El clan de los dominicanos extremó sus sistemas de contravigilancia para esquivar a la Policía
Tardaron seis días en localizar y abrir una 'caleta' con 11 kilos de cocaína debido a su sofisticaciónEl clan de los dominicanos dedicado al tráfico de drogas en Teruel, Zaragoza y varias localidades catalanas, a once de cuyos miembros juzga la Audiencia Provincial de Teruel, extremó de tal forma su sistema de contravigilancia para esquivar a la Policía, que su detención se demoró durante meses debido a la cautela con la que operaban. Cuando al final se procedió a las detenciones, los 11 kilos de cocaína que transportaron en una furgoneta desde Madrid a Zaragoza tardaron seis días en poder ser localizados debido a la sofisticación de la caleta (compartimento camuflado) en la que habían sido escondidos. Ese tiempo jugó en favor del líder de la organización criminal, Williams G. P. D., que tras ser detenido y al no encontrar nada en el vehículo interceptado en el que viajaba fue puesto en libertad por el Juzgado de Guardia de Zaragoza junto a otra persona. Ambos se dieron a la fuga y no han sido ya localizados.
El juicio contra esta presunta organización criminal que celebra desde el pasado jueves la Audiencia Provincial de Teruel, que se reanudará el próximo lunes, está poniendo de manifiesto la especialización y profesionalidad con la que actúan las bandas dedicadas al tráfico de estupefacientes, así como la complejidad de los sistemas de vigilancia que desarrollan los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado para intentar llevarlos a prisión con suficientes pruebas.
Tras la primera sesión de la vista oral celebrada el jueves, en la que los acusados negaron que traficasen con estupefacientes a gran escala y dieron todo tipo de coartadas peregrinas como que vendían viagra dominicana, salvo aquellos que reconocieron dedicarse al trapicheo, en la jornada de ayer testificaron los agentes del Cuerpo Nacional de Policía que durante diez meses hicieron seguimiento de los delincuentes hasta que pudieron explotar la operación con la detención de trece de ellos.
Banquillo
De esos trece, once se sientan en el banquillo de los acusados por presuntos delitos contra la salud pública por tráfico de drogas y pertenencia a organización criminal. Siete son hombres y cuatro mujeres, y nueve están en prisión preventiva desde que fueron detenidos mientras que los otros dos están en libertad provisional a la espera de lo que resuelva ahora la Audiencia.
La denominada operación Chacal se llevó a cabo de forma conjunta entre la brigada provincial de la Policía Judicial de Teruel y el Grupo de Estupefacientes de la Policía Nacional de Zaragoza. Las primeras investigaciones arrancaron en Teruel en enero de 2021 y la explotación de la operación pudo llevarse a cabo a finales de octubre de ese año, después de que la Policía tuviese conocimiento de un viaje de Zaragoza a Madrid para hacerse con un cargamento de droga y fuesen interceptados a su regreso.
Las declaraciones de los agentes evidenciaron las dificultades con las que tuvieron que hacer frente al seguimiento de los delincuentes, tanto en Zaragoza y Teruel como en sus desplazamientos a otras ciudades, así como en las escuchas telefónicas que se practicaron a lo largo de meses.
Los policías explicaron que los integrantes de la banda realizaban maniobras de contravigilancia consistentes en conducciones rápidas o lentas para evitar que los siguiesen, o detener el vehículo en una carretera para comprobar si les seguían. Además, utilizaban taxis para hacer pequeños trayectos, daban rodeos y cambiaban constantemente de vehículos. Contaban con varios pisos de seguridad en Zaragoza con plazas de aparcamiento que utilizaban presuntamente para mover las mercancías, según las observaciones que pudieron hacer los agentes.
Investigación
Durante la investigación detectaron varios desplazamientos a Cataluña, donde operaba una de las ramas de organización, Murcia, Pamplona y Madrid, además de Teruel y Calamocha, en donde uno de los dirigentes de la banda tiene familia. La Fiscalía les acusa de hacer estos desplazamientos para mover la droga de la que se avituallaban a través de contactos en Madrid.
Los policías detallaron cómo al regresar de uno de estos viajes de Madrid, uno de los investigados llevó el vehículo a uno de los aparcamientos que tenían en Zaragoza, lo cambió allí por otro tras manipular algo en su interior, lo aparcó en la calle y después lo cogió otro miembro de la organización al parecer para mover entre los clientes la mercancía que había traído el otro integrante de la banda.
Cuando en octubre tuvieron conocimiento de otro de estos viajes a Madrid para proveerse de droga se dispuso un amplio dispositivo de seguimiento, que permitió observar a dos de los principales dirigentes de la organización, Carlos Andrés M.P. (el vinculado a Teruel) y Williams Guillermo P. D. moviendo presuntamente un cargamento de droga para transportarlo a Zaragoza en una furgoneta.
Vigilancia
Los agentes explicaron que en Madrid observaron durante la vigilancia cómo Carlos Andrés se acercó con una maleta a la furgoneta en la que iba Williams con otra persona, abrieron la parte de atrás y manipularon algo para salir después hacia Zaragoza juntos en dos vehículos que se iban cambiando de posición durante el viaje. Dedujeron que estaban cargando la droga para transportarla y explicaron que no intervinieron en ese momento por razones operativas, que les siguieron y fue en Zaragoza donde se les interceptó a la vez que se procedía a las detenciones y registros domiciliarios del resto de miembros de la organización a los que se hacía seguimiento.
Al inspeccionar la furgoneta en la que habían visto manipular algo en Madrid no encontraron nada. En ella viajaban Williams y otra persona, a los que el Juzgado de Guardia de Zaragoza dejó en libertad al no encontrarles nada de droga, mientras que en los registros de los otros detenidos sí se hallaron sustancias estupefacientes y fueron enviados a prisión provisional. Fue seis días después cuando aparecieron los 11 kilos de cocaína en un doble fondo de la furgoneta al ser inspeccionada por una unidad técnica especializada en este tipo de caletas que se desplazó a Zaragoza. Un agente indicó que tras interceptar la furgoneta el 28 de octubre del año pasado e inspeccionarla, la unidad canina “marcaba algo”, pero no encontraron nada porque estaba muy bien escondida en un doble fondo y era “prácticamente imposible de encontrar”.
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