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El desconocido campo de concentración de Santa Eulalia El desconocido campo de concentración de Santa Eulalia
Prisioneros republicanos trabajando en los alrededores de Santa Eulalia. Biblioteca Nacional de España

El desconocido campo de concentración de Santa Eulalia

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Serafín Aldecoa

Tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, toda la Comarca del Jiloca cayó en poder de los militares sublevados y así permaneció a lo largo de la trágica Guerra Civil, lo que permitió a las autoridades franquistas realizar todo tipo de actuaciones represivas y violentas contra los ciudadanos de estos pueblos, uno de los cuales fue Santa Eulalia del Campo. Así, abundaron los fusilamientos y ejecuciones, pero no todos los republicanos y militantes de la izquierda se quedaron en sus pueblos esperando a ser detenidos, sino que se produjo la salida clandestina, casi siempre a pie, de muchos de ellos hacia el territorio controlado por el ejército republicano (zonas de Alfambra, Utrillas, Ademuz...)

Pero otros, mujeres y hombres, fueron detenidos y llevados a los campos de concentración, de tal manera que en una página web fiable (www.loscamposdeconcentraciondefranco.es/campos/) se cita la existencia de uno de ellos en Santa Eulalia y que se habría instalado desde sus inicios en las dependencias de la Azucarera del Jiloca, propiedad de la Compañía de Industrias Alimentarias pero intervenida por los rebeldes/golpistas nada más iniciarse la guerra.

Este campo de concentración aparece como “estable” y “activo” durante una parte de la guerra con una duración aproximada de un año porque se habría abierto en diciembre de 1937 y cerrado en el mismo mes de 1938. Hay incluso un par de fotografías de la Biblioteca Nacional de España donde aparecen trabajando un grupo de “prisioneros republicanos” aunque se apunta que “desconocemos si eran trabajadores del campo de concentración”.

Ahora bien, el campo de concentración  sobre el que escribimos este artículo, es otro posterior que se encontraba, según diversos testimonios orales de vecinos de Santa Eulalia, a unos 500 metros del casco urbano del pueblo. Esta ubicación fue corroborada por Ramón Rufat, que estuvo preso en él y cuyas memorias aparecen en el libro “Ramón Rufat en las prisiones de España”, editado por la Fundación Bernardo Aladrén en 2003 con notas e introducción de José Ramón Villanueva.

Prisioneros republicanos trabajando en los alrededores de Santa Eulalia. Biblioteca Nacional de España 

Rufat, destacado miembro del SIEP (Servicios Secreto de la República) y luego figura  destacada del movimiento libertario, pasó 20 años en las cárceles franquistas entre 1938 y 1958, de los cuales unos cuantos meses en el campo de concentración de Santa Eulalia. El escenario y las situaciones que describe corresponden cronológicamente a los primeros meses de 1939 cuando estaba en funcionamiento, aunque los inicios fueran anteriores. De hecho, Rufat sufrirá un simulacro de fusilamiento el 19 de febrero de 1939 que estuvo a punto de acabar con su vida.

Hoy todavía se conservan restos constructivos (paredes, sobre todo) en el sitio concreto donde su ubicaba este campo que son todavía visibles ahora, ya que se localizan con exactitud en el lado izquierdo de la carretera que va desde Santa Eulalia a Bronchales.

Al parecer, el campo de concentración era “una paridera de ganado”, adaptada a los nuevos usos como prisión tal como apunta Rufat: “La elección de la paridera no había sido nada caprichosa. Como tenía separación de obra entre los corrales para no mezclar los corderos con las madres, los cabritillos con las cabras (…) se encontraron las separaciones hechas mediante tapias. El emplazamiento no pudo ser más fácil: lo dejaron como estaba y lo circundaron con una alambrada”.

Este campo de concentración presentaba cierta “especialización” en torno al asunto del espionaje ya que había detenidos en él varones espías como  Rufat pero también existía un buen número de mujeres presas, acusadas de practicar el espionaje, algunas de la cuales fueron fusiladas aparte, separadas del grupo de hombres, pero el proceso fusilamiento era el mismo incluidos los tiros de gracia.

Queremos recordar aquí que muchas mujeres de Ojos Negros y de pueblos de la Sierra de Albarracín (Griegos, Guadalaviar, Villar del Cobo...) fueron confinadas durante meses de los años 1937-1938 en otros municipios de la provincia de Teruel, sin poder salir de ellos, pero también en  Soria, Burgos, Logroño, Zaragoza... especialmente aquellas que vivían próximas al frente durante la guerra en un intento de evitar el que pudieran pasar información sensible al  bando republicano. De la vigilancia y la represión se encargó el Servicio de Información y Policía Militar del Ejército del Norte (el SIPM que instaló su central en Ojos Negros.   

Uno de los mayores problemas de campo de Santa Eulalia, como de otros muchos, fue el del hacinamiento pues Rufat apunta datos numéricos de ocupación llegando a hablar de 300 pres@s en algunos momentos, quizás los de mayor ocupación de las instalaciones carcelarias: “Allí permanecíamos los presos noche y día atados con cadenas o esposas de dos en dos o individualmente, maltratados por sus vigilantes que iban desde los tormentos más duros hasta la muerte”.

 La Azucarera del Jiloca en Santa Eulalia del Campo. SIPCA

Según Rufat, se fusilaba en las tapias del cementerio de Santa Eulalia, pero también se utilizaba el recurso del fusilamiento en el mismo campo de concentración “para castigos ejemplares: fugas, agresiones a guardias etc. cometidos en su interior (…) Se podían oír perfectamente, las descargas de los piquetes, las voces de las víctimas, y contar, en el frío silencio de la madrugada, los tiros de gracia, secos…” Describe tambien con todo detalle cuáles eran los pasos que se seguían antes de los fusilamientos (confesión ante el cura, firma de la sentencia, disparos de la ametralladora cuando había un grupo de reos…).

Queremos que con este artículo se recuerde un hecho trágico de nuestro pasado histórico reciente, hasta ahora oculto, en el que habría que profundizar en su estudio para sacar a la luz lo que ocurrió realmente en esta paridera reconvertida en campo de concentración y que sea reconocido como lugar de memoria, de acuerdo con la Ley de Memoria Democrática de Aragón.

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