Hay algo peor que un chorro de aire en niveles altos, idiotas a porrillo con niveles muy bajos. Más complicado gestionar el derecho a la pataleta que una Dana.
Ríanse de los derechos básicos, la prioridad es quejarse. Este domingo fue un ejemplo magnífico. Aviso de una Dana: ay que nos vigilan. No llega: indignación, a trescientos metros de mi culete no está lloviendo a tope. Llega la Dana: voy a subir un video porque las desgracias siempre tienen tirón.
Flusser ya decía que el nuevo hombre “teclea en lugar de actuar”.
Lo recupera Byung-Chul Han en su “En el enjambre” donde define bien la “sociedad de la indignación” y cómo vivimos en un enjambre. Formado por individuos que han pasado de ser nadie a ser un alguien anónimo. No les preocupa la comunidad ni a la sociedad le afecta realmente su indignación, su prioridad es su propio trasero.
“No engendra ningún futuro”, subraya Han. Los compara con un rebaño de animales, con actitud de carnavalesca.
Podemos poner a las ovejas otro collar.
Los avisos de nevada y los hosteleros depres, las medidas excesivas por el covid o la amenaza de crisis que da bajona, y frena las ventas, dramón. Si te dicen que te tires por la ventana, ¿tú te tiras o qué? Esa frase anticipaba en mi casa dos castigos, uno por cagarla, otro por gilipollas. Por otra parte está el típico desajuste, igual llueve por la ventana, pero si el cristal que miras es el del móvil, pues difícil.
Me admiraba mi abuelo, siempre pendiente de Maldonado y compañía. Para él, como para miles de agricultores, la lluvia, el granizo o la sequía son cuestión seria, todo el trabajo de meses, las nóminas que se joden en un rato, y, aun así, se suele asumir con diplomacia y algún cortao de más.
La prioridad ahora es que no me agüen el finde, y claro las predicciones, que cada vez afinan más. Los de campo saben que con la tormenta los borregos se ponen muy nerviosos.