En muchos diarios, sean de la fecha que sean, uno puede leer que las agresiones en los colegios y los casos de discriminaciñon han aumentado respecto al año anterior. Un doloroso titular que esconde el rostro compungido de un niño al ser señalado por el resto de sus compañeros, jugar solo en el recreo por ser “diferente” y una infancia marcada por este capítulo de la vida.
Pasa en todos los hogares, que se piensa que a uno nunca le va a tocar, pero lo cierto es que el la discriminación empieza mucho antes de lo que se pueda intuir. De hecho, puede comenzar con una simple diferencia que marque a un niño.
Esta semana, Bertín Osborne, arremetía contra una profesora de un colegio de Jerez. Esta vez, no la emprendía contra ella por ser mujer, que es bastante común en sus discursos, sino porque, ella proponía que, en vez de celebrar el Día del Padre, se hiciera el Día de la Persona Especial.
Una decisión tomada, probablemente, en base a que en las familias no siempre hay un padre y una madre. Pero el presentador, en lugar de pensar que el mundo ha evolucionado- está claro que de manera diferente a él-, se limitó a tacharla de “loca”.
Como si no existieran niños que tienen que acudir cada 19 de marzo al colegio con la agria sensación de que no tienen a quien dar el regalo que hagan en las aulas o como si no estuvieran hartos estos mismos de ser señalados porque se impone un modelo de que hay que celebrar este día.
Sin embargo, los comentarios de Bertin no eran más que palabras de un hombre acostumbrado a vivir en un mundo gobernado para personas como él. Un mundo en el que nunca se ha sentido el único y diseñado para hombres que lo han tenido todo. Por suerte, en el presente, cada vez hay más diversidad y diferentes modelos de familias, grupos y uniones que exigen cambiar las viejas cuestiones. En definitiva, se crea un mundo en el que cada vez cabe más gente, pero al que se siguen resistiendo los que nunca se han sentido solos.