El pulso a las necesidades de la sociedad se debe medir en las calles. En el panorama actual, en el que las cifras son interpretables según la ideología de cada cual, no es fácil defender la celebración de un día como el de hoy. Pero, con una sola vez que escuchemos la expresión “para cuándo el día del hombre” (y les aseguro que la escucho mucho), es suficiente para darnos cuenta de que todavía queda mucho por recorrer.
Cuando celebramos el día de cualquier enfermedad, nadie exige que se celebre el día de las personas sanas. Entonces, ¿por qué muchos desearían que hoy no revindicáramos lo que por derecho nos pertenece? La respuesta es que la equidad que se vislumbra en la superficie no es real apenas rascamos un poquito.
Por ejemplo, es cierto que todas podemos acceder a estudios universitarios con las mismas oportunidades que los hombres y que los convenios colectivos laborales no distinguen entre sueldos según el género. Sin embargo, el techo de cristal y la diferencia de salarios existen, sobre todo debido a la conciliación familiar. Cada vez es más eficaz el reparto de tareas en los hogares españoles, pero sigue siendo evidente que la mayor carga de la crianza la tenemos nosotras, por lo que las oportunidades de ascenso o mejora laboral son muy limitadas.
Esta es una pequeña muestra de que el feminismo es necesario. Como siempre, una idea mal entendida, aunque sea justa, puede llevar a situaciones absurdas y, en consecuencia, a un rechazo generalizado. Pero si pensamos con sentido común, todos somos feministas. Vivimos un momento extraño, las mujeres que son independientes se sienten frustradas, las adolescentes son víctimas de violencia de género en mayor medida de lo que fuimos las de mi generación, y la ridiculización de un movimiento que históricamente se ha cobrado muchas vidas pone en peligro la consecución del único objetivo que buscamos: que los seres humanos seamos iguales “de facto” en todos los ámbitos de la vida.
Así que celebremos y reivindiquemos mientras sea necesario. Feliz día de la mujer.