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Nuria Andrés

Puesta a ser una periodista bohemia y muerta de hambre, al menos el decorado de Madrid era inmejorable. Han pasado cuatro años desde que me convertí en una de las muchas jóvenes que dejan Teruel por falta de oferta universitaria para ser una de las millones de estudiantes que forman parte de la lista educativa de la capital. Por aquel entonces, Madrid era una ciudad en blanco, un lugar que se presentaba tan lleno de peligros como de promesas.

La vida se basa en listas. Un día formas parte de la lista de 20 jóvenes admitidos en un curso universitario. Después, en un suspiro de cuatro años, eres una más de la interminable lista de jóvenes que, tras acabar la carrera, muy pronto se tendrán que apuntar a la lista del paro.

Puestos a hablar de listas, mi amiga Lucía, la persona más lista que he conocido en mi vida, de Getafe desde que nació, me hablaba el otro día de lo corto que se le hizo nuestro viaje en avión hasta Berlín y lo pesado que le resultó tragarse cinco horas de bus hasta llegar a Teruel el primer viernes de julio para vivir la fiesta de la que tantas tardes le había hablado. Qué fácil es cruzarse Europa desde Madrid y qué difícil llegar desde la capital a la ciudad más despoblada de España.

Es curioso. De los 55 años que vivió Carlos Ruiz Zafón, él pasó más de 25 años fuera de su Barcelona natal. Murió en Los Ángeles, ciudad con la que siempre había soñado y a la que emigró en 1993. Sin embargo, casi toda su obra ocurre entre las calles de la Ciudad Condal. La infancia y la juventud son un tesoro que obsequia con versos para toda la vida. Los jóvenes que abandonamos nuestra casa en busca de oportunidades laborales llegamos a una ciudad desconocida en la que vivimos una falsa independencia. A partir de ahí, uno se convierte en carne de cañón tanto en su ciudad natal como en su ciudad adoptiva. En ninguno de los dos lugares te llegas a sentir completo. Es otro de los precios a pagar para aquellos que sus derechos los marca el censo de su localidad. Teruel es la ciudad que me arropa en todas las páginas de mi vida; Madrid es el lugar que me ayudó a llenar esas páginas. Por eso estas dos ciudades siempre serán para mí el mejor decorado donde escribir.

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