corcho limita el detalle, que se suaviza después con la capa de poliurea que se le aplica para protegerlo antes de pintarlo. En el caso de Oblitosaurus, los bloques de corcho blanco se insertaron sobre el esqueleto sin trabajarlos previamente y después se hizo el esculpido sin llegar a los detalles de la piel.

Distintas fases en el proceso de construcción de ‘Oblitosaurus’. FCPTD


Ayala explica que en esta escultura, sobre el poliestireno, aplicó fibra de vidrio y a continuación una masilla que es sobre la que modeló para conseguir esos detalles que dotan a los dinosaurios de un gran hiperrealismo. Se ayuda de plantillas con escamas que él mismo ha trabajado previamente y que le facilitan la tarea, ya que sobre la masilla tiene un margen de tiempo para trabajar de alrededor de una hora antes de que se seque.

Va agregando piel y modelando sobre la masilla, aplicando superficies de medio metro cuadrado en cada intervención, hasta conformar toda la membrana continua que envuelve al animal. En el caso de la cabeza, el trabajo es más delicado y le llevó más tiempo porque es la parte del dinosaurio más cercana al visitante, y que le permite mirar directamente a los ojos del animal.

El acabado es de tal hiperrealismo que pareciera que está vivo, a lo que se une la expresión de sus ojos, que son de cristal y en los que la pupila es horizontal y da la impresión de que está observando el entorno por si hubiese algún peligro cerca. El paleontólogo Sergio Sánchez explica que lo habitual es representar a los dinosaurios con pupilas verticales al ser reptiles, pero que en los animales actuales, generalmente en los herbívoros, está presente ese tipo de pupila puesto que les permite una amplia visión panorámica de visión frente al posible ataque de depredadores.

El último toque lo da el color, algo en lo que también ha introducido cambios Ayala. Hasta ahora se utilizaban esmaltes al agua para exteriores, que aunque han funcionado bien, con el tiempo terminan perdiendo color. Por eso se ha optado ahora por primera vez por pinturas de automoción. “Hemos ido evolucionando hasta tal punto que a día de hoy estamos intentando rozar la perfección con pinturas de la máxima calidad”, comenta el restaurador de la Fundación Dinópolis. Las pinturas de automoción, que son bicapa al tener por un lado los pigmentos y por otro los barnices, están preparadas para durar más y conservar el color durante años.

En cuanto a la policromía utilizada, se ha tomado como referencia al varano de la sabana. La decisión es fruto del permanente intercambio de información con los paleontólogos. Cuenta que con Sergio Sánchez vieron que “algo de camuflaje tendría que tener este animal con alguna coloración que pudiera confundir a los depredadores”. Además, valoraron que visualmente resultase “atractivo” para el tipo y la morfología del animal que era.

“Escogimos un patrón donde en el cuello hay secciones o rayas longitudinales, en la zona del torso hay como una especie de topos circulares de mayor o menor tamaño y en la cola hay una zona de secciones de color claro y oscuro de forma vertical”, cuenta Ayala, que aclara que no se ha tomado el patrón del varano y se ha aplicado tal cual, sino que se “ha adaptado porque creemos que a nivel de camuflaje podría ser muy útil, puesto que no se trata de utilizar solo colores tierra o verdes, sino tener en cuenta que los patrones en ciertos animales confunden a los depredadores”.

En la línea de cada trabajo que finaliza, y con sus ansias de superación, Ayala asegura que si bien está satisfecho, sobre todo está “motivado para mejorar y dar un salto de calidad importante a partir de este punto”. De hecho, para las próximas reconstrucciones está trabajando ya con archivos digitales, de manera que el primer modelado se hace en el ordenador, lo que permite un control absoluto de las dimensiones y proporciones.

Nuevo paso adelante

Este nuevo proceso supone otro avance en la reconstrucción de los dinosaurios made in Dinópolis, que permitirá mecanizar mediante robots el esculpido superficial del animal a partir de su diseño digital, para trabajar después en el modelado final con masillas sobre la piel del dinosaurio, ya que para el acabado el corcho blanco “tiene una limitación de detalle”.

Es ese detalle hiperrealista al que aspira la Fundación Dinópolis para reconstruir el aspecto que tendrían en vida los dinosaurios, como un sello distintivo de su trabajo al incorporar a la I+D+i el valor a la excelencia. Y ˆa la vista de las reacciones del público al ver Oblitosaurus el día de la apertura de esta temporada, lo está consiguiendo, puesto que los niños se preguntan si estaba vivo y los adultos destacaban el realismo y la fuerza de la mirada de ese dinosaurio al sentirse observados por él.

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