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El 80% de los refugiados de Mora podrá trabajar este año y el resto en enero y febrero El 80% de los refugiados de Mora podrá trabajar este año y el resto en enero y febrero
Los refugiados malienses de Mora de Rubielos, durante una de las clases que reciben para lograr su inserción sociolaboral. Accem

El 80% de los refugiados de Mora podrá trabajar este año y el resto en enero y febrero

Buena parte de los migrantes disponen del permiso laboral y uno ya está contratado en un restaurante
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Cruz Aguilar

El 80% de los 110 refugiados procedentes de Mali que llegaron a Mora de Rubielos a comienzos del mes de septiembre ya tienen permiso para trabajar o están en proceso de obtenerlo en los próximos días, antes de que concluya el año. De hecho, uno de ellos ya está trabajando desde este pasado fin de semana en un restaurante de la localidad. El 20% restante contarán con el permiso a lo largo del mes de enero o en los primeros días de febrero, según indican desde Accem, que es la ONG que se ha ocupado de atender a este grupo de migrantes en Mora de Rubielos.

De momento, además del ya contratado, una quincena de personas ya están en proceso de firmar acuerdos laborales con diferentes empresas de la zona y en las próximas semanas se sumarán muchas más. El problema al que se enfrentan no es la demanda de personal en distintos sectores laborales, ya que las ofertas les han llovido prácticamente desde que llegaron debido a la falta de mano de obra que hay en prácticamente toda la provincia, sino la carencia de viviendas en las que puedan asentarse.

Una vez que cuentan con un empleo y disponen de recursos propios para atender a sus necesidades, Accem deja de brindarles alojamiento y manutención, y precisamente el problema es la falta de casas y pisos en la zona de Mora de Rubielos. Además, estas personas no tienen el carné de conducir y, los que sí disponen de él, no cuentan con su homologación para poder utilizarlo en España, según comenta Julia Ortega, que es la responsable territorial de Accem en Aragón.

Desde mecánicos a albañiles

Una quincena de los malienses ya han encontrado trabajo, dos de ellos como mecánicos puesto que es su profesión; otros dos como albañiles, ya que también se habían dedicado en su país a la construcción; varios en la hostelería -entre ellos el que ya está trabajando en un restaurante morano-; otros en una fábrica de colchones en Manzanera y también hay un grupo que se emplearán en las pistas de esquí a través de Aramón.

Las ofertas no faltan y numerosos empresarios han mostrado interés por contar con los malienses entre su plantilla, pero “tenemos que coordinar esos puestos de trabajo con la posibilidad real de vivienda”, explica la responsable territorial de Accem. Ortega añade que, aunque la ONG continúa apoyando a los migrantes en cuestiones como el aprendizaje del idioma, el acompañamiento jurídico hasta el final del proceso o el apoyo psicológico si lo necesitan, el respaldo en temas de alojamiento y manutención se suprime en cuanto se incorporan al mercado laboral porque ya pueden atender sus necesidades básicas.

Para el alcalde de Mora de Rubielos, Arquímedes Ríos, la falta de vivienda es un “problema grave” y lamenta que si no se actúa con premura hay muchos puestos de trabajo que seguirán sin cubrir pese a tener muy cerca la mano de obra. Una de las opciones que plantea es la construcción de edificios residenciales con un uso temporal.

En torno a una quincena de los 110 malienses que hay en Mora de Rubielos ya tienen tramitado un contrato laboral que están a punto de firmar, pero hay muchas más propuestas empresariales. En este sentido, Julia Ortega destaca la buena acogida del sector empresarial aragonés: “Somos una tierra deficitaria” en mano de obra por lo que la oportunidad que para los inmigrantes supone la llegada a Teruel se traduce también en una “cuestión de supervivencia” para los pueblos, “que están teniendo más vida porque viene gente de fuera”, concreta. De todas formas, Julia Ortega es clara en cuanto al asentamiento de los migrantes y plantea que si los pueblos “no consiguen ofrecer unos servicios adecuados y compatibles con la vida allí, estos nuevos pobladores se irán al igual que han marchado los autóctonos”.

En cuanto al idioma, la responsable de Accem matiza que los refugiados que han llegado a Mora tienen mucho interés por aprender, por lo que muchos de ellos ya se manejan con el idioma de la calle. Para su inmersión cultural y lingüística, además del personal de la ONG cuentan con once voluntarios que contribuyen tanto dando clases como acompañándoles en su tiempo de ocio. Un 80% de ellos son personas jubiladas vinculadas con la docencia y acuden para apoyar en las sesiones de castellano. Julia Ortega señala que además de los beneficios que esta relación supone para los migrantes, también constituye “una manera de combatir soledades no deseadas entre la población mayor” de los pueblos en lo que respecta a algunos de esos voluntarios.

Siete de los refugiados que llegaron a Mora abandonaron el recurso puesto que tenían familiares en otros puntos de España y se trasladaron a vivir con ellos puesto que, además, tenían ofertas laborales en esas zonas.

Sin embargo, Ortega matiza que las 110 plazas siguen ocupadas puesto que han entrado otras personas. La idea es mantener este centro de acogida en Mora de Rubielos durante todo el año 2025 y, con ese fin, han renovado el contrato con el establecimiento hotelero de la localidad en el que están alojados. Este centro de la capital de Gúdar-Javalambre es el tercero con el que cuenta Accem en Teruel, ya que también tiene otro en Burbáguena y pisos de acogida en la pedanía turolense de San Blas.

Dificultad en el alquiler

Los refugiados llegaron a Mora de Rubielos hace ya más de tres meses y en este tiempo, y pese a la oposición que mostró algún partido político en esas primeras jornadas, no sólo no han causado “ningún trastorno”, sino que han mostrado un gran interés por integrarse tanto en el equipo de balonmano local alguno de ellos como a nivel laboral, según indica el alcalde de la localidad, Arquímedes Ríos. El regidor calcula que más de una quincena de personas podrían asentarse en la zona, de hecho muchos de ellos ya tienen oferta laboral, pero destaca que el principal problema que se encuentran es la falta de vivienda.

La mayor parte de los municipios de la comarca de Gúdar-Javalambre presentan un gran interés turístico y eso hace que buena parte de la vivienda en alquiler disponible se destine a uso vacacional. En este sentido, el alcalde de Cabra de Mora y empresario Samuel Monleón concreta que tras la pandemia no hay ni una sola casa vacía en su municipio. “Se han vendido masías, corrales, pajares, todo. Desde la pandemia para aquí el medio rural se ha revalorizado, la gente que vivió en la ciudad esos meses no lo pasó nada bien”, dice, para añadir que las únicas viviendas que hay disponibles son las de uso turístico, cuyo precio no es asequible.

Él es uno de los empresarios que quiere contratar a dos de los inmigrantes malienses que ya habían trabajado como albañiles en su país de origen. Tiene una empresa de construcción con cuatro empleados y, debido al trabajo que tiene, pretende ampliarla. “Ya tenemos todo apalabrado, podrían empezar a trabajar mañana, pero no encuentran un sitio donde vivir en Mora y no tienen carné de conducir para poder buscar en otros pueblos”, apunta.

En Alcalá de la Selva también hace falta mano de obra, sobre todo en hostelería, pero la alcaldesa, Amparo Atienza, expone que la mayor parte de los empleos son temporales, lo que dificulta que los ocupen los refugiados porque el contrato vencería en unos meses.

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