Juan Villalba, en la Glorieta de Teruel durante la celebración de la última Feria del Libro de Teruel
Juan Villalba, autor de 'Albarracín, un viaje en el tiempo': “Albarracín siempre ha convocado a una gran cantidad de artistas de todo tipo”
La obra del turolense fabula un viaje de Jorge Sanz al escenario del rodaje de ‘Valentina’ tras cuarenta años
El turolense Juan Villalba plantea en su último libro, Albarracín, un viaje en el tiempo (Pregunta) un juego de cajas chinas en el que funde ficción y realidad para obtener un pretexto literario que le permite hablar de las manifestaciones artísticas; pintura, literatura, música o cine, entre otras, que han tenido en Albarracín su centro inspirativo y creador.
-¿Dónde arranca ese viaje?
-Para que no se haga tan pesada la documentación que hay dentro del libro fabulo, como marco narrativo, un viaje sentimental al pasado. Un viajero actor, que pronto se puede reconocer como Jorge Sanz, regresa a Albarracín para recuperar los recuerdos de la película que grabó en los 80, hace cuarenta años. Él era el protagonista, Pepe Garcés, y se enamoraba de Valentina, que encarnaba Paloma Gómez. Quince años más tarde ese amor preadolescente de la película se hizo realidad. Hace unos años murió Paloma y yo fabulo con ese viaje que realiza Jorge. Pero detrás hay muchos más viajes; descubriendo el patrimonio y la historia de Albarracín, por la literatura, el cine, la pintura...
-También las ciencias.
-Claro. Albarracín tiene muchos naturalistas; Bernardo Zapater, que fue ayudado por las hermanas Catalán de Ocón. En cada capítulo el actor viajero se va encontrando con personajes, a veces ficticios y a veces reales, que van descubriendo todos esos pequeños secretos que guardan las calles de Albarracín.
-¿A qué le suena Albarracín?
-El capítulo dedicado a la música lo titulo Un globo, dos globos, tres globos. Los que ya tenemos cierta edad siempre merendábamos con esa melodía, para un programa infantil, que compuso Julio Mengod. Luego su hija, Verónica, presentó el Kiosko, con el muñeco Pepe Soplillo. Aprovecho ese hilo para conocer músicos de Albarracín, donde se compuso una zarzuela dedicada al pueblo, la música de los archivos de la Catedral, que es muy importante. Y todo eso lo explica el propio Julio Mengod, que aparece como un personaje muy estrambótico, muy extrovertido.
-¿Qué otra fauna humana tiene cabida en el libro?
-En otro capítulo nuestro protagonista se encuentra con Gervasio Sánchez, por ejemplo, que lleva más de 20 años impartiendo el curso de fotoperiodismo, y se lo lleva hasta el cementerio y aprovecho para hablar de la historia del territorio, la tumba de las Trece Rosas... Está también Corral, u otro fotógrafo muy importante que fue becado, Joan Fontcuberta. Ese personaje me sirve para hablar de los fotógrafos que han pasado por Albarracín.
-Debe ser complicado, curioso cuando menos, ficcionar con personajes reales, que no dejan de ser históricos, pero tan rabiosamente contemporáneos que te los puedes cruzar por la calle.
-Es verdad. Albarracín siempre ha convocado a un gran número de artistas. Y no le he pedido permiso a nadie, ni siquiera a Jorge. Intenté contactar con él a través de Luis Alegre pero no llegué a contactar con él, porque está en muchas cosas. El sí que tiene más protagonismo, porque ese viaje sentimental que dispara el libro tiene más que ver con su vida, pero el papel del resto de personajes simplemente es servir como soporte para contar cosas.
-¿Habla de literatura?
-Ahí echo mano de Pepe Melero, ese bibliófilo que en lugar de poner piso a las amantes pone pisos a los libros. Habla sobre escritores y es muy sorprendente, hay escritores nacidos allí, como Manuel Polo y Peyrolón y otros, pero también de grandes escritores como Azorín, Ortega o Vázquez Montalbán... montones de gente que han escrito, si no libros, si visiones personales de Albarracín. También se habla de Jon Lauko, que era de Caminreal aunque vivía en Calamocha, que fue catedrático de Matemáticas en el País Vasco y que ambientó una trilogía de novela negra en Albarracín, de donde descendía su padre. Pepe Melero sí sabe que es un personaje del libro, y está contentísimo de aparecer.
-¿Y el cine? Hablará también de cine, claro...
-Nos lo va contando un personaje de ficción. Jorge Sanz se hospeda en el Hotel Albarracín, que es donde se alojaron durante el rodaje de Valentina. Yo ficciono con que ese hotel tiene una cocinera cinéfila que le va explicando no solo esa película, que habrá visto tantas veces como yo, si no otras que se han grabado allí, desde La promesa a Alma aragonesa, pasando por La dolorosa o Cerrado por asesinato, que se rodó casi íntegramente en el interior de ese hotel, que entonces no se llamaba Albarracín sino Azagra.
-¿Logra que el libro sea una unidad?
-Es difícil, pero creo que sí. Sin embargo por como está escrito cada capítulo puede leerse por separado.
-¿Dónde arranca ese viaje?
-Para que no se haga tan pesada la documentación que hay dentro del libro fabulo, como marco narrativo, un viaje sentimental al pasado. Un viajero actor, que pronto se puede reconocer como Jorge Sanz, regresa a Albarracín para recuperar los recuerdos de la película que grabó en los 80, hace cuarenta años. Él era el protagonista, Pepe Garcés, y se enamoraba de Valentina, que encarnaba Paloma Gómez. Quince años más tarde ese amor preadolescente de la película se hizo realidad. Hace unos años murió Paloma y yo fabulo con ese viaje que realiza Jorge. Pero detrás hay muchos más viajes; descubriendo el patrimonio y la historia de Albarracín, por la literatura, el cine, la pintura...
-También las ciencias.
-Claro. Albarracín tiene muchos naturalistas; Bernardo Zapater, que fue ayudado por las hermanas Catalán de Ocón. En cada capítulo el actor viajero se va encontrando con personajes, a veces ficticios y a veces reales, que van descubriendo todos esos pequeños secretos que guardan las calles de Albarracín.
-¿A qué le suena Albarracín?
-El capítulo dedicado a la música lo titulo Un globo, dos globos, tres globos. Los que ya tenemos cierta edad siempre merendábamos con esa melodía, para un programa infantil, que compuso Julio Mengod. Luego su hija, Verónica, presentó el Kiosko, con el muñeco Pepe Soplillo. Aprovecho ese hilo para conocer músicos de Albarracín, donde se compuso una zarzuela dedicada al pueblo, la música de los archivos de la Catedral, que es muy importante. Y todo eso lo explica el propio Julio Mengod, que aparece como un personaje muy estrambótico, muy extrovertido.
-¿Qué otra fauna humana tiene cabida en el libro?
-En otro capítulo nuestro protagonista se encuentra con Gervasio Sánchez, por ejemplo, que lleva más de 20 años impartiendo el curso de fotoperiodismo, y se lo lleva hasta el cementerio y aprovecho para hablar de la historia del territorio, la tumba de las Trece Rosas... Está también Corral, u otro fotógrafo muy importante que fue becado, Joan Fontcuberta. Ese personaje me sirve para hablar de los fotógrafos que han pasado por Albarracín.
-Debe ser complicado, curioso cuando menos, ficcionar con personajes reales, que no dejan de ser históricos, pero tan rabiosamente contemporáneos que te los puedes cruzar por la calle.
-Es verdad. Albarracín siempre ha convocado a un gran número de artistas. Y no le he pedido permiso a nadie, ni siquiera a Jorge. Intenté contactar con él a través de Luis Alegre pero no llegué a contactar con él, porque está en muchas cosas. El sí que tiene más protagonismo, porque ese viaje sentimental que dispara el libro tiene más que ver con su vida, pero el papel del resto de personajes simplemente es servir como soporte para contar cosas.
-¿Habla de literatura?
-Ahí echo mano de Pepe Melero, ese bibliófilo que en lugar de poner piso a las amantes pone pisos a los libros. Habla sobre escritores y es muy sorprendente, hay escritores nacidos allí, como Manuel Polo y Peyrolón y otros, pero también de grandes escritores como Azorín, Ortega o Vázquez Montalbán... montones de gente que han escrito, si no libros, si visiones personales de Albarracín. También se habla de Jon Lauko, que era de Caminreal aunque vivía en Calamocha, que fue catedrático de Matemáticas en el País Vasco y que ambientó una trilogía de novela negra en Albarracín, de donde descendía su padre. Pepe Melero sí sabe que es un personaje del libro, y está contentísimo de aparecer.
-¿Y el cine? Hablará también de cine, claro...
-Nos lo va contando un personaje de ficción. Jorge Sanz se hospeda en el Hotel Albarracín, que es donde se alojaron durante el rodaje de Valentina. Yo ficciono con que ese hotel tiene una cocinera cinéfila que le va explicando no solo esa película, que habrá visto tantas veces como yo, si no otras que se han grabado allí, desde La promesa a Alma aragonesa, pasando por La dolorosa o Cerrado por asesinato, que se rodó casi íntegramente en el interior de ese hotel, que entonces no se llamaba Albarracín sino Azagra.
-¿Logra que el libro sea una unidad?
-Es difícil, pero creo que sí. Sin embargo por como está escrito cada capítulo puede leerse por separado.
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