Prevenir el suicidio desde las aulas cuenta con herramientas, pero requiere más recursos
La coordinación y la formación son fundamentales para apoyar al alumnado vulnerableEl malestar emocional que afecta a muchos adolescentes conlleva en algunos casos la aparición de ideación suicida, un reto más para los centros educativos que disponen desde hace tres cursos de un protocolo específico que se ha convertido en una herramienta muy útil para hacerle frente. Sin embargo, desde los institutos y el ámbito de la orientación reclaman más recursos e inversión que faciliten la prevención, la detección, el seguimiento y el apoyo para el alumnado y sus familias.
La orientadora Patricia Villanueva, que trabaja actualmente de asesora en el Centro de Profesorado Ángel Sanz Briz de Teruel, resalta que el protocolo “ha puesto un gran avance” para los centros, especialmente porque siempre se ha tratado la conducta autolítica “como un tema tabú” y con este sistema se está dando visibilidad a una situación que es realmente una pandemia”.
La directora del instituto Vega del Turia de la capital, Rosa Galán, asegura que el protocolo de prevención, detección e intervención en casos de ideación suicida en el ámbito educativo es “una herramienta y un apoyo a nivel organizativo”.
En este sentido, Sandra Villa, orientadora en este instituto turolense, comenta que da seguridad sobre los pasos a realizar cuando se detecta un caso, si bien recuerda que la labor de los centros va más allá de aplicar el protocolo y que “se trabaja de forma transversal” la atención emocional a los estudiantes, donde es fundamental el plan de acción tutorial.
Sin embargo, los docentes ponen el foco en las carencias que siguen existiendo para poder abordar esta problemática en las aulas, la falta de medios personales y materiales para la atención al alumnado.
“El protocolo está muy bien, pero si no hay más recursos, muchos de estos chicos se nos van a escapar de las manos”, advierte Patricia Villanueva, que comenta que los centros deberían contar con más orientadores, que es una figura con la que el alumnado se siente con más confianza para hablar de sus emociones; asimismo, incide en que los recursos sanitarios, especialmente las unidades de salud mental infanto-juvenil que están desbordados porque faltan más profesionales.
Sandra Villa comenta que el protocolo es también “un termómetro” que permite a ver cuál es la situación y que facilitará el desarrollar más programas para lo que insiste que es imprescindible “invertir” más.
La directora del IES Vega del Turia resalta que estas situaciones son “difíciles de gestionar” ya que son “muy complejas y sensibles” porque el protocolo es un procedimiento, pero hay que desarrollar una labor de alerta, una coordinación de todo el centro y estar pendientes de la personas que está pasando por un momento muy complicado. En todo el proceso se implican los profesores, los tutores, la jefatura de estudios, la dirección y los orientadores.
Dentro de esta realidad, un aspecto que Galán señala que juega en contra son las altas ratios en las aulas que a veces hace complicada la identificación del problema, así como la falta de tiempo que tienen los docentes que deben atender a múltiples cuestiones.
Sandra Villa subraya la labor fundamental de los tutores y lamenta que no vaya acompañada del reconocimiento que debería tener.
La directora del Vega del Turia recuerda también que hay que tener en cuenta la singularidad de los institutos grandes donde conviven desde chicos de 12 años de primero de Educación Secundaria Obligatoria hasta adultos que estudian ciclos formativos de grado superior y que también pueden tener problemas emocionales. “Estamos para ayudar a todo nuestro alumnado”, reitera.
Orientación y formación
Patricia Villanueva afirma que los orientadores tienen “un papel fundamental” en la aplicación del protocolo de ideación suicida porque son “el nexo de unión del alumnado con la familia, del alumnado con el profesor y el tutor y del alumnado con sus compañeros”. De ahí que insista en la necesidad de que haya más profesionales en los centros porque hay otras problemáticas que deben atender también.
Los orientadores trabajan, además, en el asesoramiento a los docentes. “Hay que formarles para que detecten las señales de alarma, los factores de riesgo y desmontar los mitos que hay entorno al suicidio como que lo hacen para llamar la atención, cuando un chico se autolesiona o tiene pensamientos suicidas es porque hay una situación de sufrimiento interno”, explica la asesora e insiste en que la formación del profesorado es clave porque “son los que están al pie del cañón” en el día a día con los alumnos y por tanto deben estar preparados para esta primera detección.
Villanueva detalla que se trabaja de forma coordinada con los tutores y se les ofrece dinámicas para trabajar en las tutorías. La salud mental se puede abordar desde este ámbito, siempre adaptando las sesiones a la etapa educativa. Así, para los estudiantes de primero y segundo de ESO se puede tratar la inteligencia emocional; en tercero se puede hablar de enfermedad mental y en cuarto, concretar sobre alguna enfermedad específica como pueden ser los trastornos depresivos o la ansiedad e introducir ahí la ideación suicida.
El efecto de la pandemia
Las docentes señalan que siempre ha habido casos de ideación suicida, pero reconocen el efecto que ha tenido el confinamiento y la pandemia a nivel emocional en los adolescentes. Ante esta realidad se está apostando por diferentes acciones. La puesta en marcha del protocolo es una de ellas, pero también hay otras y se cuenta con el respaldo de otras instituciones.
Sandra Villa recuerda los talleres que el año pasado ofreció el Ayuntamiento de Teruel sobre prevención de la ideación suicida que contó con los psicólogos de Psicara; así como el programa de bienestar emocional que también facilitaba la derivación a un servicio de psicología, de forma gratuita, para aquellos que lo necesitaban.
En cuanto a las causas que pueden estar detrás de esta conducta en los jóvenes, Rosa Galán insiste en que no se puede generalizar porque detrás de cada caso “hay una persona” que tiene su propia situación y es única.
Patricia Villanueva detalla algunos factores de riesgo como el acoso escolar, la transexualidad o vivir en una familia desestructurada o con falta de afecto. Pero uno de los elementos actuales que pueden estar vinculados a este incremento de estos comportamientos y este sufrimiento son las nuevas tecnologías. “Las redes sociales están haciendo mucho daño porque los chicos y las chicas se fijan en influencers que dañan mucho su autoestima. Estamos en una sociedad de lo inmediato y entonces aparece la frustración, la impotencia y es sufrimiento”, argumenta la orientadora que apuesta por trabajar la “inteligencia emocional” desde edades tempranas.