

El Sermón de las Tortillas no defraudó a nadie y ni la meteorología fue capaz de impedirlo
Miles de personas se dieron cita en el campo para celebrar y disfrutar del buen ambienteAlgunos recortadores se lucieron en una tarde animada y un poco accidentada
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El Sermón de las Tortillas se presentaba bajo amenaza de lluvia y algunos precavidos se retractaron de su presencia en el almuerzo y la comida campestre, lo que hizo que el sitio no fuera el principal impedimento para disfrutar de la fiesta. No sobraron sitios pero tampoco hubo agobios para coger mesa e incluso un buen sitio. El ambiente juvenil predominaba, pues la mayoría de las mesas y sitios estaban copados por menores de 30 años y al aproximarse ya se notaba el olor a la incipiente comida, pues algunos fogones estaban en ebullición para preparar la carne asada o la paella, denominador común en los grupos ya consolidados y veteranos de la fiesta. Cientos y cientos de personas querían pasar un día de celebración y buen ambiente con amigos y familia.
Tradición
“Llevamos viendo 20 años y siempre cogemos la misma mesa”, dijo Montse Endolz. Este grupo de matrimonios, 14 entre hombres y mujeres, se repartieron el trabajo, “los chicos han venido a almorzar y a coger el sitio, a las 8:30 horas, y nosotras nos hemos quedado haciendo las tortillas para la tarde”, puntualizó Begoña Bonilla. El grupo está cohesionado desde su juventud: “Estábamos todos solteros y ya veníamos”, explicó Enrique Marín. En su menú no faltaba de nada: paella de pollo, conejo y costilla, pero para el aperitivo tampoco, encurtidos, frutos secos y las sobras del almuerzo. Pero también otros ingredientes típicos de este día, la Rosca (masa de harina, huevo y levadura de panadería, azúcar, aceite y huevo duro). En total 12 horas de trabajo. “Desde ayer (por el lunes) por la tarde”, exclamó Begoña Bonilla.
Algunos no habían cogido sitio a la intemperie por si acaso la lluvia hacía presencia y María Jesús Abad fue una de ellas. “Llevamos viendo muchos años pero como también en el grupo hay nietos de alguno, hemos preferido cobijarnos”, indicó.
Uno de los grupos numerosos eran las Sinde (sin determinar), 18 chicas. Su comida, fácil, cada una su bocata, tortillas, patatas fritas y monas “y calimocho que no falte” dijo la fotógrafa Andrea Bertolín. Confeccionaron todas juntas la bebida, pero no se olvidaron de los bombones Caja Roja. “De chicos nada. Es un día de hermandad. Viva Teruel”. Todas ellas estudiantes en Zaragoza, Valencia, Madrid, Sevilla, Pamplona, Salamanca, Castellón.
“Nos reunimos todos los años. No hay que faltar. Es la amistad y el reencuentro con las amigas”, decían al unísono. “También hemos comprado chubasquero para todas”. Y lo tuvieron que utilizar, aunque la lluvia no fue lo suficientemente intensa como para hacerles abandonar. No pararon de hacer bromas, e incluso pedían un terreno para alquilar.
Grupos de amigos y de familias pero también de compañeros de estudios y de instituto que lo fueron. Como los del IESâÂÂÂÂÂÂÂÂÂÂÂÂÂÂSanta Emerenciana, con Andrea Esteban a la cabeza, que junto a sus ocho compañeras y compañeros quería disfrutar de la compañía. De avituallamiento, empanada, tortillas, mona y aperitivos. Y de bebida, bien surtida, calimocho, coca-cola o mojitos. Su presupuesto 10 euros por persona, hasta un total de 100 euros. “Queremos ir esta tarde a los toros, a la plaza, pero no sabemos como volveremos. Nos han traído nuestros padres”, matizó Andrea Esteban.
Cumpleaños
La casualidades también existen y la fecha hizo que Inés Soriano y Claudia Julián celebraran este martes su cumpleaños. “Llevamos viniendo cuatro años seguidos y la mejor forma de celebrarlo es con las amigas y amigos”, explicó Inés. El grupo, todos ellos estudiantes (13), estaban también dispersos por la geografía española: Barcelona, Teruel, Zaragoza, Valencia y también con distintas especialidades: Medicina, Veterinaria, Derecho, Psicología, Ingeniería.
Comida y diversión tampoco les iba a faltar, y no se olvidaron de la “tarta de cumpleaños”, indicó Claudia, y patatas fritas, bocatas, mona, bizcocho y tortilla de patata (hecha por la madre de Sonia). Y de beber, pues un surtido: Cerveza, vino, sangría, coca-cola, vodka. “Y luego a la plaza”, dijeron. No se olvidaron de las cartas para pasar el rato. “Jugaremos al guiñote y a la morra”.
Uno de los grupos más numerosos y ruidosos era el que tenía como protagonista a Pablo Lozano y sus casi 40 amigos, que dedicaron buena parte de su tiempo a degustar las 288 latas de cerveza. Pero además, tinto, sangría, ron, cazalla, absenta o mango, entre otros muchos licores que tenían preparados y de los que ya hacía un rato que habían dado cuenta en buenas cantidades.
Su presupuesto para tantos ingredientes, 5 euros por persona. Estos estudiantes compusieron su carta para comer de aperitivos, cacahuetes, patatas fritas, tortillas de supermercado y cada uno su bocata desde casa.
También se habían reunido para la ocasión y venidos de Zaragoza o Valencia. Todos ellos de Teruel pero estudiando Ingeniería, Informática, ADE, y un sinfín de carreras.
No quisieron olvidarse de la tarde y de estar presentes en el ruedo. “Iremos andando” dijeron algunos, pero antes también querían jugar al guiñote con las cartas de María Garzón. Aunque para ir al campo fueron “los padres” lo que los llevaron. En este grupo también estaba José Serrano, campeón de España de Jiu-jitsu y componente también de este numeroso elenco.
Otro grupo en el que también había personajes conocidos era el de Mario Selvi, ganador del concurso de guiones Cima10, que también se congregaron para pasar la mañana entre amigos y disfrutar al aire libre. “La idea es estar aquí hasta las cinco e ir luego a la plaza”, puntualizó este estudiante de primer curso de Producción Audiovisual en el IES Vega del Turia de Teruel.
Cerveza, sangría y un poco de todo. “Son doce horas de fiesta y hay que aprovechar el ambiente”, comentó uno de sus amigos. También predominaban los estudiantes entre estos diez jóvenes a los que no les faltó el jamón y por supuesto la tortilla, hecha por la madre de Mario, que también estuvo acompañado de su mano derecha en la realización del cortometraje, Natalia Fernando.
Otra elección
Pero no todos eligieron almorzar y comer al aire libre. Pues ante la posibilidad de la lluvia, Andrea Maorad, Nieves, Rocio y Sandra decidieron comer en el bar de Fuente Cerrada. “Es por comodidad. Queríamos paella y no queríamos madrugar, ya que trabajamos todas”, argumentó Rocio.
Su menú, paella valenciana y ensalada. Pero no fueron las únicas que eligieron esta opción, pues David Domingo confirmó que tenía reservas para 300 personas y que el plato habitual para casi todos era la paella valenciana, fundamentalmente, con carne (pollo y conejo), además de acompañarla con una ensalada o aperitivos varios.
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