Síguenos
Cutanda instala mesas para descubrir  al visitante su rico pasado histórico Cutanda instala mesas para descubrir  al visitante su rico pasado histórico
Panel en la subida al Castillo

Cutanda instala mesas para descubrir al visitante su rico pasado histórico

Todo su entorno está estrechamente vinculado al episodio bélico ocurrido hace 900 años
banner click 236 banner 236

Desde hace unas semanas, Cutanda (Calamocha) dispone de cuatro mesas de interpretación, distribuidas por el casco urbano y su entorno, que nos permiten adentrarnos por sus paisajes y su patrimonio cultural, estrechamente vinculados a la crucial batalla que tuvo lugar en su entorno hace novecientos años.

Este pequeño paseo por la Historia, de poco más de una hora de duración, lo podemos iniciar a la entrada del pueblo, junto a las Antiguas Escuelas. En ese punto se encuentra el primer panel, dedicado al último tramo de la ruta de la fallida expedición almorávide.

El Camino de los Almorávides

En el mes de junio de 1120, hace ahora 901 años, el ejército comandado por Ibrahim ibn Yusuf, hermano del emir almorávide Ali ibn Yusuf, ascendió por el valle del Alfambra en dirección a Zaragoza. Provenía del valle del Guadalquivir y su objetivo era recuperar la capital del Ebro (conquistada por los aragoneses un año y medio antes) y derrotar al ejército de Alfonso I el Batallador.

Transitaban por el Camino de Valencia a Zaragoza, que desde hacía un tiempo había dejado de discurrir por el Alto Jiloca, para hacerlo por el Wadi al-Hamra (Alfambra) y por el valle del río Pancrudo. Cutanda era una escala importante, un lugar de acampada y suministro clave, muy cerca ya del territorio controlado por los aragoneses. La jornada siguiente tenían previsto cruzar el amplio páramo de Campo Romanos, hasta la fortaleza de Cerro Almada (Villarreal de Huerva), a unas 7 horas y media andando de Cutanda, donde seguramente tendrían pensado acampar. Desde allí, tras coronar el Puerto de Encinacorba, podrían haber llegado en menos de 8 horas a Muel, cerca ya de la ansiada Zaragoza.

Ese pudo ser el plan previsto por Ibrahim ibn Yusuf. Pero El Batallador, que estaba sitiando Calatayud, partió a su encuentro; su objetivo debió ser evitar que el ejército musulmán penetrase en el Valle del Ebro. El encuentro entre ambos ejércitos tuvo lugar en alguno de los pequeños valles situados al Norte de Cutanda, no muy lejos de esta posición. El ejército almorávide fue totalmente aniquilado.

Último campamento

El siguiente hito de nuestro recorrido se encuentra en el Calvario de Cutanda, al que se accede por un camino situado a mano derecha, 100 m. más adelante; antes de llegar al camino, pasaremos frente al Centro de Interpretación de la Batalla de Cutanda, cuyos sistemas expositivos se encuentran actualmente en elaboración.

El Calvario se encuentra coronado por tres viejas cruces de madera; algunos autores han querido ver en este emplazamiento una especie de gran túmulo conmemorativo de la Batalla, aunque en los sondeos realizados no se han encontrado evidencias arqueológicas que corroboren esta hipótesis. Desde este emplazamiento se domina la amplia vaguada de Las Celadas. En ella estableció la expedición almorávide el que fue su último campamento, posiblemente el 16 de junio de 1120.

El día 17, las huestes almorávides salieron del campamento para ir al encuentro del ejército aragonés, con la esperanza de retornar al mismo antes de que acabase la jornada, con el botín arrebatado a los aragoneses. Debieron dejar en el mismo una pequeña guarnición para protegerlo. Pero el resultado les fue adverso, y las huestes de Ibrahim ibn Yusuf nunca regresaron. Tras la batalla, el campamento fue saqueado por las tropas de Alfonso I, que se llevaron los objetos de valor, desechando los de menor coste; especialmente si eran pesados, frágiles y/o voluminosos, como los recipientes de cerámica de preparación y consumo de alimentos. No se han detectado indicios de combate en este espacio (puntas de flecha, enterramientos, etc.), por lo que es posible que los defensores del campamento se rindieran sin combatir o huyeran antes de que llegaran los cristianos.

Situación de los paneles (número) y distintos hitos urbanos (letra)

El Castillo de Cutanda

Siguiendo hacia el Norte por la senda del Calvario, podremos retornar al inicio del camino. Desde allí, nos adentraremos por el interior del pueblo, ascendiendo hacia el Castillo, en cuya subida se encuentra la tercera mesa de interpretación.

Este monumental edificio, que está a la espera de su excavación arqueológica y restauración, conserva en su subsuelo más de dos mil años de Historia. En origen, fue un poblado celtibérico; sobre sus ruinas se asentó un hisn o castillo rural andalusí, que ejercía las funciones de centro político-administrativo y militar de un iqlim (distrito) y que fue un punto clave en las comunicaciones entre Valencia y Zaragoza.

Tras la batalla de Cutanda, la posición se incorporó al Reino de Aragón, quedando custodiado por un tenente y sus gentes de armas. Durante la segunda mitad del siglo XII, pasó a manos de la Mitra de Zaragoza, desempeñando la función de sede administrativa del señorío, almacén de rentas, cárcel señorial y, eventualmente, de residencia del obispo.

Durante la Guerra de los Dos Pedros fue puesto en defensa, siendo objeto de una importante reforma, origen de la fortaleza bajomedieval que ha subsistido hasta nuestros días. El edificio llegó en relativamente buen estado hasta el siglo XIX, pero sufrió graves desperfectos durante las Guerras Carlistas.

En una detallada descripción realizada en 1532, se indica que se accedía por un puente (que podía desmontarse en caso de peligro) y una doble puerta, contando con seis torres: las del molino de sangre, descubierta, fendida, mocha, tajada y celoquia.  También tenía múltiples dependencias, destinadas a diversas funciones: servicio (caballerizas, cocina, fregadera), almacenaje (bodegas, granero, despensa-fresquera), aljibe (con dos brocales), molino de sangre (de dos ruedas) y dos cárceles (una nominada de los clérigos), además de otras estancias innominadas y las habitaciones de carácter residencial. Entre estas últimas destaca una sala con chimenea y otra con un armario (¿archivo?) contigua a una galería cubierta y a un mirador. Desde éstas se accedía a la torre celoquia. También destacaba el arsenal, que guardaba un importante lote de armas, incluidas varias piezas de artillería de pólvora. De estos elementos, actualmente sólo se conserva visible una pequeña parte, destacando el monumental paredón de sillería de la torre celoquia. Pero, en el subsuelo se conservan muchas más estructuras a la espera de ser sacadas a la luz.

Panel sobre el Camino de los Almorávides, frente a las antiguas escuelas. T. López

Mucho más que la batalla, también paisaje y patrimonio

El último hito de la visita es el panel situado cerca de la iglesia parroquial, dedicado al Paisaje y el Patrimonio de Cutanda. La diversidad paisajística de Cutanda obedece tanto a su situación, a caballo entre el valle del río Pancrudo y un conjunto de pequeñas sierras que compartimentan el territorio, como a la secular relación con las sucesivas culturas que lo han poblado. En el entorno de la villa dominan los amplios campos de cereal, delimitados por lomas cubiertas de matorral. Más al Sur discurre el Pancrudo, que riega una estrecha pero fértil vega.

Pero además del paisaje, Cutanda atesora otras evidencias de su complejo pasado histórico. Algunas se remontan a la etapa andalusí, como el Castillo y el Castillico de Cervera. Este último se sitúa en un pequeño espolón, sobre la vega del río Pancrudo.

En el casco urbano destaca la Iglesia de la Asunción (primer cuarto del siglo XVII), templo de cantería y ladrillo, de tres naves cubiertas con bóveda de cañón, con crucero con cúpula vaída. Su portada está presidida por el escudo del arzobispo Juan de Peralta. A los pies posee una torre de ladrillo con detalles decorativos mudéjares. En su interior conserva una interesante dotación litúrgica, entre la que destacan varias piezas de orfebrería y el retablo gótico de San Juan Bautista (siglo XV).

Campanario de la iglesia de la Asunción, con reminiscencias mudéjares

La ermita de San Juan, de la que procede el retablo, se encuentra al pie del Castillo, a la salida de la población hacia Olalla. Se trata de un templo gótico, reformado en el siglo XVII y cubierto parcialmente con bóveda de crucería. Es posible que este edificio fuera la antigua parroquial de Cutanda.

Otras dos construcciones destacadas del casco urbano son la fuente vieja, del siglo XVI, y la antigua Casa Consistorial; esta última sigue el modelo de las casas concejiles aragonesas de Edad Moderna, aunque los tres arcos de la lonja se encuentran actualmente tabicados. A medio kilómetro al Norte del pueblo se encuentra la ermita de San Vicente (finales del siglo XVII); y distribuidos por distintos puntos del antiguo municipio, hay un completo repertorio de peirones.

Acabamos aquí nuestro breve recorrido por Cutanda, que podemos prolongar si nos animamos a conocer y explorar los variados paisajes de su antiguo término municipal.

Autores de los paneles

Los paneles, promovidos por la Asociación Batalla de Cutanda, han sido financiados por la Diputación Provincial de Teruel e instalados por las brigadas municipales de Calamocha. Los textos han sido elaborados por Javier Ibáñez y Rubén Sáez, y el diseño y material gráfico ha corrido a cargo de Tamara López.

El redactor recomienda