Como decíamos en la entrega anterior, desde mediados de 1935 las obras del ferrocarril Teruel-Alcañiz (T-A) se encontraban paradas por “irregularidades”. Se acusaba, desde sectores socialistas, a los empresarios y al ingeniero proyectista de la obra Bartolomé Estevan de haber desfalcado en torno a 12 millones de pesetas. También existían expedientes abiertos a los empresarios en el ministerio de Fomento por la misma razón.
En marzo de 1936, tras las elecciones generales de febrero que dieron lugar al triunfo del Frente Popular, el Gobierno entrante decidió crear una nueva comisión para investigar el posible fraude ocurrido anteriormente, pero apenas pudo realizar su misión porque en el mes de julio se produjo la sublevación militar de Franco que fue la causante y responsable de la Guerra Civil y los desastres que la acompañaron.
Durante el conflicto armado, lo construido sufrió de los avatares de la guerra y el abandono. Ahora bien, en el mes de octubre de 1939, una vez finalizada la conflagración, el régimen franquista derogó la comisión republicana y constituyó una nueva integrada por un inspector y dos ingenieros del Ministerio de Obras Públicas «que procederán con urgencia a efectuar la liquidación y depuración de las responsabilidades». Mientras, durante la guerra, había fallecido Bartolomé Estevan por lo que a este no se le podían pedir ya responsabilidades que posiblemente no tenía.
Unos meses más tarde entró la justicia a investigar a fondo la cuestión de tal manera que se abrió un sumario judicial, el 104/1941, y se nombró por parte de la Audiencia provincial de Teruel un juez especial de nombre José Beguiristaín con el fin de investigar lo que había pasado en las obras del T-A y el hipotético desfalco.
El juez llamó a declarar a los dos empresarios acusados de los hechos supuestamente delictivos que formaban la empresa DELMOR SA, Rafael Benítez y Fernando Morán, pero estos no aparecían por ningún lado, se habían “evaporado” y, por lo tanto, no se presentaron ante el juez por lo fueron declarados en busca y captura por la policía. Sin embargo, Urquijo y Mc Lellan, que eran los dos ingenieros ejecutivos de la empresa y que hemos citado en nuestra primera entrega, sí que fueron detenidos pero, claro, ellos no tenían responsabilidades en la empresa ya que eran meros ejecutores de las órdenes de DELMOR SA.
Paralelamente, entre 1942 y 1943, uno de los primeros gobernadores de después de la guerra, el falangista Francisco Labadie inició una campaña pública para que las obras del T-A se reanudasen aunque pensamos que eso era bastante difícil pues no sabemos si la España de los primeros años de la posguerra estaba en condiciones de invertir millones en esta línea férrea. Bastante tenía con reconstruir lo derruido.
Labadie, con esta idea, viajó a Madrid donde se entrevistó con el ministro de Obras Públicas e incluso directamente con el mismo Franco. Además, publicó artículos en la prensa del Movimiento, en este caso “Lucha”, justificando la necesidad y la importancia del ferrocarril para el desarrollo de la provincia. A esta reivindicación, siempre con de forma suave y pacífica, se sumó el director provincial de Montes, José Alfaro y otros funcionarios. Hubo un momento en que parecía que la propuesta del Gobernador iba para delante, que su planteamiento era aceptado por Madrid pero descarriló.
También encontramos acuerdos de la primera Diputación franquista de Teruel de después de la guerra, a principios de 1941, solicitando que empezasen de nuevo las obras, así como en un encuentro de las tres diputaciones (Teruel, Zaragoza y Lérida) afectadas por el cierre en el año 1943 pero sin respuesta positiva.
El juez especial nombrado para el caso siguió sus investigaciones y sus trabajos sin poder procesar a los dos responsables porque no llegó a localizarlos, pese a los esfuerzos. Al final, en el mes de marzo de 1957 prescribió el caso y en ese instante “aparecieron” los dos encausados. Habían esperado este momento para dejarse ver ante la opinión pública. Al parecer, Benítez procedía de Argentina y había llegado a Teruel vía Algeciras, mientras que de Morán no sabemos su paradero aunque es posible que hubiera estado también en un país extranjero. Sea como fuere, lo cierto es que ambos evitaron que la justicia cayese sobre ellos y las responsabilidades consecuentes.
Según E. Fernández Clemente, “tras la Guerra Civil hubo algún intento de de reconsiderar la construcción de la línea pero el asunto quedó abortado: primó la rentabilidad económica que hacía desaconsejable la inversión estatal por instancias internacionales,,,” En este caso creemos que Eloy hace referencia a un informe del Banco Mundial de 1964 que informaba negativamente sobre el T-A por la falta de rentabilidad. Otros alargan el expediente de reanudación de las obras hasta los años ochenta. Lo cierto es que nos pasa como a Labordeta cuando estaba por Teruel en los años 60: “Paseos que me servían también para maldecir el desastre de esta tierra cuando me cruzaba con el non nato ferrocarril que debería haber unido Teruel con Alcañiz y transformar la desolación y el abandono de la comarca en riqueza para asentar a las gentes. Ver los túneles, las estaciones, los apeaderos, los puentes y los depósitos de agua como esqueletos lanzados contra el abandono del viento, de los hielos, de las tórridos calores de los mediodías agosteños, me producía ya entonces -hablo de los años sesenta- un encrespamiento de rabia que me hacía maldecir el “camino de nada” que esta tierra nuestra andaba recorriendo sin encontrar el final de su caída”.
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