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La falta de ordenación en las zonas rurales las convierte en La falta de ordenación en las zonas rurales las convierte en
Joaquín Farinós alerta de que los parques de renovables pueden provocar conflictos por la desproporción de algunos

La falta de ordenación en las zonas rurales las convierte en "territorios de sacrificio"

El Libro Blanco de la Despoblación constata que las renovables provoca descompensaciones
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El mundo académico ha constatado que la falta de ordenación en las zonas rurales las convierte en “territorios de sacrificio”, como está sucediendo con el despliegue masivo de parques de energías de renovables en sitios en los que no se ha hecho una ordenación previa del territorio. Lo afirma el catedrático de Análisis Geográfico Regional de la Universitat de València, Joaquín Farinós, en el Libro Blanco de la despoblación en España que ha elaborado el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (CEPC) con la participación de algunos de los mayores expertos españoles en cohesión territorial e igualdad de derechos.

Farinós es el autor del artículo  Ordenación del territorio para la cohesión territorial como equilibrio y manifestación espacial de la justicia social frente a la despoblación, uno de los capítulos del informe Despoblación, cohesión territorial e igualdad de derechos elaborado por el CEPC. Es un trabajo que se elaboró a raíz de que el presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas, José Félix Tezanos, compareciese en el Congreso de los Diputados en marzo de 2022, y el entonces parlamentario de la agrupación de electores de Teruel Existe, Tomás Guitarte, le propusiese hacer un Libro Blanco sobre la despoblación para que el mundo de la Academia aportase su visión científica de la cohesión territorial y del reto demográfico en España.

Este geógrafo plantea que la ordenación del territorio es uno de los componentes clave de la territorialidad del Estado, y más en el momento actual de transición en el que las Administraciones públicas tratan de definir “un nuevo modelo de desarrollo, que se pretende sostenible en lo ambiental y económico, pero también en lo social e institucional”.

Problemas

Uno de los problemas que constata Farinós, como viene denunciándose desde hace tiempo en provincias como Teruel, es el uso de las zonas rurales para el desarrollo de los espacios urbanos a costa de los primeros. Argumenta que tal ha sido el uso de las zonas rurales, que las ha despojado de su ruralidad para acoger actividades que externalizan y demandan las ciudades, entre ellas las de producción eléctrica con la transición energética hacia fuentes renovables.

El catedrático de Análisis Geográfico es especialmente incisivo en esta cuestión y pone el acento en el caso de las instalaciones de energía renovables en las zonas rurales que “resulta especialmente significativo en estos momentos, con las descompensaciones y deseconomías externas de un sistema que atribuye a los territorios rurales (aunque con escaso beneficio para ellos) la función de producción de energía con el objetivo de garantizar el suministro a las regiones urbanas consumidoras deficitarias”.

Esto, según el experto, lo que provoca es que estas zonas acaban convertidas en “territorios sacrificados”, porque ven reducidos de forma progresiva el número de explotaciones familiares “y los medios de producción que tradicionalmente controlaba la población del lugar”.

De igual forma, Farinós sostiene que en consecuencia se convierten también en “territorios de conflictos, por la desproporción de algunos megaproyectos” de renovables. Es una realidad que la provincia de Teruel está viviendo desde hace tiempo.

Proyectos de gran envergadura, advierte el catedrático de Análisis Geográfico Regional, que carecen tanto de “una adecuada planificación como de una respuesta institucional adecuada en norma y en tiempos”.

El problema de estas iniciativas es que son totalmente ajenas al territorio y este no les importa lo más mínimo. “Estas iniciativas suelen carecer de los necesarios vínculos raíces con el lugar y, por tanto, tienen escasos efectos positivos sobre el desarrollo local e incluso regional, al responder más a los intereses de los grandes fondos internacionales que a los del lugar”, apunta el experto.

Impactos irreversibles

Como consecuencia, el autor sostiene que estos megaproyectos acaban provocando “intensos, incluso irreversibles, impactos sociales y ambientales”; además de otros “conflictos” que “derivan de la superposición en muchos territorios rurales, junto a la (a veces escasa) población local, de grupos de población de distinta procedencia, clase social y nivel de renta, provocando procesos de recomposición social”.

En estos procesos quienes los impulsan no pueden estar de espaldas al territorio, puesto que Farinós sostiene que como principio la cohesión territorial debe incluir tres aspectos, en primer lugar la articulación física entre las partes que componen un territorio y en segundo la equidad territorial.

El tercer factor a tener en cuenta es “la identificación de la comunidad con un proyecto en común”, algo a lo que contribuye la existencia de una identidad diferenciada y un sentido de pertenencia. Y es que en definitiva “la cohesión territorial la hace la gente”, algo que es imposible llevar a cabo sin contar con la población del territorio.

Ese ha sido uno de los grandes problemas que ha habido con la implantación de los parques de renovables ante la falta de un ordenamiento para su despliegue en la Comunidad Autónoma, que es en lo que está trabajando ahora el Gobierno de Aragón.

El autor del trabajo considera que es urgente abordar sin dilación la detención de los procesos migratorios que sigue habiendo en las zonas rurales y los efectos que eso tiene sobre el envejecimiento, el empobrecimiento y la pérdida de población.

“Es posible encauzar flujos de inmigración externa hacia el mundo rural mediante planes específicos y actuaciones sobre los componentes del sistema territorial”, afirma Farinós, que pone como ejemplo la implementacion de planes para zonas operativas o bien mediante proyectos para la transformación territorial.

Plantea los mismos desde dos enfoques, por un lado endógeno, que protagoniza la propia población local, y por otro exógeno, que es aquella que llega de fuera para recuperar el patrimonio de los pueblos.

Escenarios

En el primer caso aborda dos escenarios, uno de los cuales denomina tendencial y que considera el menos deseable, y que consiste en la conservación de la naturaleza sin que haya retornos económicos al no hacer nada “con bosques mal o no gestionados, agricultura en grandes explotaciones dependientes de la PAC, debilidad de la ganadería extensiva e incremento de la intensiva”.

La otra opción es el de un desarrollo sostenible y racional mediante el aprovechamiento de manera planificada de los recursos que tiene el territorio para prestar servicios ecológicos de distinto tipo. Entre ellos, el experto apunta la conservación activa de la biodiversidad de la naturaleza con retornos económicos e implicación local; el aprovechamiento de los bosques que mejoren la calidad del aire y su uso social, además de la explotación económica de la madera y la biomasa para evitar incendios, junto a otros recursos como la resina, el corcho, la caza y la pesca.

El agua es otro recurso en el que incide el experto, tanto para usos agrarios como una industria asociada a ella, y la práctica de una agricultura orientada a la calidad, lo mismo que el fomento de las ganaderías extensivas basadas en la calidad. En este punto el autor abre también la posibilidad de los recursos energéticos aprovechando el viento, la radiación solar, la biomasa y el agua, pero “asegurando la participación local en el negocio”. Y por último, el uso del patrimonio histórico edificado y el arqueológico. A ello habría que sumar en la provincia de Teruel la paleontología, un recurso presente en muchos municipios y aunque no lo cita el experto, equivaldría a lo que supone el patrimonio arqueológico e histórica, por su potencial para el desarrollo territorial como se ha demostrado desde que hace más de un cuarto de siglo se creó la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis.

En cuanto al enfoque exógeno, Farinós señala que ese está protagonizado por la población no residente  “que conserva y recupera el patrimonio de los pueblos”. Algo que se refiere tanto al patrimonio inmaterial como al material edificado, en este caso para destinarlo a segunda residencia que puede acabar convirtiéndose en primera.

Cabeceras comarcales

Para el experto, esto favorece un sistema en red basado en cabeceras comarcales y en pueblos que sean demográficamente sostenibles “compactos y bellos”, lo que se ha denominado un Bauhauss rural.

De esa forma lo que se hace es dar prestigio al mundo rural como un “buen lugar para vivir”, al que se dota de “oportunidades de emprendimiento, laborales, de vivienda, ocio y cultural”. En definitiva, lo rural convertido en un producto turístico, de ecoturismo, de turismo activo, de aventura y de teletrabajo.

Ordenar el territorio rural es clave, mediante la conservación del paisaje, para el desarrollo de la población rural de estas zonas, “que debe tener las mismas oportunidades de poder contar con un proyecto de vida que la población urbana”, concluye Farinós, que pone como ejemplo de buenas prácticas el Plan Territorial Insular (PTI) de la Isla de Menorca.

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