Recuerdo la primera vez que vi al inspector John Luther, “un hombre grande de grandes andares” como lo define su creador, el escritor y guionista británico Neil Cross. En la escena inicial de la serie homónima, el policía interpretado por Idris Elba, tras sonsacarle a un criminal el paradero de una niña secuestrada, deja que éste caiga al vacío y muera. De ese modo, brutal y contundente, Cross pone todas las cartas sobre la mesa y presenta a un hombre atormentado y complejo que no duda en tomarse la justicia por su mano. El resto ya es historia: cinco exitosas temporadas con un total de 20 capítulos, una magnífica novela-precuela escrita por el propio artífice de la serie (editada en España por Es Pop ediciones) y, ahora, un largometraje en Netflix que recupera a su protagonista para alegría de sus numerosos fans.
Luther: Cae la noche arranca con nuestro héroe en uno de los puntos más bajos de su tortuosa vida. Mientras un terrible asesino se ocupa de sembrar el caos en las calles de Londres, Luther permanece encerrado en la cárcel acusado de corrupción y malas prácticas policiales. Angustiado por no haber cazado al psicópata y ante la amenaza de nuevas muertes, decide escapar de la prisión para acabar con esa espiral de crimen y violencia. Junto a Idris Elba, repite el actor Dermot Crowley en el papel de Martin Schrenk, antiguo jefe y amigo del protagonista, y se suman a la función rostros nuevos como el de Cynthia Erivo y Andy Serkis (Gollum en la trilogía de El señor de los anillos) que interpreta al sádico villano.
A pesar de las conexiones con su original televisivo, la película puede disfrutarse de manera independiente sin necesidad de estar familiarizado con la historia y los personajes. De hecho, en esta nueva aventura se pervierten algunos de los valores de la serie, más oscura y sobria que el film, para potenciar las escenas de acción y la espectacularidad del conjunto. Sus responsables apuestan por hacer bailar a sus personajes a ritmo de blockbuster, dejan de lado la verosimilitud y no sienten vergüenza a la hora de inspirarse en cierto episodio de Black Mirror (titulado Cállate y baila) o en thrillers más modestos como la reivindicable Rastro oculto.
Un héroe al margen de la ley
Según su creador, Luther nace del cruce entre Sherlock Holmes y Colombo, dos de las grandes figuras del género. Pero ahí no termina la ecuación. A la inteligencia del primero y la perseverancia del segundo, Cross añade la contundencia y agresividad de un Harry “el sucio” moderno, un tipo obsesionado con su trabajo e implacable frente al crimen. Estamos ante un arquetipo presente en buena parte de la literatura y el cine policíacos de la segunda mitad del siglo XX, una tradición que va desde el icónico policía interpretado por Clint Eastwood hasta Harry Bosch e, incluso, el John McClane de Jungla de cristal. Para estos personajes, la vida personal queda en un segundo plano e impartir justicia es lo único importante; ya desde el primer capítulo, la esposa de Luther reconoce que su sentido inexorable del deber le obliga a mostrar “más preocupación por los muertos que por los vivos”.
Hubo un tiempo en que Idris Elba sonaba como favorito para vestir el esmoquin de James Bond tras la salida de Daniel Craig. Por desgracia, esa imagen nunca se hará realidad, el propio actor lo sabe y hasta se permite hacer una broma en el film al rechazar un Martini, la bebida por excelencia de 007. Y es que, seamos sinceros, ¿quién echa de menos a Bond teniendo a John Luther?