Aurora Pérez Sánchez, durante su estancia en Albarracín para desarrollar la beca de Pintura de la Fundación Santa María
Aurora Pérez Sánchez, becaria de Pintura de Paisaje de Albarracín: “Albarracín es una ciudad con tantos puntos de vista que es infinita a la hora de pintarla”
“La beca me ha supuesto pintar con más intensidad y desarrollar un estilo más característico y propio”, afirma
Aurora Pérez Sánchez reside en Madrid, en cuyo ayuntamiento trabaja como arquitecta, aunque su gran pasión es la pintura. Ha sido la ganadora de la última Beca de Pintura de Paisaje de la Fundación Santa María de Albarracín y sus cuadros, junto a los de la otra becaria, Eva Cabrera, se expondrán en las salas de la Torre Blanca a partir del próximo 3 de junio.
-Su trabajo tiene una gran relación con su gran afición, la pintura.
-Sí, lo que pasa es que durante la carrera no hice pintura, sí hice dibujo y alguna asignatura artística.
-¿Cómo descubrió los cursos de Albarracín?
-Mi hermana, Irene Pérez Sánchez, estudiaba Bellas Artes en la Complutense de Madrid, los conoció en la universidad y ya fue a algunos, además de ganar la beca en 2018. Yo empecé a ir en 2019, luego con el tema de la pandemia hubo un parón y se retomó el año pasado, que volví. He ido dos cursos, 2019 y el año pasado, 2022, que gané la beca.
-¿Qué ha aprendido en el curso?
-Las clases teóricas de Paloma Peláez me han sido muy útiles, me han parecido esenciales porque para las personas que ya pintamos nos aportan otro punto de vista, otra forma de apreciar la pintura. Estar entregados ocho horas al día a la pintura te aporta mucho y te ayuda a evolucionar. Desde luego los profesores, Isidoro Moreno en concreto, que para mí es una referencia, me ha ayudado a aprender y a evolucionar en mi pintura.
-¿Y qué supone pintar en un lugar como Albarracín?
-Es una ciudad que tiene muchos puntos de vista desde el que mirarla, es como infinita. He pintado más de 30 cuadros de Albarracín porque es un lugar que no se agota. Evidentemente es muy bonita, pero además tiene unos ángulos muy distintos, cuando la ves desde arriba es impresionante, los callejones son interesantes, los puntos de vista son muy forzados con todas esas luces que entran a través de esas calles muy estrechas. Es una ciudad que invita mucho a pensarla a través de la pintura.
-¿Cuándo ha disfrutado de su beca?
-Cinco días en octubre y cinco en mayo para captar diferentes tonalidades, en octubre una vegetación con más amarillos y naranjas y ahora tonos más verdosos, más primaveral, a pesar de que no ha llovido demasiado.
-¿Para qué le ha servido la beca?
-Antes de ganarla no pintaba con tanta intensidad, me ha forzado un poco a hacer ese esfuerzo de tener que preparar esta beca teniendo en mente la exposición que vamos a hacer ahora en el mes de junio. La verdad es que me ha cambiado totalmente, he desarrollado un estilo mucho más característico. Quizá antes me veía más influenciada por las personas que me han enseñado y ahora, a pesar de que durante todo el desarrollo de la beca han estado conmigo y les he estado pidiendo consejo, he podido desarrollar un poco un estilo propio.
-¿Cuál es ese estilo propio, cómo definiría su pintura?
-Me encantan pintores como Joaquín Sorolla, Joaquín Mir, pero sobre todo a partir de los ejercicios que hicimos en el curso del año pasado he introducido un uso del color más exagerado digamos y se podría encuadrar dentro del expresionismo, pero tampoco lo definiría exactamente como expresionismo.
-En sus cuadros de Albarracín, que todos los pintores plasmas en rojizos y ocres, hay mucho azul. ¿Es influencia de ese Sorolla que tanto admira?
-Puede ser, eso parte de la idea del curso del año pasado en la que a partir de los ejercicios de triada de color empecé a jugar a darle a las fachadas de Albarracín, que tienen ese rojo tan característico, otros colores diferentes. a gente que vaya a ver la exposición verá que no son ni rojas ni marrones ni naranjas, sino que son verdes o amarillas, en función de la visión que haya tenido en ese momento del paisaje.
-Por su formación se le presupone una gran habilidad con el dibujo y, sin embargo, en su obra prima el color. ¿Por qué?
-Empecé a pintar alrededor de 2017 o 2018, pero cuando llegué al curso de Albarracín tuve como profesor a Isidoro Moreno, que en su pintura no dibuja y, sin embargo, construye perfectamente las formas a través de las luces y del color. Me llamó mucho la atención y al principio supuso un gran reto, hay que hacer un pequeño encaje con las ideas, pero te da mayor libertad, te permite ir componiendo sobre el cuadro y no encorsetarte tanto.
-¿Hacia dónde quiere seguir trabajando ahora?
-Mi intención es seguir explorando el camino ya iniciado y quizás atreverme más con el color y con la materia, que ahora mismo es lo que más me está llamando.
-Su trabajo tiene una gran relación con su gran afición, la pintura.
-Sí, lo que pasa es que durante la carrera no hice pintura, sí hice dibujo y alguna asignatura artística.
-¿Cómo descubrió los cursos de Albarracín?
-Mi hermana, Irene Pérez Sánchez, estudiaba Bellas Artes en la Complutense de Madrid, los conoció en la universidad y ya fue a algunos, además de ganar la beca en 2018. Yo empecé a ir en 2019, luego con el tema de la pandemia hubo un parón y se retomó el año pasado, que volví. He ido dos cursos, 2019 y el año pasado, 2022, que gané la beca.
-¿Qué ha aprendido en el curso?
-Las clases teóricas de Paloma Peláez me han sido muy útiles, me han parecido esenciales porque para las personas que ya pintamos nos aportan otro punto de vista, otra forma de apreciar la pintura. Estar entregados ocho horas al día a la pintura te aporta mucho y te ayuda a evolucionar. Desde luego los profesores, Isidoro Moreno en concreto, que para mí es una referencia, me ha ayudado a aprender y a evolucionar en mi pintura.
-¿Y qué supone pintar en un lugar como Albarracín?
-Es una ciudad que tiene muchos puntos de vista desde el que mirarla, es como infinita. He pintado más de 30 cuadros de Albarracín porque es un lugar que no se agota. Evidentemente es muy bonita, pero además tiene unos ángulos muy distintos, cuando la ves desde arriba es impresionante, los callejones son interesantes, los puntos de vista son muy forzados con todas esas luces que entran a través de esas calles muy estrechas. Es una ciudad que invita mucho a pensarla a través de la pintura.
-¿Cuándo ha disfrutado de su beca?
-Cinco días en octubre y cinco en mayo para captar diferentes tonalidades, en octubre una vegetación con más amarillos y naranjas y ahora tonos más verdosos, más primaveral, a pesar de que no ha llovido demasiado.
-¿Para qué le ha servido la beca?
-Antes de ganarla no pintaba con tanta intensidad, me ha forzado un poco a hacer ese esfuerzo de tener que preparar esta beca teniendo en mente la exposición que vamos a hacer ahora en el mes de junio. La verdad es que me ha cambiado totalmente, he desarrollado un estilo mucho más característico. Quizá antes me veía más influenciada por las personas que me han enseñado y ahora, a pesar de que durante todo el desarrollo de la beca han estado conmigo y les he estado pidiendo consejo, he podido desarrollar un poco un estilo propio.
-¿Cuál es ese estilo propio, cómo definiría su pintura?
-Me encantan pintores como Joaquín Sorolla, Joaquín Mir, pero sobre todo a partir de los ejercicios que hicimos en el curso del año pasado he introducido un uso del color más exagerado digamos y se podría encuadrar dentro del expresionismo, pero tampoco lo definiría exactamente como expresionismo.
-En sus cuadros de Albarracín, que todos los pintores plasmas en rojizos y ocres, hay mucho azul. ¿Es influencia de ese Sorolla que tanto admira?
-Puede ser, eso parte de la idea del curso del año pasado en la que a partir de los ejercicios de triada de color empecé a jugar a darle a las fachadas de Albarracín, que tienen ese rojo tan característico, otros colores diferentes. a gente que vaya a ver la exposición verá que no son ni rojas ni marrones ni naranjas, sino que son verdes o amarillas, en función de la visión que haya tenido en ese momento del paisaje.
-Por su formación se le presupone una gran habilidad con el dibujo y, sin embargo, en su obra prima el color. ¿Por qué?
-Empecé a pintar alrededor de 2017 o 2018, pero cuando llegué al curso de Albarracín tuve como profesor a Isidoro Moreno, que en su pintura no dibuja y, sin embargo, construye perfectamente las formas a través de las luces y del color. Me llamó mucho la atención y al principio supuso un gran reto, hay que hacer un pequeño encaje con las ideas, pero te da mayor libertad, te permite ir componiendo sobre el cuadro y no encorsetarte tanto.
-¿Hacia dónde quiere seguir trabajando ahora?
-Mi intención es seguir explorando el camino ya iniciado y quizás atreverme más con el color y con la materia, que ahora mismo es lo que más me está llamando.
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