

8 de marzo: Las mujeres siguen escribiendo su historia en los libros de tauromaquia
Ganaderas, toreras, recortadoras, comunicadoras... toro y mujer más de la mano que nuncaHoy, 8 de marzo, quisiera reivindicar el papel que la mujer tiene en el mundo del toro. Tanto en el pasado, como en lo que está por venir. Y es que la tauromaquia ha estado salpimentada de mujeres valientes que han luchado por hacerse un hueco en una profesión que, si ya no lo pone fácil a los varones, cuanto menos a las féminas. La historia de esas guerreras que han decidido, ya sea por afición, ya sea por oficio, entregar su vida al toro, en cualquiera de las vertientes que este mundo ofrece, no viene de una época reciente. Ya en 1654, por gracia de su Majestad el Rey Felipe IV, se dieron cuatro toros, tres para ser muertos a lanzadas a pie, y otro a la labradora, que dio muerte al animal montando a caballo. Se demuestra, de esta manera, que lo de las mujeres en los toros no es una cosa de hoy en día, si no que se va arrastrando a lo largo de los siglos.
Y ello, a pesar de que no se lo hemos puesto fácil. Primero, por las reticencias del los propios hombres que, en muchas ocasiones, han visto con mirada crítica la presencia de mujeres en el mundo del toro. Segundo, por las prohibiciones que se han dado a lo largo de la historia para que ellas no tuvieran oportunidad de demostrar su valor y su valía en la cara de los animales. Y así llegamos hasta el siglo XIX, cuando las cuadrillas de mujeres toreras gozaron de especial popularidad. Fue entonces donde una primera hornada de toreras hizo su aparición (prácticamente a la par que se escribían las primeras letras de las figuras masculinas en la historia). Martina García, Dolores Pretil o Angelita, la primera generación de toreras que dio paso a la Reverte, la Fragosa o la Guerrita. Con el cambio de siglo, y tras la oposición que ya venía ejerciendo el propio mundo del toro (el Guerra se negaba a torear, por ejemplo, en plazas donde lo hubiera hecho la Guerrita) y parte de la sociedad (a pesar de la buena acogida que tenían estas cuadrillas entre el público), llegó la prohibición, en 1908, de la presencia de protagonistas femeninas en los festejos taurinos a pie, por parte del ministro Juan de la Cierva. Fue entonces cuando algunas de ellas, como la ya mencionada Reverte (de nombre Salomé Rodríguez, y que tomó el apodo artístico del matador Antonio Reverte), comenzó a anunciarse como Agustín Rodríguez. ¿Qué importaba el qué dirán si ya la trataba de “marimacho” una sociedad que no entendía que la pasión por el toro va más allá de lo que haya debajo de una taleguilla?
Duró la prohibición hasta la llegada de la Segunda República. Durante esta época, más concretamente en 1934, se levantó la prohibición para que una nueva hornada de toreras diese un paso adelante. Juanita Cruz, Conchita Cintrón, que combinó la muleta y el rejón, o Ángeles Hernández “Ángela” fueron poniendo piedras en una construcción que daría el máximo exponente de la tauromaquia a pie en los noventa del siglo XX. Cristina Sánchez es la máxima referencia hasta la fecha entre aquellas mujeres que quieren ser toreras, acompañada de otros nombres como Mari Fortes, Hilda Tenorio, Mari Paz Vega, Rocío Romero o Conchi Ríos. A caballo, surgió otro abanico de rejoneadoras como María Sara, Ana Rita Mónica Serrano o Noelia Mota,. Pero, por encima de todas ellas, la única mujer que, a caballo, a dominado el escalafón: Lea Vicens.
Pero no solo en los ruedos las mujeres han estado representadas. En el campo bravo también ha tenido una representación femenina. Sin salir de nuestra provincia, Alicia Chico gestionó, hasta su muerte, una ganadería emblemática dentro de los hierros turolenses. Una casa que ya venia, por herencia materna, de Alicia García Merchante, quien ya era propietaria de una ganadería brava antes de casarse con Cesar Chico, veterinario y también ganadero, para unir sus líneas en una casa que pasó a titularse bajo el nombre de Cesar Chico. Mercedes Picón, marquesa de Seoane, dirige desde la sombra, y junto a su hijo Tomás, el legendario hierro de Prieto de la Cal. Rocío de la Cámara o María Loreto Charro mantienen sus divisas. Como lo hace Aurora Algarra, propietaria del hierro de Algarra, mujer del ganadero José Murube, y madre de Marte, quien con esos dos apellidos de referencia dentro del mundo del toro no podía si no heredar la pasión por el bravo. Aurora “para mí es mi ejemplo para que el día de mañana, si Dios quiere, poder seguir llevando el legado que ella dejará a la altura que ella lo ha llevado, pudiendo ser capaz de lograr todos los objetivos” comenta Marta Murube Algarra de su madre, por la que siente “admiración absoluta. Para mí es un diez en todos los aspectos y ella se ha ganado su sitio en el mundo del toro, siempre le han respetado, se hace respetar, y entonces nunca he visto esa diferencia con mi padre”. Teniendo esos dos ejemplos, Murube no ve distinción de trato entre sus progenitores, ya que en su casa, “mi madre es ganadera y mi padre es ganadero y yo nunca he visto la diferencia, ni a la hora de negociar, ni a la hora de cómo nos han tratado. Al final es un mundo muy de hombres, porque los trabajadores del campo son hombres, el que viene a traerte el pienso es hombre, los veedores son hombres, los toreros vienen todos con las cuadrillas y son todos hombres, pero nunca he visto diferencia por ser mujer y hombre, tanto en una casa como en otra”. Un trato que llega a través del trabajo, ya que “creo que tú te tienes que buscar o ganar ese sitio”, no importa que seas hombre o mujer.

Miriam Cabas encaja tanto en el campo como en la plaza. La novillera, de veintitrés años, combina el vestirse de luces con las faenas camperas, y estas, con el estudio de la carrera de veterinaria. La gaditana, en su carrera por cumplir su sueño de ser matadora de toros, se ha encontrado “piedras en el camino por el simple hecho de querer ser torero, e imagino que mis compañeros, se habrán encontrado los mismos o parecido” pero también asegura que “las mujeres hemos tenido que superar barreras adicionales. Desde la prohibición expresa que impidió a muchas toreras vestirse de luces durante décadas hasta la falta de oportunidades reales en las ferias más importantes, el camino ha sido más cuesta arriba para nosotras”. Sin embargo, a base de trabajo y tesón ha conseguido que “el público y la crítica nos juzguen por lo que hacemos en el ruedo y no por nuestro género”. Y es que “las actuaciones hablan por sí solas”, y ese es el mejor lenguaje para alcanzar el éxito. Ese mismo lenguaje trata de hablarlo su compañera Olga Casado, quien ha pasado “de ser una completa desconocida a triunfar en el día más importante que he tenido en mi vida ahora mismo”. Esa jornada a la que se refiere la madrileña es el festival de Vistalegre, donde tiró una puerta para entrar, de cabeza, en el orbe taurino tras dejar un gran poso en un cartel plagado de estrellas.
Ahora apoderada por Simón Casas y Rafael Garrido, Casado asegura tener “la aspiración de llegar a ser la mejor mujer toro de la historia, ser mejor que Cristina Sánchez y no me voy a a rendir hasta conseguirlo. Voy a esforzarme mucho en una profesión tan tan difícil y tan dura”. Una profesión en la que “el único que me lo va a poner verdaderamente difícil en esta profesión es el toro”, comenta Casado, y en la que, según Cabas, “es necesario que haya una revolución social. No para que la mujer sea la protagonista, que sea protagonista quien lo merece, pero que se den más oportunidades para los novilleros, en todas las ferias y pueblos, que se allanen los caminos (dentro de la dificultad que siempre va a tener incluida el hecho de querer ser torero), que den facilidades en las condiciones, que se abran las puertas en el mercado y que ser valiente merezca la pena y no salga tan caro”. Y es que multitud de mujeres antes de Cabas han tenido que tirar de valentía para abrir caminos que ahora pueden transitar las nuevas generaciones, dejando una huella que va “más allá del impacto en la tauromaquia misma” para seguir “aportándonos a nosotras mismas, como toreras, como profesionales y como mujeres que seguimos abriendo camino en un mundo que, aunque ha cambiado, aún tiene retos por delante”. Un mundo en el que, “cada detalle cuenta y donde el respeto, la inteligencia pueden abrir tantas puertas como una buena faena” según la de Los Barrios; un mundo, el del toro sobre el albero o sobre la campiña, que requiere “mucha mano izquierda, mucho conocimiento y mucha sensibilidad para manejar y tratar a estos animales en la dehesa, al igual que hace falta para la plaza, y para fuera de la plaza, en el trato con empresarios, apoderados y aficionados. La sensibilidad es clave”.

En Teruel existe el llamativo caso en el que dos hermanos comparten afición y, en ocasiones, ruedo. Él es Bruno Monferrer. Ella, Amanda. Ambos han mamado el toro desde pequeños, y eso ha llevado a querer dejar su impronta como recortadora. Pero siempre ha querido hacerlo ganándoselo a pulso, sin ningún tipo de ventaja, ya que estar delante de un toro, para Amanda Monferrer, “fue siempre el mayor acto de feminismo. Demostrar que podía estar frente al mismo toro que mis compañeros por reunir las mismas cualidades que ellos y no por ser mujer. Ni mejor ni peor que ellos; igual. Tratando de estar a la altura”.Y es que “muchas veces, muchísimas, nos han exigido menos. Ya haya sido el empresario, los compañeros o el mismo público. Yo quiero pensar que se reconoce esa igualdad de condiciones ante el hecho de ser una mujer y ponerse delante de un toro al igual que cualquier hombre. Pero no es así, la realidad es que la mujer es mucho más admirada por el simple hecho de estar ahí”, hecho que Monferrer considera un gesto de discriminación positiva, lo que, en definitiva, no deja de ser exactamente eso, una discriminación. Por ello, para la turolense estar delante del toro es un acto de rebeldía “porque sigue siendo algo inusual y todo el que no sigue los estándares estipulados parece ser un rebelde”. Y de rebeldía se trata la lucha por aparecer en los carteles, porque “por mi condición de mujer he estado más limitada que otros compañeros. He realizado menos concursos y más exhibiciones. He lidiado más vacas que toros. Desde que una empieza, recibe una especie de proteccionismo, llámese como sea, que limita tus condiciones, te crea mas inseguridades y limita tus capacidades”. Todo el que anda un camino lo hace rodeado de la gente que lo apoya, y Monferrer se acuerda de ellos, de esos por los que “solo puedo sentir agradecimiento” y es que la turolense reconoce que “se me ha cuidado y protegido mucho y desde el corazón. Me he sentido más que orgullosa llevando el nombre de mi Teruel por todos los rincones de este país y de algunos otros” persiguiendo el sueño de poder medirse, a cuerpo limpio, con los toros. “Algún día me presentaron como la primera recortadora de Teruel e incluso de Aragón. Hoy solo espero que haya muchas otras”.

Herencia Viva es una comunidad de personas que se reúnen en torno a Vanesa Santos y Victoria Mendoza. Ambas han conseguido conectar con distintas generaciones del mundo del toro, a través de las redes sociales, para explicar lo que es la tauromaquia. Mendoza ha visto un cambio en el paradigma taurino en lo que a la inclusión de la mujer se refiere. Y, para demostrarlo, pone como ejemplo a Olga Casado, “una chica totalmente normal que se ha ganado el respeto de todo el mundo por su arte, por su saber estar… me da la sensación de que el papel ha cambiado porque se han empezado a abrir los ojos y porque nos lo hemos ganado, creo yo”. Y es que la mujer que quiere estar, de una u otra manera, al toro existe, “el caldo de cultivo está hecho. Lo que pasa es que ahora de aquí en adelante lo que necesita es darse voz, porque yo he ido conociendo muchas chicas que me han dicho, "jo, me encantaría apuntarme a la escuela taurina o me encantaría, yo que sé, aprender a recortar”, yo creo que lo que es la afición está” y solo falta que ver a una mujer vestida de luces o recortando o siendo ganadera “no sea visto como un hecho heroico, como un hecho importante, si no que sea como algo normal”. Y que en ese futuro, lo importante “tiene que ser el respeto humano, la empatía, el amor, todos los valores que yo creo que se inculcan desde la tauromaquia”, independientemente del sexo de quien los genere, porque “la tauromaquia tiene que ser igualdad, respeto y centrarnos más en los valores que transmite y en lo que realmente queremos defender y en lo que significa para nosotros, o sea, para los aficionados individualmente, tanto si es un hombre, una mujer, porque al final lo importante es el animal y la comunidad que se crea en torno a él”.
Ellas son las que siguen luchando, tarde a tarde. por que en el mundo del toro, como en la sociedad, el ocho de marzo simplemente sea un día más.

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