Stefanía Caro, escritora: “Escribir te lleva a sitios desconocidos, a conocerte, como en un juego de espejos”
Stefanía Caro funde danza y literatura en ‘Pómulo y lejanía’, que presentará en Alcañiz el 8 de noviembreLos caminos de la maternidad, las relaciones humanas y el concepto del viaje como metáfora de la vida son alguno de los temas que trata Pómulo y lejanía, la primera novela de Stefanía Caro (Pamplona, 1981), con el mundo de la danza contemporánea como telón de fondo. La escritora cierra 2024 en el ciclo A Puerta Cerrada de la librería Santos Ochoa, en Alcañiz, presentando su obra el 8 de noviembre a las 20.00 horas.
-¿Qué cuenta ‘Pómulo y lejanía’?
-Es un libro peculiar que trata muchos temas, es un cosido de retales, un patchwork en el que quiero hablar de varias cosas. Una es la maternidad y la no maternidad, o de la relación entre una madre y su hija, pero también del moviento y de la danza. Me interesaba trasladar el movimiento, y todo aquello que nos mueve, al papel, tanto desde un punto de vista físico, con personajes del mundo de la danza, como desde un punto de vista vital y metafórico. De hecho la protagonista es una profesora de danza que ha dejado su trabajo por una serie de crisis vitales, que está detenida y no sabe como volver a ponerse en movimiento para continuar. Y decide emprender una última coreografía como un gesto vital que le permita recuperar el movimiento.
-Usted es escritora y bailarina... ¿cómo puede traducirse la danza al papel?
-Hay libros que lo intentan pero pocos; la danza no se ha trabajado tanto en la literatura como la pintura, la música u otras artes. Para mí ha sido muy nautral hablar de figuras legendarias de la danza, que a veces tienen historias no muy conocidas. Pero es que además la danza trata al cuerpo de un modo muy poético, y en eso coincide con la literatura... su forma de ver las cosas es muy lírica. Todos los personajes tienen mucho que ver con el movimiento, desde la protagonista que ha dejado de bailar como su madre, que ha decidido dejar de moverse, pasando por un personaje cuyo sueño es caminar entre las gotas de la lluvia o una mujer que tienen miedo de que la ley de la gravedad deje de cumplirse y estallen las cosas.
-¿Cuánto tiene de autobiográfica la novela?
-Como todos. Hay quien dice que todas las autobiografías son ficción, y que todas las ficciones son autobiográficas. Desde luego en la novela hay mimbres de mi propia vida, hay un magma que hace que todos los personajes tengan algo de mí. Hago como Norman Bates, y son madre e hija al mismo tiempo. Pero en cómo suceden las cosas está la ficción, que la hay, claro. Lo que pasa es que yo siempre intento escribir de forma que haya un fondo de verdad y de honestidad. En la danza esa verdad, por ejemplo, es muy visible. Un bailarín suele interpretar un papel, pero es imposible que deje de ser él mismo, es imposible que no sude, que no ponga elementos suyos. Con el papel a mí me sucede lo mismo, aunque escribas de ficción tienes que contar algo que conozcas, que sientes, que al contarlas no puedas dejar de ser tú misma.
-En ese sentido es mucho más fácil mentir escondido tras la literatura...
-Seguramente, porque la página te camufla, no pones tu cuerpo por delante. Pero yo creo que también se nota mucho cuando un escritor escribe algo de una manera visceral, muy sentida, o cuando no lo hace porque la trama lo exige, o por lo que sea. Esta es mi primera novela y no sé si se hace así siempre, pero desde luego yo he puesto mucha piel en ella.
-¿Y no da miedo desnudarse ante el lector?
-A mí mucho. Ahora ya estoy un poco más curtida pero al principio sentí miedo, algo de vértigo y bastante emoción. Me he sentido como si me quitara una careta, pero creo que esa parte del proceso también me atraía.
-Lo de que escribir es hacer autoterapia... ¿es verdad o solo es un tópico?
-No, no es un tópico. No sé si terapia, pero desde luego si que es un autoaprendizaje, y de lo más profundo. Sentarte ante la página en blanco te lleva a sitios desconocidos, y de hecho me divierte no saber lo que va a suceder cuando acabas un página en la siguiente. Eso te lleva a conocerte y a sitios inesperados, como en un ejercicio de espejo, que todavía no he terminado de asimilar.
-Mirarse en un espejo no significa que te guste lo que ves... ¿es su caso?
-Estoy en ello. Editar ha sido una carrera de fondo tan dura que, de momento, no he releído el libro. Lo haré cuando tenga la paciencia y la frialdad de verlo desde fuera.
-¿Abandonó el periodismo por desencanto?
-Lo dejé durante la crisis de 2009 debido a la inestabilidad y la precariedad laboral que existía. Y porque tenía la espina de continuar con la danza y las artes escénicas. En un momento dado tuve la ocasión de cambiar de rumbo y la aproveché. Pero lo que paga mis facturas es la enseñanza, soy profesora de Secundaria.
-Antes ha mencionado que no sabe escribir sin un poso de verdad... ¿sale ahí su vena periodística?
-No lo sé... quizá sí, de forma inconsciente. No lo tengo presente, pero en el libro hay una parte más ensayística, con dos personas que son dos leyendas de la danza, y ahí sí que he tenido que hacer cierto trabajo de investigación. Pero el resto de la novela respira mucha más poesía.
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