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A tiempo parcial A tiempo parcial

A tiempo parcial

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Raquel Fuertes

A estas alturas no intentaré disimular. Vivimos tiempos malos (el eufemismo “complicados” se queda corto e impreciso) y para los que empiezan la incertidumbre se hace barro y desesperación. Con movimientos trabados, imprecisos, vacilantes, cargados de inseguridad y con un velo de desánimo los jóvenes de esta década maldita se enfrentan a lo que antes era una puerta en las narices y que ahora es el silencio al otro lado de un correo electrónico o de una oferta de trabajo online.

Conseguir una entrevista es casi un imposible. Y que sea de algo relacionado con lo que has estudiado, una quimera. Además, el salto es mortal y sin red desde una experiencia previa de sobreprotección hacia un mundo laboral inhóspito e incluso despiadado.

Leía estos días los cambios previstos para la ESO. Reconozco no haber ido mucho más allá de titulares y destacados porque a la vez me irrita y me parte el alma: vamos derechos a generar personas de ignorancia extrema que enarbolarán no sé cuál bandera, pero desde luego no las del conocimiento y el esfuerzo. Porque de eso se trata: mínimo esfuerzo, chicos. Sin calificaciones frustrantes y sin atisbos de memorización y aprehensión de conocimientos del pasado políticamente incorrecto con ojos de los años 20 del siglo XXI.

Pobres hijos nuestros. Sobreprotegidos y dueños de una ignorancia dirigida (antes conocida como educación y que con esta nueva visión podría pensarse que era hasta adoctrinamiento) luego queremos que salgan al mundo y estén en condiciones de realizarse a través de un trabajo remunerado que les dé independencia, genere riqueza para ellos y para la sociedad y les permita trazar su camino.

Y, desgraciadamente, desde esa ingenuidad de la que todos somos culpables, en este mundo encontrarán pocas ofertas, muchos candidatos, necesidad de conocimientos y capacidad de esfuerzo, salarios bajos y enormes decepciones.  Justo todo aquello para lo que nadie les ha preparado y que no es más que el mundo real tal y como nos está quedando la década.

Por eso cuando hoy salía del despacho una periodista recién licenciada con un contrato, temporal a tiempo parcial, pero de lo suyo y sin trampas, he podido sentir la alegría de alguien que ve esperanza, una oportunidad de demostrar y que valió la pena esforzarse por perseguir su sueño. ¿Victoria pírrica? No, primera piedra de un proyecto de futuro. Aunque sea a tiempo parcial.

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