Ha fallecido Luis Jáuregui, el último requeté con vida que luchó en el frente y quien, a sus más de 100 años, recordó en las páginas de este diario aquel diciembre de 1937 en el que llegó en ferrocarril a Teruel. Aterrizó a las puertas de una ciudad sitiada por el bando republicano, desierta y medio destrozada tras varios días de combate entre ambas formaciones, según contaba.
Era noviembre de 2021 y el que fuera soldado nos contaba, acompañado de los escritores Pablo Larraz, Vicente Aupí y también el nieto del coronel Rey D’Harcourt, Fernando Rivera, en una mañana húmeda en Estella, que en Teruel no probó el jamón pero sí comió muchas sardinas enlatadas y también nos preguntó si seguíamos sufriendo en la provincia ese frío “terrible” que hizo que muchos compañeros suyos del Tercio de Navarra acabaran con los pies congelados. Recordó que, en aquellos combates, en la cota 1.076, fue herido con metralla en un contraataque. “La ráfaga de la explosión me vino al pecho”, rememoraba mientras agitaba su memoria ante un vaso de vino y fue precisamente el hecho de ir tan abrigado lo que hizo que el impacto no fuera a más. Él no llegó a entrar en Teruel tras la reconquista del bando sublevado, pero sí volvió años después de la guerra con su mujer y se alegraba de que hubieran reconstruido una de las torres mudéjares porque él había visto, precisamente, cómo la artillería roja la derribaba.
“Yo no maté a nadie”, recalcó en varias ocasiones, porque “no era capaz”, aseguró extrañado de que, a sus 103 años, se siguieran interesando en Teruel por su historia. Pero, gracias a él, entendí porque cuando caminas por los vestigios que quedan de la Guerra Civil, sigue habiendo algunas latas de sardinas, ya oxidadas y carcomidas por el paso del tiempo, pero que en su momento fueron el alimento de cientos de soldados y también el dolor que se vivió en Teruel que hizo que mucha gente quisiera borrar esos años de su memoria. El valor de un testimonio en vida vale más que cualquier crónica antigua y gracias a Luis Jáuregui, ahora, también los jóvenes de Teruel pueden entender el pasado de su ciudad.