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Mañana Mañana
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Raquel Fuertes

No hace tanto los billetes de avión se compraban en agencias de viajes o en oficinas de las compañías aéreas. Se imprimían en papel autocopiativo rojo que manchaba por doquier y se enviaban por mensajería o correo certificado. Eran un bien tangible al alcance de los pocos que tenían medios y motivos para volar. Conseguir cerrar con Javier Marías una lectura de su Corazón tan blanco en los 90, cuando solo cabía llamar por teléfono a casa fue una pequeña odisea que empezó en conseguir cerrar la fecha, acordar y enviar un billete de avión (tampoco había AVE) y acabó en una lectura fascinante y el conocimiento de la persona que se escondía detrás de una timidez manifiesta y del gran escritor que ya era una realidad.Al enterarme de su inesperada muerte me vinieron a la cabeza, tras la pena, aquellos billetes que dejaban huella, el libro con dedicatoria que atesoro y las cartas que intercambiamos hasta que las obligaciones se pusieron por delante y la siguiente misiva siempre quedó para mañana.

De tanto en tanto pensaba en enviarle alguna de estas columnas y descifrar entre líneas (era un hombre brillante, educado, ocurrente y elegante) su opinión sobre estos textos que siempre serán modestos frente a su maestría. Pero entre la procrastinación, el miedo a recibir una crítica que no pudiera llegar a asumir y la realidad de una rutina que nos absorbe ese “mañana” ya no llegará.

Como una metáfora de lo que posponemos hasta convertirlo en imposible a fuerza de eternos aplazamientos. Por miedo, por vergüenza, por pereza… No siempre va a haber un mañana en el que podamos vivir lo pospuesto, vencer la apatía, enmendar nuestra dejadez, dejar atrás la cobardía y tirar hacia adelante de forma enérgica y con valentía. Actuar, aunque haya que asumir consecuencias, en lugar de dejar la vida pasar. Ya nunca podré enviar una columna a Javier Marías. Dejé pasar la oportunidad durante casi 30 años. Es cierto que poco habría cambiado en mi vida, pero quizás sea una buena excusa para no dejar para mañana lo que hoy está a nuestro alcance. Es la única forma de asegurar que sucedan las cosas y dotar a la vida de contenido, emoción y sentido.

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