En 1985, TVE estrenaba La huella del crimen y se adelantaba casi cuatro décadas a la fiebre por el True Crime que arrasa en la actualidad. Su creador, Pedro Costa, había ejercido como periodista en el semanario El caso y era consciente de las posibilidades de una serie inspirada en los pasajes más escalofriantes de nuestra crónica negra.
Recuperar sus capítulos desde la web de RTVE es disfrutar del oficio de algunos de los más grandes directores del cine español. Juan Antonio Bardem, Pedro Olea, Ricardo Franco o Vicente Aranda trasladan a la pequeña pantalla crímenes de época como el de la calle Fuencarral y retratos terribles sobre psicópatas desalmados como el de Jarabo, con un soberbio Sancho Gracia en el papel principal (inevitable la conexión morbosa con su nieto, Daniel Sancho, la última starlet del true crime cañí).
El pasado viernes 8 de septiembre, Netflix sumaba a su catálogo El cuerpo en llamas, la miniserie protagonizada por Úrsula Corberó, Quim Gutiérrez, José Manuel Poga y Eva Llorach basada en el popular caso de la Guardia Urbana.
En mayo de 2017 aparece un coche quemado en las inmediaciones del Pantano de Foix, en Barcelona. Dentro del vehículo se localizan los restos calcinados de un hombre que resulta ser agente de policía. A medida que avanza la investigación, la historia va tiñéndose con el aroma del mejor cine negro: celos, mentiras, traición y un triángulo amoroso que acaba siendo letal. En el punto de mira de los investigadores se encuentran Rosa Peral, pareja del fallecido, y Albert López, ambos compañeros en el cuerpo de Guardia Urbana.
Los fanáticos de la crónica negra recordarán la magnífica recreación del suceso que llevó a cabo Carles Porta en el programa Crímenes de TV3 (disponible en Movistar+). En esta nueva aproximación, la guionista y alma mater del proyecto Laura Sarmiento ha equilibrado las diferencias entre ficción y realidad sin dejar de lado los hechos objetivos del crimen. El cuerpo en llamas contentará a los seguidores del popular programa de Porta y mantendrá en vilo a aquellos que se acerquen a la historia sin conocer los detalles. Su estructura en forma de puzle, los continuos saltos temporales y la inclusión de nuevas sorpresas al final de cada capítulo la convierten en un thriller frenético especialmente diseñado para robarnos horas de sueño.
Destacan las magníficas interpretaciones de la pareja protagonista. Úrsula Corberó toma las riendas de la serie con un papel complejo y lleno de aristas: una femme fatale seductora y manipuladora que es, a la vez, madre y agente de la ley. Por su parte, Quim Gutiérrez se enfrenta a un registro muy diferente al que nos tiene acostumbrados; Albert es un tipo frío y narcisista con un infierno personal bullendo en su interior.
Por si fuera poco, Netflix presenta también Las cintas de Rosa Peral, un documental que recoge los testimonios de la principal condenada, entrevistas a su entorno más cercano y a algunos de los profesionales que participaron en el proceso judicial.
Al inicio de cada capítulo de La huella del crimen, una voz en off recordaba al espectador que “la historia de un país es también la historia de sus crímenes”. La fascinación por el lado oscuro del comportamiento humano nos lleva a querer conocer hasta el más mínimo detalle de un suceso, por muy truculento que sea. Y es que, como decía el maestro Alfred Hitchcock, “a cualquiera le gusta un buen crimen, siempre que no sea la víctima”.