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Javier Ibáñez psicólogo y coordinador de los talleres ‘Reconecta con tu hijo esta Navidad’: “Ante un pensamiento suicida,  la clave está en no juzgarle  y guiarle para buscar ayuda” Javier Ibáñez psicólogo y coordinador de los talleres ‘Reconecta con tu hijo esta Navidad’: “Ante un pensamiento suicida,  la clave está en no juzgarle  y guiarle para buscar ayuda”
Javier Ibáñez es psicólogo de Psicara y encargado de impartir algunos talleres

Javier Ibáñez psicólogo y coordinador de los talleres ‘Reconecta con tu hijo esta Navidad’: “Ante un pensamiento suicida, la clave está en no juzgarle y guiarle para buscar ayuda”

“Hay señales que pueden alertar, como tener una visión negativa del mundo o sentir que su vida no tiene sentido”
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Cruz Aguilar

La Diputación de Teruel y Psicara han puesto en marcha talleres para reconectar con los hijos en Navidad y para prevenir conductas suicidas. Javier Ibáñez Vidal es uno de los psicólogos que los imparte y asegura que, tener herramientas para tratar con personas con conductas suicidas es clave para ayudarles

-¿Por qué esa desconexión con los hijos adolescentes?

-La adolescencia es un proceso vital en el que los jóvenes empiezan a construir su propia identidad. Esto supone un cambio muy significativo con respecto a la infancia, donde los padres somos las figuras centrales de su vida. En la adolescencia, aparecen otros intereses y otras figuras de referencia, lo que inevitablemente cambia la dinámica familiar. Por otro lado, algo que nos desconecta de los adolescentes y de cualquier persona, es cuando los invalidamos. Es decir, cuando consideramos que sus problemas son tonterías o que no tienen importancia, aunque para ellos lo que están viviendo puede suponer un mundo. Si un adolescente siente que ha perdido el amor de su vida tras dos semanas de relación, decirle “no pasa nada, ya habrá más peces en el río” no ayuda.

-¿Qué otras cosas nos desconectan de los adolescentes?

-Contribuye que las interacciones con ellos sean únicamente negativas, es decir, que solo nos comuniquemos para "echarles una bronca" o para corregirles. Si nuestro hijo percibe que relacionarse con nosotros no le renta, porque siempre termina en discusiones, tenderá a alejarse. Es importante equilibrar las interacciones y también tener momentos de conexión positiva, hablando sobre sus intereses y mostrando interés por sus aficiones, aunque no nos parezcan relevantes.

-Menciona estas situaciones como normales. ¿Cuándo debe preocuparnos una conducta?

-Cuando los cambios de comportamiento comienzan a interferir en áreas importantes de su vida y de forma persistente, por ejemplo dejando de participar en actividades valiosas o bajando el rendimiento académico significativamente.

-¿Qué señales nos alertan de pensamientos suicidas?

-Abarcan aspectos psicológicos, conductuales y físicos. En el plano psicológico, suelen presentarse casos de sufrimiento persistente o dolor emocional, que se manifiestan en tristeza o desánimo constantes. También es frecuente la desesperanza, esa sensación de que los problemas no tienen solución, o la creencia de que uno es una carga para los demás, pensar que su ausencia mejoraría la vida de quienes le rodean. Estas personas suelen tener una visión muy negativa de sí mismas y del mundo, llegando incluso a sentir que su vida carece de propósito o sentido. En cuanto a las conductas, es común escuchar comentarios preocupantes como “mi vida no tiene sentido” o frases que parecen despedidas. Los cambios repentinos de comportamiento también son una alerta, como el abandono de actividades que antes disfrutaban o la realización de actos autodestructivos, poniendo en riesgo su integridad física. Otro signo relevante es la mejoría repentina en alguien que llevaba mucho tiempo mal, podría significar que ha tomado una decisión drástica. Además, hay comportamientos que implican cierres, como regalar objetos de valor sentimental o cerrar cuentas en redes sociales.

-¿Y a nivel físico?

-Los problemas persistentes para dormir o cambios significativos en las rutinas básicas pueden ser indicadores. Es crucial entender que la presencia de estas señales no implica necesariamente que esté considerando el suicidio, pero sí son una llamada a actuar de inmediato.

-¿Qué debemos hacer al detectar señales de alarma?

-Debemos seguir tres pasos, preguntar, convencer y buscar ayuda. Existe el mito de que hablar sobre el suicidio puede incitarlo, pero no es cierto. Al contrario, preguntar demuestra interés y puede proporcionar un gran alivio a la persona. Es importante elegir un contexto adecuado para la conversación. La pregunta inicial puede ser algo como, “Te he visto algo triste últimamente, ¿te preocupa algo?”, Si la respuesta es clara, podemos ser directos y plantearles si han tenido pensamientos de suicidio, porque permite abrir la puerta hablar sobre ello. El siguiente paso es convencer, no de que la vida es maravillosa, sino de destacar la importancia de buscar ayuda profesional. Debemos agradecerle que haya compartido su sentimiento con nosotros, es crucial mostrarle nuestro apoyo y reforzar la idea de que juntos pueden buscar soluciones. Finalmente, debemos buscar ayuda e involucrarnos en el proceso, ya sea hablando con los padres en el caso de un adolescente, acompañando a la persona a un psicólogo, o ayudándola a contactar con recursos profesionales. La clave está en validar su sufrimiento sin minimizarlo ni juzgarlo, y guiarle hacia las alternativas disponibles para que reciba el apoyo necesario.

-¿Qué mensaje daría a quienes pasan un mal momento?

-Que es normal que estos pensamientos puedan aparecer en algún momento de nuestra vida y que lo más importante es pedir ayuda. Si alguien tiene pensamientos de suicidio, puede hablar con un amigo, un familiar, un médico de cabecera, un psicólogo o llamar a recursos como el teléfono 024 o líneas de apoyo como el Teléfono de la Esperanza. No están solos, y hay profesionales y personas dispuestas a ayudarles.

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