Aprovechando que ha sido la festividad de Todos los Santos, vamos a dedicar esta entrega de hoy a un panteón singular con aires de monumentalidad que se encuentra dentro del cementerio de Teruel y del que disponemos de información suficiente como para poder redactar este artículo, cosa que no suele ocurrir con otras tumbas del camposanto turolense.
Primeramente realizaremos unas breves consideraciones en torno a los orígenes del cementerio actual que, según el arquitecto de Regiones Devastadas Carlos Soler, empezó a funcionar como lugar de enterramiento a partir de 1832 tras dejar abandonado poco a poco el existente cerca de la antigua plaza de toros y de la ermita de San Cristóbal.
Esta localización en la parte izquierda de la carretera del Alcañiz, en un lugar denominado antiguamente "fosar de los judíos", está respaldada por los escritos de Joaquín Traggia, Cosme Blasco y Val o Miguel Ibáñez que confirman la existencia de dicho lugar. Así pues, el cementerio actual sería el segundo que se construyó en la ciudad de Teruel en un altozano cercano al Calvario y a las estaciones que se suceden para llegar a él.
Pues bien, de todos los panteones elevados en el camposanto turolense, este de Francisco Estevan (con "v") Garzarán y de su familia es, a nuestro entender, uno de los más originales y de mayor calidad artística, muy en consonancia, por otra parte, con el nivel económico del finado que además de ser farmacéutico era propietario, esto es, disponía de un considerable número de tierras de cultivo por lo que en sus disposiciones testamentarias había consignado 50.000 pesetas para su construcción, cantidad que en la segunda década del siglo XIX debía de ser estratosférica.
Estevan Garzarán seguía la tradición histórica de la nobleza y de ciertos sectores de la burguesía en España de construir grandes catafalcos como enterramientos, dedicando para ello considerables sumas de dinero en actividades realmente poco productivas en lugar de invertirlas en las industria o en la agricultura que se hubieran traducido en más rendimiento y progreso.
He aquí un fragmento de las disposiciones:"Para cumplir lo que D. Francisco Estevan Garzarán (q.e.p.d.) dispuso en su última voluntad, se convoca a concurso a los señores Arquitectos españoles para la presentación de proyectos de un panteón y su construcción en el cementerio de la ciudad de Teruel bajo las bases que están en poder del Sr. Prior del M.I.C. (Muy Ilustre Colegio) de Racioneros". Así rezaba la convocatoria del concurso en agosto de 1916 pues su fallecimiento se había producido en 1914.
El albacea, esto es, el prior de Racioneros, suponemos que con el fin de recaudar dinero para la obra, publicaba este anuncio en prensa en septiembre de 1915: "El día 21 del actual, a las 10 horas, se venderán en pública subasta cinco fincas situadas en el término de Teruel y siete heredades en el de Villarquemado procedentes de la testamentaria de don Francisco Estevan Garzarán. El acto tendrá lugar en el despacho del Notario de esta ciudad, calle San Francisco nº 5, con arreglo al pliego de condiciones que está de manifiesto en dicho notario".
Los proyectos presentados serían valorados por un equipo de arquitectos pero, en principio, no sabemos por qué razones, fue declarado desierto el concurso porque en febrero de 1917 volvió a salir a subasta y el panteón se construyó definitivamente dos años más tarde, en 1919, tal como figura en la puerta posterior del "inmueble".
Para mí es seguramente el panteón mejor del cementerio de Teruel y el más original, esto es, no es una copia de un catálogo, que sepamos. Es, sin lugar a dudas, la obra más característica en estilo neogótico del cementerio destacando su estructura en forma de capilla gótica (chapitel) con una especie de tumba o túmulo a los pies,
Dentro de este estilo neogótico destacan sus arcos trilobulados de los óculos, los ángeles orantes de las esquinas con sus artísticos doseletes, la cruz patada del centro, el arco ojival principal... en cuya parte superior se sitúa el nombre de la familia y el símbolo farmacéutico (la serpiente y la copa) del propietario, rodeado de la adormidera (la flor del opio, la amapola, "papaver somnifeum") que simboliza el sueño eterno, que no la muerte, culminando el frontal con la imagen escultórica del corazón de Jesús.
Es interesante el "cerramiento" férrico, en muy mal estado, y la decoración interior del panteón que presentan ciertas trazas modernistas en las que se podría intuir la mano de Matías y/o Epifanio Abad pero sin poder asegurarlo.
Como se ve en las fotos, conserva todavía huellas de disparos de armas de fuego que han sido "restauradas" de forma chapucera. No olvidemos que el cementerio fue un lugar de enfrentamientos casi cuerpo a cuerpo durante la Guerra Civil y especialmente en la Batalla de Corbalán en diciembre de 1936.
En cuanto a la autoría, cabe la posibilidad de que el autor fuera el arquitecto Juan Antonio Muñoz que trabajó en las primera décadas del siglo XX en Teruel capital, entre otros lugares. Él fue también el autor del pabellón de los Garzarán y el de Fernando Hue de la Barrera, el ingeniero del Viaducto, pero no está claro porque no disponemos de documentación que pueda refrendar esa hipótesis.
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