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Toño Toño
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Los que crecimos en el Centro de Teruel nunca le llamábamos la plaza de los Amantes. Para nosotros siempre fue y será la placeta. Los que ya tienen una edad seguro que recuerdan cómo era antes de la última remodelación.

La plaza de los Amantes era sencillamente un horror, con un ladrillo caravista más propio de un patio carcelario que de un sitio por donde pasaban miles de turistas, en pleno centro de la ciudad.

Una escalera partía en dos nuestro particular campo de fútbol. Cuando estabas en la zona de arriba todo era más fácil para marcar gol y defenderte de los ataques del rival. Cuando te tocaba abajo, lo fácil era que salieras goleado y que te tocara saltar al hundido para recoger el balón.

En la placeta pasábamos horas y horas. Hablando, comiendo pipas y vinagres que comprábamos en Palmira o Dominguín, jugando a la pelota o al churrová.  A veces, incluso hacíamos de guías turísticos cuando algún visitante despistado nos preguntaba sobre el Mausoleo de los Amantes, entonces un lugar oscuro con unas enormes cortinas.

Llevo una semana recordando aquellos años porque en la placeta conocí a Toño Muñoz. Y a sus hermanos Jesús, Lola y Manolo. Éramos vecinos. Vecinos de placeta en un tiempo en el que tus amigos no vivían más allá de cuatro calles.

Y llevo una semana volviendo a la placeta porque Toño ya no está con nosotros. Se lo ha llevado el virus, como a tantos otros. Y se lo ha llevado con 52 años y todavía con muchas cosas por vivir. Cosas que debía vivir él y que nos debería haber hecho vivir a los demás.

Nadie está preparado para un golpe como éste y todos sabemos que lo peor está por venir. Ya no habrá risas en la Vaquilla, ni cenas, ni bromas por guasap que siempre terminaban con un “póngame a los pies de su señora”. Toño tampoco volverá a escribir aquí,  en el periódico, donde hablaba de lo que más le gustaba: la economía.

Hay gente que suma, que resta o que deja una vida neutra. Y Toño fue, sin duda, de los primeros. Ese es el consuelo que nos queda a los que lo conocimos y lo queremos, aunque ya no esté aquí. Hay gente que pasa por tu vida y te deja huella y la de Toño será imborrable. Estés donde estés,  hasta siempre, amigo.

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