Estefanía Monforte es la autora de la tesis sobre la educación rural
Estefanía Monforte, profesora del grado de Magisterio en Teruel: “El valor que le dieron las familias a la escuela rural fue un elemento para su mejora”
“La innovación es un aspecto característico de la enseñanza en los pueblos pero ya lo era entonces”
La maestra de Mosqueruela y profesora de Magisterio en Teruel Estefanía Monforte defendió recientemente su tesis doctoral Educación y patrimonio escolar en las montañas del sudeste de Teruel (1845-1983), dirigida por José Luis Castán y Pedro Rújula, donde la documentación histórica, los objetos escolares y los testimonios muestran la evolución educativa.
-¿Cómo comenzó este proyecto de investigación?
-Junto con Sonia Sánchez, de la Comarca Maestrazgo, surge la idea de recrear y musealizar una antigua escuela que estaba en San Juan del Barranco en Cantavieja porque encontramos ahí mobiliario amontonado en un local municipal. Cuando la tuvimos montada, dije: Aquí hay que contar la historia. Inicio la búsqueda de archivos documentales y entrevistas. Me doy cuenta de que hay mucho material para analizar en el Maestrazgo y Sierra de Gúdar.
-¿De cuántas escuelas se ha recuperado información?
-La tesis aborda pueblos distintos aunque no hemos recuperado todas las escuelas. Hay información de Allepuz, Castelvispal... A nivel de musealización han sido La Cuba, Tronchón, Mirambel, Dos Torres de Mercader y Mosqueruela, que es mi pueblo, Cantavieja y Cañada de Benatanduz.
-¿Cuántas entrevistas se han hecho?
-Hay 47 testimonios. Se seleccionó muy bien la muestra: buscamos informantes que habían asistido a escuelas de pueblo y a las masoveras y que hubiera mujeres y hombres. La visión de la mujer era muy interesante porque tuvo más dificultad en la alfabetización. Y de diferentes épocas. No encontramos de la época previa a la Guerra Civil, pero sí que hay durante la guerra y hasta los 80.
-¿Cómo evolucionó la escuela?
-En el siglo XIX el analfabetismo era algo generalizado en estas tierras. A partir de 1900 hay un cambio de tendencia: durante el regeneracionismo y la Segunda República vemos mejoras notables en cuanto a creación de escuelas, sobre todo las masoveras, y los materiales didácticos sofisticados. La posguerra estuvo marcada por el movimiento franquista pero aquí llegó de manera diseminada. En las masías no se llega a trabajar del todo esos preceptos nacional-católicos porque dependía del maestro y estaba alejado de la sociedad y tampoco podían ir a vigilar los delegados de Falange. Hasta los pueblos sí que llegó más la política educativa. Luego en los años 60 cambia bastante la educación. Llegan materiales innovadores y la gente se empieza a irse a las grandes ciudades.
-¿Es cuando se empiezan a vaciar estas escuelas?
-Sí. La gente ve la escuela como herramienta para marchar porque para ir a una empresa en la ciudad te pedían el certificado de estudios. Las familias consideran que para promocionar socialmente hay que estudiar. Querían que sus chicos estudiaran y fueran todos los días a escuela.
-¿Antes quizá iban menos?
-Claro, no iban. En la primera etapa del franquismo encontramos mucho absentismo. La gente no va a escuela porque no lo considera importante, no le aporta lo que necesita para su vida diaria.
-¿Cómo surgen las escuelas de las masías?
-Surgen desde el Ministerio para alfabetizar. Era habitual que tu hijo no fuera a escuela. Luego ven que hace falta. Es muy importante el bachiller por libre, en los 60, cuando los chicos pueden hacerlo desde casa. Surge la primera generación de universitarios de gente humilde en los pueblos.
-Esta investigación se complementa con esos museos, ¿la gente tiene interés?
-Sí. Los museos se han recreado con la gente. Hemos estado Sonia y yo al pie del cañón junto a los ayuntamientos y la Comarca del Maestrazgo, que es la que lo ha impulsado, pero hemos involucrado a las personas que habían estado sentadas en los pupitres y que son los que cuentan la historia. Eso es muy importante.
-¿Qué han aportado para la investigación las entrevistas?
-Me han permitido comparar los datos que iba encontrando en los archivos históricos y el inventariado de los objetos escolares y ampliar la historia, llegando hasta los recuerdos y sentimientos de cada uno. Los resultados de los testimonios nos cuentan, entre otras cosas, el poder que tuvo la educación rural y la gran labor que hizo el Estado y sobre todo las familias y los maestros. Las familias querían que las escuelas estuvieran abiertas. Hay dos fases, la primera en la que se abrieron escuelas y la gente por fin se puede alfabetizar sobre todo las mujeres y asistían a clase cuando podían. La segunda fase, cuando se empezaba la concentración escolar, se cierran escuelas y cómo las familias reivindican que quieren la escuela en su pueblo.
-¿Cuáles son las principales conclusiones de su tesis?
-Pasamos de escuelas muy precarias solo para niños y con una irregular asistencia a unas escuelas graduadas para ambos sexos, con materiales didácticos muy adecuados y que erradicaron el analfabetismo en los 60. También comprobamos cómo no fue el aumentó de escuelas el principal elemento para la mejora de la enseñanza, sino su adecuada gestión, su capacidad para formar alumnos competentes y el valor que le dan las familias a la educación.
-¿Qué paralelismos hay con la escuela rural actual?
-Una de las cosas más interesantes es la inestabilidad del profesorado, que ya existía entonces. Era habitual nombrar un encargado de escuela porque no querían venir maestros con titulación que en otros lugares tenían mejores condiciones. Podíamos estar dos o tres meses sin maestro sobre todo en escuelas masoveras y se nombraba un encargado hasta que llegaba el maestro con titulación. Ahora también hay inestabilidad pero se cubre con interinos. Por otro lado, la innovación es un aspecto que es característico de la escuela rural pero ya lo era entonces porque el tener grupos reducidos y escuelas que tenían un menor control del Estado permitía hacer actividades más flexibles.
-¿Cómo comenzó este proyecto de investigación?
-Junto con Sonia Sánchez, de la Comarca Maestrazgo, surge la idea de recrear y musealizar una antigua escuela que estaba en San Juan del Barranco en Cantavieja porque encontramos ahí mobiliario amontonado en un local municipal. Cuando la tuvimos montada, dije: Aquí hay que contar la historia. Inicio la búsqueda de archivos documentales y entrevistas. Me doy cuenta de que hay mucho material para analizar en el Maestrazgo y Sierra de Gúdar.
-¿De cuántas escuelas se ha recuperado información?
-La tesis aborda pueblos distintos aunque no hemos recuperado todas las escuelas. Hay información de Allepuz, Castelvispal... A nivel de musealización han sido La Cuba, Tronchón, Mirambel, Dos Torres de Mercader y Mosqueruela, que es mi pueblo, Cantavieja y Cañada de Benatanduz.
-¿Cuántas entrevistas se han hecho?
-Hay 47 testimonios. Se seleccionó muy bien la muestra: buscamos informantes que habían asistido a escuelas de pueblo y a las masoveras y que hubiera mujeres y hombres. La visión de la mujer era muy interesante porque tuvo más dificultad en la alfabetización. Y de diferentes épocas. No encontramos de la época previa a la Guerra Civil, pero sí que hay durante la guerra y hasta los 80.
-¿Cómo evolucionó la escuela?
-En el siglo XIX el analfabetismo era algo generalizado en estas tierras. A partir de 1900 hay un cambio de tendencia: durante el regeneracionismo y la Segunda República vemos mejoras notables en cuanto a creación de escuelas, sobre todo las masoveras, y los materiales didácticos sofisticados. La posguerra estuvo marcada por el movimiento franquista pero aquí llegó de manera diseminada. En las masías no se llega a trabajar del todo esos preceptos nacional-católicos porque dependía del maestro y estaba alejado de la sociedad y tampoco podían ir a vigilar los delegados de Falange. Hasta los pueblos sí que llegó más la política educativa. Luego en los años 60 cambia bastante la educación. Llegan materiales innovadores y la gente se empieza a irse a las grandes ciudades.
-¿Es cuando se empiezan a vaciar estas escuelas?
-Sí. La gente ve la escuela como herramienta para marchar porque para ir a una empresa en la ciudad te pedían el certificado de estudios. Las familias consideran que para promocionar socialmente hay que estudiar. Querían que sus chicos estudiaran y fueran todos los días a escuela.
-¿Antes quizá iban menos?
-Claro, no iban. En la primera etapa del franquismo encontramos mucho absentismo. La gente no va a escuela porque no lo considera importante, no le aporta lo que necesita para su vida diaria.
-¿Cómo surgen las escuelas de las masías?
-Surgen desde el Ministerio para alfabetizar. Era habitual que tu hijo no fuera a escuela. Luego ven que hace falta. Es muy importante el bachiller por libre, en los 60, cuando los chicos pueden hacerlo desde casa. Surge la primera generación de universitarios de gente humilde en los pueblos.
-Esta investigación se complementa con esos museos, ¿la gente tiene interés?
-Sí. Los museos se han recreado con la gente. Hemos estado Sonia y yo al pie del cañón junto a los ayuntamientos y la Comarca del Maestrazgo, que es la que lo ha impulsado, pero hemos involucrado a las personas que habían estado sentadas en los pupitres y que son los que cuentan la historia. Eso es muy importante.
-¿Qué han aportado para la investigación las entrevistas?
-Me han permitido comparar los datos que iba encontrando en los archivos históricos y el inventariado de los objetos escolares y ampliar la historia, llegando hasta los recuerdos y sentimientos de cada uno. Los resultados de los testimonios nos cuentan, entre otras cosas, el poder que tuvo la educación rural y la gran labor que hizo el Estado y sobre todo las familias y los maestros. Las familias querían que las escuelas estuvieran abiertas. Hay dos fases, la primera en la que se abrieron escuelas y la gente por fin se puede alfabetizar sobre todo las mujeres y asistían a clase cuando podían. La segunda fase, cuando se empezaba la concentración escolar, se cierran escuelas y cómo las familias reivindican que quieren la escuela en su pueblo.
-¿Cuáles son las principales conclusiones de su tesis?
-Pasamos de escuelas muy precarias solo para niños y con una irregular asistencia a unas escuelas graduadas para ambos sexos, con materiales didácticos muy adecuados y que erradicaron el analfabetismo en los 60. También comprobamos cómo no fue el aumentó de escuelas el principal elemento para la mejora de la enseñanza, sino su adecuada gestión, su capacidad para formar alumnos competentes y el valor que le dan las familias a la educación.
-¿Qué paralelismos hay con la escuela rural actual?
-Una de las cosas más interesantes es la inestabilidad del profesorado, que ya existía entonces. Era habitual nombrar un encargado de escuela porque no querían venir maestros con titulación que en otros lugares tenían mejores condiciones. Podíamos estar dos o tres meses sin maestro sobre todo en escuelas masoveras y se nombraba un encargado hasta que llegaba el maestro con titulación. Ahora también hay inestabilidad pero se cubre con interinos. Por otro lado, la innovación es un aspecto que es característico de la escuela rural pero ya lo era entonces porque el tener grupos reducidos y escuelas que tenían un menor control del Estado permitía hacer actividades más flexibles.
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